JOSE LIMA COBOS*
Por más que trato de encontrar al Andrés Manuel López obrador, autoritario, dictatorial y enfermo de poder, no lo encuentro, pero tengo confianza en que, muy pronto, más de lo que me imagino, sus adversarios nos lo mostrarán en todo su esplendor, tan pronto como se decida a darle un viraje a su gestión presidencial y “el mandón “ de palacio nacional empuñe la espada que haga temblar al más ricachón de este país, lleno de miseria y extremas necesidades.
No existe ya el estado mayor presidencial- cerca de ocho mil soldado de elite militar- que se encargaban de cuidar al mal llamado “jefe de las instituciones nacionales-, es decir, concentraba en un puño a todos los poderes de la unión y recuerdo que solo tenían comparación con la dirección federal de Seguridad, dependiente de la secretaría de gobernación, pero fuera de esos dos organismos, todos estaban de rodillas.
En ese pasado no muy lejano- todavía Peña Nieto contaba con ese grupo de elite – escudándose, junto con toda su familia, en el rebozo de esa institución , a quien por cierto se le hace responsable de la masacre del 6 de octubre o el avionazo de Carlos Madrazo y el pelón Osuna, o bien en la desaparición ,durante el régimen de Salinas del diputado Rocha, supuesto autor intelectual de la muerte de Ruiz Massieu, y es tanto lo que se dice, de esa institución que el presidente López Obrador, determinó su desaparición, al optar por una mediana ayudantía que vive en la austeridad republicana.
Por más que busco al arbitrario, prepotente y arrogante presidente López Obrador, no lo encuentro, ah!, pero cuando expresó que con la pandemia del Covid-19, le había venido como anillo al dedo, pensé que esa oportunidad era ocasión propicia y firmar un decreto para incautar los bienes de quienes han hecho de la administración pública el gran negocio o bien los traficantes con medicamentos, contratos y empresas fantasmas o bien exhibir a los que querían hacer su agosto con el aeropuerto de la ciudad de México, sin embargo, se vio la prudencia más extrema para no llegar a mayores, lo que habla de cuán equivocados están los que dudan de la buena fe y voluntad política de hacer las cosas por el bien de México.
Más aún , al descubrirse, lo que era público y notorio, que los grandes empresarios defraudaban al fisco, al buscar la condonación de los impuestos ,- en tanto hasta los más pobres contribuyen con el erario- llegue a pensar que al establecerse como delito grave se procedería de inmediato , por el contrario, se buscó conciliar para que voluntariamente pagarán, lo que ahora se ve como una debilidad, sin embargo, ya se dieron cuenta que el horno no está para bollos y que aplicará estrictamente la ley ante la obstinación y soberbia de los que han sido bandidos de siempre en detrimento de la nación.
Un caso elocuente lo tenemos, por ejemplo, en el caso del empresario, hoy metido a político , primero por el Partido revolucionario Institucional y ahora por el movimiento de renovación
nacional , Ricardo Ahued que, siendo senador de la república pugnó por la compensación fiscal que significa que el empresario decide lo que debe pagar de impuestos y al reformarse la ley, ahora ya no existe ese privilegio fraudulento , pero de manera hábil encontró refugio en la Dirección de Aduanas, una especie de entregar las llaves al ladrón, porque con esos antecedentes es inadmisible que se le haya ubicado, pero en fin, veremos si mañana no lo veremos formando parte de los bandidos de siempre.
Un caso extremo y grave, es lo dispuesto por el Consejo de la Judicatura Federal que, sin facultades en ninguna ley suspende las actividades de la suprema corte en todo el país, dejando en estado de indefensión a la nación , pues solo el presidente de la república, de acuerdo con los secretarios de Estado, podía suspender las garantías individuales y al no hacerlo., habla de su extrema prudencia y aunque sabe el riesgo que ello implicaba, dejó correr el tiempo y actuó en congruencia con las condiciones económicas y sociales de los mexicanos. Limacobos@hotmail.com
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