JOSE LIMA COBOS*
No podía esperarse otra cosa, pues de antemano se sabía que con la extradición voluntaria de Emilio Lozoya y las negociaciones que hizo con la fiscalía para regresar a su país,- se había anunciado por sus abogados que no robo solo- que presentaría pruebas en el sentido de la presión e intimidación que sufrió, por parte del expresidente Peña Nieto y Videgaray para involucrase en los sobornos en contra de los intereses de la nación y a favor de la mafia que ejercía el poder , antes y después de las elecciones del fraude electoral del 2006, con la empresa Odebrecht, de ahí que nadie se llame ha robado, porque los criterios de oportunidad están previstos en la reglamentación penal.
El solo hecho de los beneficios de que goza Lozoya , consubstanciales a la colaboración para profundizar en la investigación de los delitos y ante el primer aniversario de la prisión preventiva justificada que cumple Rosario Robles Berlanga , por la omisión, negligencia o contubernio o ejercicio indebido del servicio público, por un desvío de más de 14 mil millones de pesos desde las secretarías de Sedesol y Sedatu, áreas estratégicas para beneficiar a los más pobres de este país, la llevó al sitio donde se encuentra y ya había sido advertida cuando el presidente Peña le manifiesta ,- a resulta de la investigación periodística que puso al descubierto un entramado digno de la mejor delincuencia organizada de que se tiene memoria- “no te preocupes Rosario”, solo que ahora los sicofantes y contertulios de la corrupción, se asombran y pretenden denostar las acción penal que la involucra y que riñe con la de Lozoya.
Es muy obvia la conducta que asume Rosario Robles, pues por ser mujer, así lo afirma en reciente correspondencia, que se le criminaliza, pretendiendo con ello justificar la violencia de género que está de moda, aunque en puridad, se trata de un acto de bandidaje de miles de millones de pesos que involucran a instituciones educativas del país que, mediante simulación , facturas fantasmas, etcétera-, recibieron supuestos recursos del Estado, que ahora tendrán que devolver, es decir, en lugar de ser leal al país reconociendo el crimen en que se le involucra, toda de blanco afirma que sus más están limpias y que merece que se le premie con la libertad.
Es cierto que Lozoya optó por servirle al país- después de su involucramiento en actos de corrupción y lavado de dinero de procedencia ilícita- al convertirse en delator en beneficio de los intereses de la nación- para que la nación pueda recuperar lo robado que , comparado con la magnitud de Robles Berlanga es una miseria, pues en tanto su pecado es por cuatrocientos millones de pesos, ésta asciende a más de catorce mil millones, sin aceptar colaborar con la justicia para que se conozca todos los intríngulis que se hicieron posibles para ocasionar ese daño a esta nación que, si no está en la miseria extrema, poco le falta si el saqueo continua y no se castiga.
Como Magdalena no arrepentida sino soberbia y en, verdad, con lastimero escrito Robles ,- se llega hasta las lágrimas- porque se hace aparecer como víctima de una persecución política- al igual de lo que se duele Felipe “Borolas” Calderón, con la detención por el gobierno de Estados Unidos, de su director de la Policía Judicial Federal por complicidad con bandas criminales del narco – atribuyéndose a una actitud de misoginia, cuando con el bandidaje por ella autorizada en las dependencias a su cargo, se ha negado a aceptar su responsabilidad y denunciar a quienes le ordenaron actuar de esa manera, y tampoco reconoce la complicidad con Peña Nieta para que su
hija fuera diputada federal sin el menor merecimiento, salvo, por supuesto, por la corrupción imperante en este gobierno.
En tanto Lozoya procede de manera congruente y el riesgo que conlleva y con mediana ventaja de la pandemia de la corrupción,- pues no se le eximirá de la sanción penal y reparación del daño patrimonial a la nación-, pero en vía de mientras, lleva el proceso en libertad , con las medidas cautelares previstas y goza de los privilegios de la riqueza que su padre- fue secretario de Estado y del ISSSTE con Salinas de Gortari - o que el mismo acumuló lícitamente, sin desdeñar , por supuesto, que su madre, - con prisión domiciliaria-, su hermana y su esposa, vive la amenaza de la cárcel y la pérdida de los bienes que se obtuvieron con recursos de procedencia ilícita, por el involucradas.
Así las cosas, ambos presuntos delincuentes, han escogido caminos diferentes; Lozoya aceptar denunciar a quienes lo intimidaron o tramaron la escena del crimen y que la nación conozca , con pelos y señas a los que saqueaban el país, mientras Robles Berlanga, esperará llegar a la etapa final , con garantía de la lealtad a la corrupción e impunidad de la mafia del poder , y sin el menor rubor, al cumplir la condena, volverá a encontrarse con Ahumada o Peña Nieto y como el Chino de “copelas o cuello”, de etapa calderonista, disfrutar los millones de dólares que en algún lugar están protegidos.
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