Ya se sabía, que la corrupción y la impunidad que engloba al sistema nacional laceraba las instituciones, y tan es así que cuando el que hoy es presidente de este país expresó “al diablo con sus instituciones”, muchos se rasgaron las vestiduras y vino la condena y las estigmatización, solo que ahora , -ya no es tabú- quien hace referencia, es el mismísimo presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar, que, sin ningún rubro, lo hace público, consciente de la fuerza de su autoridad moral que la corrupción judicial amenaza el estado de derecho.
Tenía que pasar tanto tiempo -cien años- para que se le pusiera el cascabel al gato y ahora sí, todos a “portarnos bien”, aunque las resistencias, -por los fuertes intereses empoderados- que no se pueden romper de la noche a la mañana que se resisten, pero no lo hubieran hecho, si hubiera sucedido, lo que aconteció en la revolución francesa en que se constituyó un tribunal de salud del pueblo para castigar a los malvados y era lógico, la sangre que habían derramado, para poder cambiar, no podía dejar títere con cabeza, así la guillotina les pasó la cuenta.
Afortunadamente, en México, se conquista el cambio de manera pacífica, mediante 33 millones del votos democrático y pacífico y eso evita que se derrame más sangre, salvo aquellos sinsabores que dejaron los gobiernos corruptos y corruptores en la guerra sucia, o bien en la guerra de Calderón -el que compró el avión faraónico que nadie quiere comprar- y deberá de ser rifado para devolverle al pueblo lo robado.
Se justifica la rifa de ese monstruoso aparato, si, como se acredita con hechos, que el presidente López Obrador, por dignidad, decoro y vergüenza, no puede ni debe usar, ante la existencia de más de sesenta millones de pobres que no creo que puedan pinchar el corazón de quienes aún reclaman privilegios y canonjías, en la burocracia “fifí“, por ejemplo, que quieren ganar más sueldo que el gobernante en turno, en contravención a lo que establece el artículo 127 constitucional, cuando ya se vio que el ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Pérez Dayán, concedió una suspensión contra la ley de remuneraciones, en contravención a lo establecido en el artículo 64 de la ley que reglamenta las controversias constitucionales y las acciones de inconstitucionalidad para no parar la ley y sin embargo, detuvo para presumir que se vive un régimen democrático y derecho.
Cuando el presidente de la Suprema Corte expresa que la corrupción en el Poder Judicial es una amenaza para el estado democrático, es porque eso deslegitima a todo el sistema y orienta la justifica a privilegiar a unos cuantos como ha sucedido siempre que los miserables mueren en la cárcel y los enriquecidos deambulan por el mundo en grandes viajes de placer, como se demuestra en el caso de Rosario Robles que se le detecta una cuenta de dieciséis millones de pesos y ciento de viajes al extranjeros.
En el acto del 103 aniversario de la conmemoración de la Constitución Mexicana que norma la vida de este país, advierte el presidente de la Corte que está muy lejos aún de ser realidad, para la mayoría de los mexicanos la justicia, por la existencia de clientelismos, redes de tráfico de influencias, nepotismo, conflictos de intereses y corrupción, es decir, de lo que ayer no se podía
hablar y todo era color de rosa, hoy, sabemos y conocemos muchas cosas de las que ayer aplaudimos y hoy nos llena de vergüenza, aunque unos pocos ni se inmutan, porque no han perdido su respetabilidad que está intacta.
Que no se hable de venganza, pero si de justicia limacobox@hotmail.com
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