¿Qué particularidades tiene este proceso electoral que lo hace atípico y que lleva a considerar un fenómeno al candidato Andrés Manuel López Obrador?
La nueva aplicación de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales así como otras leyes secundarias locales, dieron al Instituto Nacional Electoral múltiples atribuciones que no ha podido cumplir cabalmente, la realidad superó lo planeado. El papel del INE pasó a ser de árbitro a uno más en la contienda con los resultados que hoy nos asombran.
Es la primera vez en la historia de México en cuanto a procesos electorales que un candidato desde el inicio del proceso al momento de encontrar registrados todos los aspirantes con calidad de precandidatos conserva un margen cómodo superior al resto de aspirantes. López Obrador inició como puntero de las encuestas desde diciembre y así se ha mantenido.
El desarrollo de las encuestas ha demostrado que el mismo candidato puntero AMLO ha tenido un crecimiento lento pero constante, en las gráficas no hay caídas o variaciones con descensos y ascensos; en el caso de los candidatos Ricardo Anaya y José A. Meade si hay picos y descensos incluso puntos en los cuales se cruzan, empatan y continúan de forma irregular.
En el caso de AMLO su desarrollo es lineal ascendente muy levemente pero constante.
El caso de Meade y Anaya demuestra puntos de inflexión que corresponden a debates, críticas públicas en medios por casos de corrupción o cualquier evento desafortunado. En el caso de López Obrador no, su seguimiento es constante. Y la referencia es con todas las encuestas serias publicadas, la única diferencia entre éstas es el volumen de puntos asignados al puntero.
Durante éste proceso electoral medios masivos de comunicación oficialistas se han concentrado en dos figuras una la de Ricardo Anaya cuando lo expusieron a una confrontación con la PGR por el asunto de la nave industrial; evento que lo detuvo y expuso una debilidad que lo marcó para, desde entonces dejarlo avanzar, pero con el freno de mano puesto.
En el caso de López Obrador la crítica de esos medios ha sido contundente, daría, perseverante, tenaz, en radio, televisión y medios impresos se refieren a él como el enemigo a vencer; incontables mesas redondas, series de debates con personajes secundarios e intelectuales a modo han insistido de forma contundente. Es el enemigo a vencer -es la pregunta-, cómo lo podemos detener. Sería ocioso describir una a una las temáticas que
se han puesto en práctica, Venezuela, Rusia, populismo, mesiánico, ancianidad, nuevo aeropuerto, empresarios, en fin, muchos más.
Es el candidato más criticado, analizado, denostado vituperado y ni así han podido detener ese desplazamiento ascendente. Cuando Andrés Manuel responde a un crítico, por ejemplo; a Carmen Aristegui en una ocasión le dijo “mirona profesional”; a José Cárdenas le dijo “calumniador al servicio de la mafia del poder”; a Francisco Martín Moreno le señaló de “mal escritor dedicado a explotar la ignorancia y el conservadurismo de la sociedad”; a Jesús Silva Herzog llamó “secuaz de la mafia del poder y articulista conservador con apariencia de liberal”.
Cuando responde a una crítica de forma directa entonces es intolerante. Su crecimiento no se detiene. Los mismos críticos y analistas que consideraban alguna vez marcar su “techo” en 36 o 40, luego en 45 espantados por el supuesto de lograr mayoría en los Congresos no han logrado interpretar o comprender esas reacciones a-típicas en la sociedad.
Efecto bomerang, blindaje, anti-sistema, como quiera que le podamos llamar, es un caso inédito en México.
Mientras que los críticos de AMLO le señalan como intolerante y mesiánico, el personaje se desplaza en las plazas públicas con fervorosas manifestaciones de cariño, despierta sentimientos que solo los rock star pueden despertar en adolescentes, pero no, nuestro personaje es político adulto muy conocido, no es Pedro Infante, no es Cantinflas, no es una autoridad religiosa de la Santa Sede. Es AMLO que llena todas las plazas en las ciudades y a cuyo llamado acuden personas de diferentes estratos sociales con sus propios recursos, no hay refrescos ni tortas gratis, no hay playeras, gorras, etc.
El pueblo, los ciudadanos, amas de casa con niños, adultos mayores, jóvenes adolescentes, en fin una variedad sin fin acude a escuchar cerca de 70 minutos que dura, en promedio, los discursos interactivos de López Obrador; me refiero a interactivos porque en su desarrollo improvisado hace referencia a los gritos de las asistentes, y siempre el discurso tiene en lugar común; “vamos a convencer… vamos a platicar, vamos a reunir, vamos a emprender, vamos a …”
El discurso hace énfasis en la acción nosotros, ustedes y yo vamos.
El candidato hace paradas continuas a lo largo de sus recorridos, desciende de su vehículo, conversa y agradece las atenciones; en los aeropuertos, en el interior de la aeronave, en cualquier lugar que se ubique solo recibe muestras de aprobación.
En la medida que el proceso electoral avanza para llegar a su punto más importante el día uno de julio la diatriba del sistema, de los medios, de algunos empresarios avanza; pero a su vez la respuesta popular también se consolida y avanza. Éste es el meollo del fenómeno AMLO, que incluso a quienes lo venimos siguiendo desde años atrás, hoy nos desconcierta. La pregunta; cuál será su tope de seguir así.
@raulcaraveo
*Raúl Caraveo Toledo es licenciado en ciencia política por la UAM, ex catedrático de las Facultades de Psicología y de la Facultad Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana, ha sido analista de estudios económicos de PEMEX y Consejero electoral del IFE-INE de Quintana Roo de 2005 a 2015, ex asesor de la XIII legislatura de Quintana Roo, Conalep Quintana Roo, escribe para www.sdpnoticias.com www.tmj.mx www.gobernantes.com www.revistadigitalqr.com.mx www.todoincluidolarevista.com www.noticaribe.com www.pedrocanche.com y en Chicago ce www.laprensaus.com y www.vocesmigrantes.us |
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