En últimos días, el Orfis ha sido objeto de críticas realmente fuertes e incluso de infundios por el asunto de las Cuentas Públicas y el supuesto de los cobros para limpiar probables irregularidades por parte de funcionarios que tendrían la facultad para hacerlo…, no sabemos cómo, dada la excesiva normatividad, como si uno fuera a la jarciería y pidiera un galón de limpiador de expedientes, súper potente… pero eso es lo que publican los pregoneros.
En los tiempos de las redacciones, lo conocíamos como una guerra de papel…, aunque hoy ya es poco el papel que se publica, pero más o menos es el mismo jelengue, uno publica algo y el otro revira…
La semana pasada, en la presentación que la Auditora Superior Delia González hizo del informe de seguimiento a las cuentas públicas de los diferentes entes fiscalizables, en los ejercicios 2017, 2018, 2019 y 2021, dijo que hay una probable responsabilidad administrativa y denuncias (penales) por más de mil millones de pesos y un acuerdo de reclasificación, ante lo que Delia subrayó que “no obstante que las denuncias aparecen cuantificables, no en todos los casos lo son, porque –explicó- se detectó documentación falsa, y en esos casos, no hay cuantificación económica, pero son denuncias que también se han presentado y que se suman a las que se pueden cuantificar.
Casos concretos de documentos apócrifos con los que pretendieron solventar observaciones están los de los municipios de Ángel R. Cabada, Tecolutla, Naranjos-Amatlán, Lerdo de Tejada y Yecuatla, en el ejercicio correspondiente al año 2019.
Es decir que el Orfis está haciendo su chamba, abarcando todas las aristas, para que nadie se pueda pelar; esos son los datos duros, no se trata de defender a ultranza a nadie, sino de exponer los hechos. Facta non verba.
Lo que nadie dice, es que pareciera que toda la campaña negra, es una reculona por las medidas planteadas del propio ente fiscalizador para acotar, reducir y regular a los despachos externos (incluidos honorarios) –iniciativa que ya está en la Comisión de Vigilancia del Congreso desde hace un ratote, incluso mucho antes de que llegara el niño Fararoni-, pues de esta manera se le acabaría un negocio por demás lucrativo a (más de) un funcionario, que aplica la máxima bíblica gritando a voz en cuello: “¡al ladrón!, ¡agarren al ladrón!”.
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La semana pasada, el 6 de septiembre, en el municipio de Emiliano Zapata, en la zona conurbada con Xalapa, fueron inaugurados tres paraderos de autobuses, que a fuerza de decir verdad son amplios, cómodos para los usuarios que esperan su transporte, cumplen con su labor de protegerlos de los elementos (lluvia, sol) e igualmente a fuerza de hablar con la verdad, este tema lo comentaría hubiera o no boletín (como fue) pues los espacios son dignos y están ubicados en Las Trancas, La Pradera y Santa Lucía.
El maldito “pero” de siempre aparece, por que en primer término se hace mención de que costaron -entre los tres-, un millón de pesos, y bueno…, tomando en cuenta que efectivamente hay que dignificar espacios, pero que hay que optimizar recursos, a la vista parece excesivo que un paradero cueste más de 300 mil pesos cada uno y en su caso, con esa lana, se pueden hacer obras de banquetas y guarniciones en la cabecera municipal, por ejemplo, tierra de Dios y María Santísima, olvidada por sus gobernantes.
Y dos, suponemos que la importancia de estos paraderos es infinitamente mayor que el tema de la falta de agua en este importante municipio conurbado de Xalapa, pues el alcalde Erick Ruiz, se dio todo el tiempo del mundo para inaugurarlos como obras monumentales (con corte de listón y todo el protocolo), y la protesta que ocasionó el cierre carretero por la perforación de un pozo, sólo le mereció al alcalde un video a través de Facebook de poco menos de nueve minutos.
Así las prioridades para el joven Erick Ruiz, que son sus paraderos. Uuufffff.
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Por cierto, quienes piensan que publico por consigna, pónganse a trabajar, que para eso se les paga, en lugar de pensar de dónde viene tal o cual comentario. NO van a descubrir el hilo negro, lo único que sabrán es que la están regando y que quien está detrás de todo es su propia incapacidad, soberbia e ignorancia. Háganle caso a José Alfredo y bájense de la nube en la que andan; la función pública solo dura hasta que se acaba, nunca más allá.
Piel muy delgada, para mano tan dura.
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Soy una persona que escucha a la gente con experiencia y sabiduría, y hago caso de sus consejos. A partir de la fecha simplifico el título de esta columna, ¡Gracias!
¡Qué barbaridad!
deprimera.mano2020@gmail.com
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