Por considerarlo como una verdadera cátedra de Filosofía y humanismo, ocupo este espacio para dar a conocer el mensaje que nos dirigió el Sr. Lic. Don Vicente López Estrada, al finalizar el Homenaje que los Abogados organizados del Estado le rendimos el pasado 18 de septiembre del año en curso.
Hace poco cuando cumplí 85 años, reunidos conmigo, mis hermanos en ese espacio de fraternidad que hemos abierto y que permanece con mucho orgullo, circulado con la cordialidad y el cariño, me hicieron reflexionar sobre lo siguiente:
Quisiera volver a ser niño para reir con toda la inocencia que puede llevar mi sonrisa. Para llorar, con ese llanto que brota de quien muy poco conoce un verdadero sufrimiento.
Pero quien enciende y apaga el día, el ser supremo, no me puede hoy hacer niño y que ría cuando lo fui y llore, enjuague mis lágrimas y me mire sereno, tranquilo, con gracia y con la certeza de que hoy lloré y mañana volver a sonreir.
Nada de lo que realiza el ser humano debe resultarnos ajeno ni la esperanza de un futuro porque es el puerto hacia donde navega la humanidad, ni los actos del presente porque son la base de todos los esfuerzos cotidianos.
Podemos imaginar el futuro, proyectarlo en sueños, diseñarlo con esperanzas y hacerlo mejor para que se convierta en el territorio fértil que habitarán las nuevas generaciones, igualmente, para ser del presente la base fundamental sobre la que se construye con cautela el porvenir, sin perder la dimensión de nuestro ser y estar aquí y ahora.
Esto debe ser valorado por todos nosotros, pero más quien ha llegado a la edad madura. A la edad de la reflexión, a la edad en que debemos analizar que hicimos, que dejamos y que nos queda por hacer. Estoy en una etapa que marcha muy delante de la fase adulta, pero sin que me sea vedado y disfrute de los privilegios y de los dones que la naturaleza nos proporciona. La vida
debe entenderse como un rico venero que necesita conocerse y encausarse debidamente.
Si en el curso de nuestra existencia nos desenvolvemos edificantes constructivamente, se trabaja y se produce, se lucha por vivir bien y en el bien, seremos sabedores que la plenitud no esta en lograr todo lo que anhelamos, sino en valorar lo mucho que se tiene.
El ser humano tiene muchos amaneceres. Para mi, el de hoy es luminoso, lleno de brillo y colorido porque me permite estar con ustedes.
Con esto siento que perdura mas mi vida porque vivo momentos que he de colocar en el altar de mi existir, donde permanecen las cosas buenas que dan esplendor y frescura a mi espíritu.
Participo a ustedes de algún pasaje que aparece en las painas del libro de mi vida. Cuando salí de mi natal Alvarado a estudiar al Colegio Preparatorio de Veracruz en el año de 1952, me inscribí en el bachillerato de humanidades, por virtud de que no fui ni soy bueno para las matemáticas, el algebra y la trigonometría. Sucede que las aulas del bachillerato de ciencias prácticamente se dividen con el de humanidades por una pared por lo tanto podía ver en el pizarrón logaritmos y fórmulas que me causaban casi terror.
Entre las materias de mi grupo se estudiaba filosofía; los conceptos que explicaba el maestro para mi eran muy complicados pues casi a diario tocaba temas como la escolástica, la crítica de la razón pura, los imperativos categóricos y las ideas de Sócrates, Platón, Santo Tomás de Aquino, Emmanuel Kant, Kelsen y demás prestigiosos filósofos, esto realmente me preocupaba pues entendía muy poco del verdadero contenido de la materia.
La escolástica la relacionaba con una señora que en mi tierra tenía una casa desafinada, esto es de mala nota. Nuestro padre nos prohibía que pasáramos por ese lugar, pues según él, ahí habitaba lucifer. Mas tarde me di cuenta que de ahí se podía escuchar el canto de las sirenas pues la dueña ofrecía muy buena y tal vez exquisita mercancía.
Estaba decidido a cambiarme al bachillerato de ciencias, pero el cateto, la hipotenusa y Pi por radio al cuadrado me hicieron desistir y a los panzazos terminé humanidades.
En el primer año de leyes, casi quise salir corriendo cuando en la clase de Derecho Romano que impartía el insigne maestro Alfonso Echegaray, nos indicaba la necesidad de estudiar las “doce tablas”, lo que inmediatamente relacioné con las matemáticas lo que originó mi inquietud y estuve a punto de salir corriendo.
Previo al ingreso a la carrera de leyes, en uno de esos momentos que seguramente envuelve al ser humano, aun no sé porque, tal vez sería en un resplandor de sabiduría, un bendecido sueño o una revelación de la divinidad me decidí a subir al barco que zarparía bajo el firmamento de mi esperanza hacia el puerto donde se encuentra el derecho y su construcción, la ciencia jurídica en que descansan los cimientos de la justicia y por ende de nuestras libertades, supremos valores de nuestra vida de relación. Ahí se inscribieron las primeras páginas de mi vida profesional lo que me llena de profunda satisfacción y que ahora se agiganta con este reconocimiento GRACIAS COMPAÑEROS ABOGADOS MUCHAS GRACIAS.
Aquella decisión sigue iluminando mi destino. El ejercicio del derecho, me ha traído muchos sacrificios, pero mayores y mejores satisfacciones. Es oportuno mencionar a Carnelutti cuando sostiene que el derecho es el juez hecho hombre, solo de este hombre puedo esperar en la vida práctica la tutela que el abstracto me promete la ley, solo si este hombre puede pronunciar a mi favor la palabra justicia, si la tengo podré comprender que el derecho no es una sombra vana poque la justicia no es la imagen de una diosa vendada de los ojos, sino que encarna a un ser con los ojos bien abiertos que penetra hacia los mas profundos sentimientos para evitar que una injusticia se encumbra con la mascara de una ficción de justicia.
Este día lo anoto como uno de los mas significativos de mi vida; pasan por mi mente aquellos lejanos y cercanos recuerdos, aquellos que me dieron fortaleza y me impulsaron a caminar por el sendero del derecho y su construcción e influyeron de manera decisiva en mi formación profesional, colmándome de una experiencia llena de satisfacciones.
Quizá nací con un espíritu que no quiso ser río, sino un lago que por las noches emite murmullos y remanso de paz. Hoy transcurre mi vida viendo nuevos amaneceres y una luna que como cantó Agustín Lara, se quiebra
sobre las tinieblas de mi soledad. Este reconocimiento en el invierno de mi vida, hace llegar para mí las flores de la primavera.
Pero, así como apunté antes sobre los momentos que me dejaron grandes satisfacciones desde luego que he pasado por muchas horas de inmensa tristeza y de un llanto eterno al sufrir la perdida de mis hijas y de la compañera de mi vida. Con ello cambió totalmente mi universo; su muerte llegó a destrozar mi alma y mi corazón entero, como dijo López Velarde “mis lágrimas aprendieron a llorar y mi risa es la envoltura de un dolor callado”.
Sabemos que la vida del ser humano es un enigma desde la cuna hasta la sepultura. Afirma Tagore que el misterio de la vida y de la muerte es tan grande como la oscuridad en la noche, y las ilusiones de la sabiduría son como la neblina al amanecer. Sócrates por su parte sostiene que el temor a la muerte no es otra cosa que considerarse sabio sin serlo, que es creer saber sobre aquello que no se sabe, quizá la muerte sea la mayor bendición del ser humano nadie lo sabe y sin embargo todo el mundo le teme como si supiera con absoluta certeza que es el mayor de los males.
Por mi parte sostengo que el tiempo no nos mata una sola vez, sino muchas mientras nos va dejando solos en espera de nuestra propia partida. En cada ser querido que se lleva, se lleva también algo irreparable de nuestra vida misma.
Recordemos la filosofía de aquella aplaudida canción: gracias a la vida que me ha dado tanto, me ha dado la risa y me ha dado el llanto, así yo distingo dicha de quebranto.
Respetable concurrencia como dije antes quisiera que mi voz se oiga clara, fuerte y que su eco perdure por la solemnidad de este acto que colma de vigor a mi alma y a mi espíritu, así lo determina.
E invocando al céfiro doliente repito la oración que muchas veces me ha llenado de consuelo:
ORACION AL CRISTO DEL CALVARIO DE LA CHILENA GABRIELA MISTRAL
EN ESTA TARDE CRISTO DEL CALVARIO, VINE A ROGARTE POR MI CARNE ENFERMA; PERO AL VERTE MIS OJOS VAN Y VIENEN DE TU CUERPO A MI CUERPO CON VERGÜENZA.
¿COMO QUEJARME DE MIS PIES CANSADOS CUANDO VEO LOS TUYOS DESTROZADOS?
¿COMO MOSTRARTE MIS MANOS VACIAS, CUANDO LAS TUYAS ESTAN LLENAS DE HERIDAS?
¿COMO EXPLICARTE A TI MI SOLEDAD, CUANDO EN LA CRUZ ALZADO Y SOLO ESTÁS ?.
¿COMO EXPLICARIA QUE NO TENGO AMOR, CUNADO TIENES RASGADO EL CORAZON?
AHORA YA NO ME ACUERDO DE NADA, HUYERON DE MI TODAS MIS DOLENCIAS.
EL IMPETU DEL RUEGO QUE TRAIA SE MEAHOGA EN LA BOCA PEDIGUEÑA
Y SOLO PIDO NO PEDIRTE NADA, ESTAR AQUÍ, JUNTO A TU IMAGEN MUERTA IR APRENDIENDO QUE EL DOLOR ES SOLO LA LLAVE SANTA DE TU SANTA PUERTA.
GRACIAS A FAMILIARES Y AMIGOS QUE ME HAN ACOMPÑADO Y UNA VEZ MAS GRACIAS COMPAÑEROS ABOGADOS. Septiembre 18 de 2021 |
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