Partiendo de la innegable base de que los seres humanos no encajamos como eslabón en ninguna cadena ecológica; se puede afirmar que somos parásitos del Planeta Tierra. Y cuesta trabajo entender, que los parásitos patógenos, peligrosos, perniciosos, nocivos, maléficos, mal sanos y lo que le sigue, tengan un Dios más bueno que el pan; y que nos creó por amor...
Decía Charles Louis de Secondat, señor de la Brède y Barón de Montesquieu (1689 - 1755) “Si los triángulos idearan un Dios, lo harían de 3 lados”.
El Planeta Tierra, La Madre Tierra, es un ser inconmensurablemente todo. Todo lo que cualquier mortal pueda imaginar, con todo y su inteligencia artificial, es nada comparado con La Tierra...
Lo siguiente deberá sorprender a la mayoría de mis tres amables lectores. Si uno de sus hijos, propios o recibidos -como nosotros- está enfermo, en su derredor está la planta que lo puede curar. Por supuesto, que viviendo en las ciudades, eso no aplica...
Pero esos hombres y principalmente las mujeres, que meten las manos en la tierra para que nos dé todo lo que necesitamos, sí que lo saben...
Dicen algunos que somos superiores a los animales. Pero un perro que nació en una ciudad, si se enferma, sabe qué comer para curarse. ¿Instintos? ¡Hombre! Se los cambio. Aquí salen corriendo a los hospitales...
El caso es, que, por eso, y mucho más, dejé de creer en las Religiones y en los Dioses tradicionales -con mayúscula, pa que nadie se ofenda- pues quienes dicen ser sus representantes son viles charlatanes hipócritas, porque además no cumplen lo que predican...
Y sus seguidores son dignos de pena. Es lastimoso ver los tumbos que los hombres van dando en el escenario de la vida. Y todo porque no saben el papel que vinieron a desempeñar en el Gran Teatro y todo lo dejan a la buena de Dios. Porque Dios así lo quiso, se escucha siempre...
Entre todo este estercolero en que se ha convertido la humanidad civilizadamente endiosada con los dioses, valga la redundancia, y por no decir primitivamente idólatra...
Solo hay que ver las fotografías de los obi$po$ ortodoxos ucranianos que protestan porque la competencia ya no los deja oficiar mi$a en sus igle$ias y los de Zelensky los han corrido; para darnos una idea de cómo viven...
Salen revestidos con una especie de cucuruchos de panadero rico, con capas bordadas en oro -¡pero qué digo bordadas, repujadas!- para entender que todos son negocios; y que, para mayor cinismo, dicen que ven por los pobres...
Entre los representantes medio “divinos”, está el Dalai Lama, la decimocuarta reencarnación, según sus creencias, cuyo nombre es Tenzin Gyatoso, a quien se le consideraba como un hombre virtuoso que vive en el exilio y predica la paz...
Pero literalmente se le ha venido el mundo encima, por el hecho besar a un niño en los labios y querer que le chupara la lengua. El niño evidentemente lo repudió; aunque no he visto a nadie que lo consigne...
Tratando de paliar el temporal, sus seguidores, primero dijeron que era muy bromista aún en público y ante las cámaras. “Su $antidad, a menudo bromea con las personas que conoce de manera inocente y juguetona”, dice el parte; y agrega: “En la cultura tibetana, el sacar la lengua es una forma común de mostrar, respeto, devoción y amistad”...
Lo que es cierto, pues desde el siglo IX, en tiempos de un repudiado emperador tibetano de nombre Lang Darma (799 – 841) que tenía la lengua negra, se acostumbraba que la gente sacara la lengua para indicar que no tenían nada que ver con el Monarca...
Pero por muy $u $antidad que sea, nadie puede aceptar como “juguetona” una actitud tan repugnante; cuando menos para otras culturas. Porque una cosa es que le saque la lengua al niño y otra decirle que se la chupe...
Lo que no se toma en cuenta, es que el Dalai Lama tiene 87 años y está enfermo; está mal. Sin omitir que desde 1940 cuando los chinos invadieron el Tíbet, vive en el exilio y de aportaciones, como ya saben quién, pues no trabaja...
Ignoro cuál sea su padecimiento y desde cuándo lo tiene; pero hay enfermedades que llevan al individuo a cometer actos de maldad o impúdicos, que en su sano juicio no realizarían. Como descubrirse los genitales y abocarse al placer de Onán frente a los demás...
Los enfermos hacen maldades. Los tuberculosos se alquilan como empleados de los restaurantes y escupen los alimentos para contagiar a los demás. Los sidosos, se abocan a tener relaciones con quien pueden para enfermarlos...
Otros más, son muy desagradables con sus seres queridos y muy amables con los demás. Los que tienen hemorroides son muy explosivos, siempre están de mal humor -¡y cómo no!- y así podemos ir una por una de las enfermedades y todas tienen síntomas mentales...
No soy nadie para disculpar al Dalai Lama, aunque como dirigente religioso no sea de mi agrado, pero debe de estar muy enfermo para hacer lo que hizo.
Y nos vemos mañana, si el Sol me presta vida.
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