“La impunidad es siempre una afrenta” escribió en su cuenta de Twitter el titular de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Santiago Nieto Castillo, apenas se supo del video difundido por la periodista Lourdes Mendoza en el que vemos a un Emilio Lozoya, el ex director de Pemex que acumula 12 denuncias presentadas por diversas autoridades y organismos federales en su contra por presuntos fraudes y desvío de recursos por al menos 20 mil millones de pesos, feliz de la vida departiendo con amigos en una cena en uno de los restaurantes más lujosos de la Ciudad de México. Y tiene toda la razón Santiago Nieto.
Vimos en ese video que se volvió viral en Twitter al mismo Emilio Lozoya al que la Fiscalía General de la República tiene como testigo protegido, al que trajeron de España para montar un número mediático sobre la investigación de la corrupción en el gobierno de Peña Nieto en los casos de los sobornos de la empresa brasileña Odebrecht, donde el ex director de Pemex –que recibió millones de dólares- confesó que parte de ese dinero se usó para la campaña de 2012 de Peña Nieto y para sobornar a legisladores del opositor Partido Acción Nacional en favor de la Reforma Energética de 2013.
Ese Lozoya que supuestamente se encuentra en libertad condicional, porta un brazalete electrónico para evitar su fuga, y que no ha pisado un reclusorio en México más que para, supuestamente, acudir a firmar cada quince días como parte del proceso penal que se le sigue, vive feliz en este país en el que la realidad pura y dura desbarata todos los discursos de que en estos tiempos de la 4T se acabó la impunidad.
Mientras la Fiscalía General de la República persigue científicos y académicos, uno de los personajes emblemáticos de la corrupción en el sexenio peñanietista cena a todo lujo y a la vista de todos. Es una inmoralidad, dijo el presidente López Obrador, y vaya que lo es.
Si Emilio Lozoya, con todo y las carpetas de investigación abiertas en su contra se la pasa tan campante sin que, hasta ahora, se haya decidido la FGR a proceder penalmente en su contra, ni por casualidad puede pensarse que se reparará el daño causado al erario, que es decir a los recursos de todos los mexicanos.
Este episodio de la exhibición del ex director de Pemex con su tren de vida habitual, pese al discurso estridente del actual gobierno del combate a la corrupción, es la confirmación para muchos de la solidez del pacto de impunidad entre el presidente López Obrador y su antecesor Enrique Peña Nieto.
Pues con todo y las evidencias y expedientes que pueden armarse para imputar responsabilidades penales a muchos de quienes fueron altos funcionarios del sexenio anterior y que públicamente han sido señalados de haber incurrido en el saqueo y en sonados casos de corrupción, no hay voluntad para hacerlo.
Mejor se guardan esas cartas para apretar en lo oscurito y doblegar a los hoy legisladores priistas para que avancen sin chistar todas las iniciativas del presidente.
Esa es la realpolitik, más allá de discursos, Lozoyas y atole con el dedo.
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