Ahora gobierna en México el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), con un presidente cuya meta fundamental es instaurar un nuevo régimen, la denomina Cuarta Transformación. Para alcanzar esa ambiciosa meta López Obrador trabaja intensamente a partir del triunfo electoral de julio pasado, cuando se adueñó del ruido mediático nacional y a partir de su ascenso a la presidencia, el 1 de diciembre, amanece día a día picota en mano para reiniciar la tarea de demoler los cimientos del antiguo régimen.
AMLO ha adoptado el estilo de Casius Clay, el legendario y casi invencible boxeador norteamericano cuya estrategia en el boxeo hizo época por su forma de “golpear y correr”; así lo hace el presidente López Obrador antes de plantear un tema en sus “mañaneras”, acostumbra exhibir a funcionarios del pasado endilgándoles acciones de presunta corrupción, pica y deja el veneno, o sea, calumnia que algo queda. Lo ha hecho reiterativamente con los expresidentes Salinas, Fox, Calderón, Peña Nieto y sus ex colaboradores. Cuando es necesario, esa estrategia incluye una disculpa al aludido, sin embargo deja sembrada en el imaginario colectivo la semilla del rencor contra todo lo pasado, contra los culpables de su pobreza, contra los reaccionarios, contra los conservadores, contra el neoliberalismo, contra el corrupto etc.
Durante la hegemonía priista, en México se practicó lo que en ciencia política se conoce como spoils systems, un procedimiento implementado en el siglo XIX en los EEUU que consistía en dar cabida en cargos públicos a los militantes del partido ganador. Aquí lo utilizó el PRI, aunque en nuestro caso en realidad las generaciones se entreveraban porque unos entraban y no todos salían. Cuando el PAN empezó a obtener triunfos electorales la afluencia de panistas a cargos municipales desplazaba a los priistas, así sucedió también con el PRD, pero en algún momento de nuestra evolución política este procedimiento entró en desuso, ya por privilegiarse méritos y experiencias de quienes estaban trabajando, ya porque quien llegaba con eludía problemas laborales,
metía a su gente pero no despedía. Esta es una de las causas del engrosamiento descomunal de la burocracia mexicana, que en Veracruz acumula aproximadamente 45 mil empleados municipales y en el Congreso local da cabida a casi 700 empleados.
MORENA también aplica el spoil system, aunque ahora la velocidad de los medios electrónicos, la labor de radio bemba, la vigilante mirada de los desplazados en la burocracia permite conocer torpezas y desaciertos en nombramientos de la Cuarta Transformación, ya son clásicos los casos de Conacyt y de la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad, donde se habían extendido nombramientos a personal sin perfil para el puesto, solo avalados por su militancia en Morena.
La corrupción, los conservadores, los reaccionarios, el neoliberalismo son los enemigos a vencer, porque son los culpables de la pobreza en México, tal es el meollo del discurso del presidente López Obrador, quien ha reiterado con singular frecuencia la asociación entre el neoliberalismo y la corrupción, aquél es la causa de ésta. Pero históricamente está demostrado que la corrupción en México es más añosa que el neoliberalismo instaurado a partir de 1982. Quien hurgue en nuestra Historia encontrará que siendo presidente Venustiano Carranza corría por la vena popular aquel sustantivo convertido en verbo, “Carrancear”, como sinónimo de robar. O cuando el pueblo deletreaba con singula ingenio las siglas de la Confederación Regional Obrera Mexicana, CROM (1920), fundada por Luis Morones, personaje de la política de aquellos tiempos: “Cómo Roba Oro Morones, y luego al revés, “Mas Oro Roba Calles”. Y qué decir cuando Obregón aludía a los “cañonazos de 50 mil pesos” que nadie resistía, o cuando Ruiz Cortines recomendaba: “construye que algo queda”. Y todavía más fresco, cuando López Portillo gritó “¡ya nos saquearon, no nos volverán a saquear!”, todo sucedió antes del neoliberalismo.
Destruir un régimen político presenta menos dificultades que construir uno nuevo, más aún cuando en el arranque la economía no está acompañada de buenos augurios, pues ya se advierten fuertes nubarrones, entre los cuales se encuentra el caso de Pemex.
¿Quién acompaña a López Obrador en su tarea demoledora y la construcción del nuevo régimen? No son pocos, pero no todos van en armonía con su ritmo, dígalo sino el caso Veracruz, que ha obligado al gobierno federal a intervenir jalándole las orejas a la cúpula que gobierna esta entidad. Se le indigestó Winckler al gobierno del estado y el desaguisado en el Congreso local para enjuiciarlo no gustó en México, adonde fueron convocados funcionarios de la cúpula gobernante para leerles la cartilla a causa de su fallido operativo. Pero acaso el sermón desde la Iglesia fue más contundente “Los fracasos se acumulan…”. En el colmo, el gobernador insiste en reiterar la cantaleta sobre índices delincuenciales a la baja, a pesar que el elocuente discurso de la realidad dice lo contrario con aturdidora contundencia. Bajan los índices delincuenciales, dice el gobernador, pero al mismo tiempo, para fundamentar su apoyo a la Guardia Nacional, declara que la policía no sirve, entonces ¿a qué se debe la referida reducción? Si no hay congruencia surge la desconfianza, y de allí a la decepción media solo un paso. alfredobielmav@hotmail.com
15- f3br3r0-2019 |
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