Con solidaridad y respeto a Cuitláhuac García Jiménez, Eric Patrocinio Cisneros Burgos, Ricardo Ahued Bardahuil y Manuel Huerta Ladrón de Guevara
Con enorme prudencia, algunos observadores de la vida política se han preguntado ¿porquè poco a poco va pasando la euforia del triunfo y el shock de la derrota? El frenesí electoral dio paso a diferentes expresiones ideológicas, los colores, el partido defendido, pero sobre todo a la madurez de los actores políticos. Las curules se han ocupado, las y los candidatos electos han rendido protesta y asumen sus cargos, se siguen manejando nombres cuando los equipos de trabajo para entrar en funciones.
Diferentes posiciones y actitudes han mostrado los principales personajes políticos, felizmente mucho han actuado con madurez y responsabilidad, tanto de lado de los ganadores como de los no favorecidos por el electorado.
Alfonso Romo y AMLO no se hablan ni piensan parecido, y no existe certeza de cuál será la política energética ni la de los precios en el costo de las gasolinas. Ambos dicen dos cosas diametralmente opuestas.
El secretario de hacienda Carlos Urzúa, también. ¿ Cuál va a ser la realidad?
No lo sabremos hasta que empiecen a gobernar. Pero queda claro que los tres funcionarios en materia económica opinan distinto. Más allá que distinto: son visiones contradictorias entre sí. No obstante, a pesar de haber ganado, algunos legisladores continúan en su papel indomable de oposición e increpan a sus propios compañeros de partido, siguen sin saber qué hacer con el triunfo. Hay quienes están hechos sólo para eso, para decir que no a todo, esa ha sido su manera de subsistir, de sacar tajada a cambio de impedir, por destruir, jamás por construir.
Lo que resulta hasta de risa es la cantidad de camaleones, de advenedizos, como veletas girando a causa del viento político, viento que sopla en diferentes direcciones.
Lucio Anneo Séneca dijo: "No hay viento favorable para el barco que no sabe a dónde va", frase que seguro aplica para quienes portan la bandera de la incongruencia, para quienes malbaratan su voluntad y son sólo eso, veletas políticas.
En medio de la tempestad es hora de fijar dirección para llegar a buen puerto, fijemos el rumbo que queramos como país, es tiempo, por el bien de todos, de participar, de tomar cada quien su remo e impeler en la misma dirección sin cambiar rumbo el rumbo a causa de una ligera brisa.
Argumentando y dando razones resulta más valiosa una opinión en contrario que el silencio conforme de un auditorio lleno, el hartazgo que asfixió a nuestro país no requiere de gritos a diestra y siniestra para dejar existir, necesita diálogos y acciones congruentes. No se trata de oponerse, no se confundan, no es tiempo de obstaculizar, vienen maneras diferentes de hacer las cosas, viene para otros la oportunidad de hacer.
El espectáculo brindado por no pocos de los principales actores políticos en estos casi 3 meses ha sido de altibajos; un día, la calidad está por los suelos y al siguiente, los actores se subliman y alcanza niveles que ni los grandes del teatro y el cine soñaron con rozar siquiera.
Ni Laurens Olivier en sus mejores años podría superar a nuestros actores políticos que, de decidirse, una vez terminado su encargo, varias obras de teatro clásico los estarían esperando.
Es claro, para quién hubiera revisado la integración de las bancadas de Morena en ambas Cámaras, que en ellas hay quienes aúnan a su experiencia y conocimientos, también decencia y dignidad. Ellos han empezado a darse cuenta que tanto sus ideas y planteamientos no tendrían futuro alguno, salvo dado lo visto que aceptar en volar, en manada, aberraciones legislativas y constitucionales.
De modo que a los días de iniciadas las labores en el Senado había ya en el aire, la insinuación, la advertencia, si se quiere la amenaza, de que el Senado morenista juega al béisbol con pelotas de piedra: una política de alertas y consecuencias máximas.
El nuevo Gobierno no tiene muy claras las cifras ni la viabilidad de muchos de sus grandes proyectos. Lo que sí tiene muy claro es como se absorbe y se ejerce el poder.
La credibilidad se construye sobre muchas cosas. De ellas, más importantes es la percepción. "Bancarrota" significa "Hundimiento o descredito de un sistema o doctrina".
La verdad, a los mexicanos la discusión por la supuesta bancarrota que vive del país de acuerdo con lo dicho por el próximo presidente, les interesó menos que Thalía o la capitana Marvel. La Fuente es Google, que vía su plataforma Trends registra lo que buscamos todos en internet.
Un experto, Ignacio Valdés, socio de la firma Legal Ibarra Valdés Abogados, define así la bancarrota: la insolvencia irremediable por parte del comerciante. Un país no puede estar en bancarrota bajo esta definición, pues no se trata de un comercio o negocio. Sí puede el gobierno, claro, caer en insolvencia y dejar de pagar sus deudas, como lo estuvo México en los 80's; Argentina la década pasada y este año Venezuela.
El gobierno mexicano no está insolvente. Cubre sus deudas y el pago de intereses que estas generan. Lo que no puede obviarse es el adeudo con más de la mitad de los mexicanos que carecen de oportunidades para salir de la miseria. Estamos cayendo en una discusión inútil. Y la polarización que puede darse puede costar al país. Saben perfectamente Carlos Urzúa o Gerardo Esquivel. Quizás no se lo han contado a AMLO. Las palabras importan pero lo que subyace importa más aún. Que el país necesita reparaciones mayores es algo que está fuera de discusión. Creo que lo más ocioso en este momento es tener discusiones ideológicas. Bancarrota moral es aquella que vive una nación que se olvida de sus principios y sus objetivos, de sus creencias laicas y también de las religiosas. Así que tal vez en lugar de discutir tanto nos deberíamos poner a pagar lo pendiente, aunque sea en abonos. No es cualquier cosa. El gobierno saliente, con todo y la debilidad y que ya deja ver, no puede permanecer impávido ante las acusaciones del presidente electo.
Eso tensa el cambio.
Siempre fue obvio que la imaginación de alcances de la cuarta transformación no correspondía con la realidad económica del país. Hoy que hay conciencia de la realidad, hay que buscar responsables de incumplimiento que viene. Hoy existen tensiones que genera el propio AMLO que pueden estorbar en el cambio.
Esa buena relación conviene a todos, a los que se van para que partan tranquilos. A los que llegan, para que empiecen a gobernar en paz.
La famosa gira del agradecimiento de AMLO se ha convertido en ese enojo que hace que Bruce Banner se convierta en Hulk; la exposición a las masas es la pócima que hace que el Dr. Kekyll se transforme en Mr. Hyde.
Reza un refrán, prometer no empobrece, dar es lo que aniquila. Y así sucede en las campañas. No es que los candidatos mientan deliberadamente. Formulan propuestas que hacen sentido, aunque no tengan suficiente sustento. Sin embargo, esperan resultados.
Y los políticos lo saben. No basta el discurso, los hechos pesan más tras la victoria.
Por eso si el riesgo es que no podrán concretar lo ofrecido es frecuente culpen al antecesor, o a un tercero. Reconocer las limitaciones es difícil. Siempre se impone la terca realidad.
A mí no me sorprende el discurso de AMLO conforme se acerca su toma de posesión. Al contrario, celebro su prudencia. Se mantiene firme en lo fundamental, el equilibrio macroeconómico. No se financiera un gasto excesivo con más impuestos, ni con mayor deuda. Queda pues el ahorro. Lo va a aplicar sin miramientos bajo la visión de que el servicio público es una vocación, no una forma de vida.
Su meta de 500 mil millones de pesos es difícil de alcanzar. El ingreso no cambiará radicalmente hasta que crezca la economía.
Lograrlo implica inversión. Ésta requiere de confianza y garantías. Así las cosas, se revisarán contratos, pero no se cancelarán proyectos en energía.
No se va a subsidiar el precio de las gasolinas. Lo celebro porque no se justifica socialmente. Tanto Romo como Urzúa han confirmado seguirá el desliz. AMLO señaló que en un futuro, cuando se concluyen refinerías y se aumente la extracción de petróleo podrán bajar precios. Se cambiará el proyecto educativo. Se apoyará a los adultos mayores, pero se elevará la edad a 68 años. Poco se habla ya de la descentralización de las Secretarías de Estado.
Aún no hay un proyecto, con estudios y costos, del Tren Maya. Difícil iniciar construcción en forma inmediata. El DNR no es suficiente para financiarlo.
En general, los trenes de pasajeros no son rentables en el mundo.
Así las cosas, no es lo mismo revisar las finanzas públicas, que analizar a detalle el ingreso y el gasto público. Terca realidad. Bajar impuestos en la frontera tendrá un costo, no sabemos cómo se compensará.
Hay pues que esperar a la prestación de los Criterios de la Política Económica, el proyecto de ingresos y miscelánea fiscal, el Presupuesto de Egresos para conocer exactamente el alcance del proyecto del nuevo gobierno.
Será un presupuesto austero, que no permite cumplir con todas las propuestas de AMLO, lo que seguramente no le gusta.
Por eso pasamos un discurso que reconoce avances y equilibrios macroeconómicos, para después señalar que estamos en bancarrota, porque no hay suficientes recursos para atender todas las necesidades. No estamos en quiebra, pero en electo, no alcanza. Es pues, la terca realidad. La cabeza de AMLO siempre ha operado con una visión táctica de mediano plazo. AMLO nunca admite equivocaciones. Gobernar modelo que se suponía, pero el coraje de AMLO con la realidad le debe enseñar que va a tener costos adicionales si no se serena. A los mercados no le gusta lo que están viendo en él.
Jugar al ensayo y error para descubrir luego que lo supuesto es imposible de poner en práctica. Hay contradicciones que no tienen salida y por ello tienen que resolverse a la brevedad.
Todos recordamos el vendedor de camellos que a voz en cuello decía en el mercado que los suyos bailaban, cantaban y hablaban varios idiomas, especialmente suajili y esperanto. Siempre tenía éxito.
"México en crisis"; el nuestro no es paraíso, aunque tampoco está en estado crítico.
Comienza el otoño y con él la oscuridad luego de la luminiscencia del verano político.
Esperemos que este otoño, para algunos la estación más bella del año, no termine siendo el preámbulo del invierno de nuestro descontento. |
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