Con solidaridad y respeto a Cuitláhuac García Jiménez, Eric Patrocinio Cisneros Burgos, Ricardo Ahued Bardahuil y Manuel Huerta Ladrón de Guevara
"Tonto es quien piensa que el pueblo es tonto" como el que esto escribe la principal virtud del federalismo como sistema de gobierno es que da cabida a la pluralidad y la diversidad. Ciudadanos heterogéneos que viven en Estados autónomos y municipios libres pueden adoptar la legislación y las políticas públicas más acordes con sus preferencias y aspiraciones, reflejo de esta diversidad. El principal defecto de este sistema es que el federalismo refuerza la desigualdad. En México, el federalismo se ha visto históricamente atenuado por el régimen político, sobre todo durante las etapas más autoritarias de la vida nacional. La centralización del poder y la concentración de los recursos fiscales han sido rasgos característicos de buena parte del siglo XX. Aunque la historia es compleja larga de contar, aquí basta, con decir que el legado del centralismo autoritario fue que la Federación mexicana se distingue por el enorme papel que juegan las transparencias federales en el equilibrio institucional el sistema. Toman en cuenta las vastas transparencias fiscales, no se pueden entender porqué los gobernadores han sido verdaderos saqueadores de sus estados, porque el sistema de salud se encuentra fragmentado o los esfuerzos en seguridad pública tampoco efectivos. No hay nada de extraño en que un gobierno nacional redistribuye fondos entre lugares, pero lo que es notable en nuestro país, sin embargo, es que esta redistribución parece tener un Impacto nulo o muy limitado en la reducción de las desigualdades. México continúa siendo uno de los países más desiguales del mundo.
Esto no niega, por otra parte, que en el último tramo de la distribución del ingreso (1% más rico) se han concentrado fortunas difíciles de imaginar posibles en una sociedad democrática. Y en las disparidades regionales no se ha avanzado un ápice, la desigualdad, la mente no ha cambiado. Este tema es particularmente notable para las comunidades indígenas, y que sufren cotidianamente racismo y discriminación. Y la población indígena del país no es sólo la que todavía habla sus lenguas originales, pues por lo menos una quinta parte de los mexicanos se consideran a sí mismos miembros de una etnia. El único federalismo aceptable después de tantos años de desden sería uno que atienda las desigualdades que emanan de las regiones indígenas y compense a estos ciudadanos por medio de un proceso radical de redistribución hacia ellos.
El federalismo mexicano protege los privilegios de las clases políticas en los estados pueden desplazar la culpa de su incompetencia a los otros niveles de gobierno.
Cambiar la letra del artículo 124 no modificará esto de la noche a la mañana, pero pasar de la simulación que reserva a los estados los poderes residuales a reconocer que lo que el país, y en particular las comunidades indígenas necesitan es un federalismo colaborativo, coordinado, concurrente y subsidiario sería un paso en la dirección apropiada.
Si AMLO quieres ser recordado como un extraordinario mandatario, que promovió una "Cuarta Transformación qué cambio en una forma fundamental el futuro de México, debería apostar por fortalecer los pesos y contrapesos que requiere toda democracia.
Aunque él asegure que no es corrupto, que es austero y que no es autoritario, para su sucesor serán demasiadas las tentaciones de hacer uso del poder del Estado para imponer y mantener el poder. No importa quién sea. El fenómeno y la credibilidad del presidente electo Andrés Manuel ante el electorado es histórico y es difícil imaginarse a un personaje como él, las siguientes décadas, que pueda ascender al poder y gobernar con tanto apoyo de la población como lo tiene. Es improbable que de haber un presidente electo de otro partido que no sea Morena, vaya a suceder una transición tan pacífica, hasta amistosa, como la que estamos viviendo en este momento. Por razones que la historia algún día nos compartirá, la transición de EPN a AMLO ha sido históricamente democrática, casi un ejemplo para los libros de texto. En cualquier momento, las elecciones de 2018 pudieron ser una de las más caóticas y más violentas de la historia. No fue así. Tal vez fue el momento histórico y los personajes. Pero seamos claros, no fue por la fortaleza de las "instituciones". La falta de instituciones independientes ha permitido que México se encuentra en uno de los momentos más violentos de la historia, que hayan gobernado los más corruptos, que hayan desaparecido miles y miles de personas, y poco, muy poco, avance en contra de la pobreza y la marginación.
AMLO y EPN se comportaron como estadísticas, pero observando en la conferencia de prensa las caras de los secretarios salientes, si fuera por ellos, hubieran claramente preferido otro candidato ganador. Y así, el presidente Peña Nieto será recordado como el gobernante priista que "permitió" que un candidato de la izquierda nadie se convirtiera en el siguiente presidente de México.
AMLO necesita apostar no a afianzar el poder de él y su partido, sino en su legado histórico, para que al terminar su mandato la democracia mexicana sea más fuerte, y no destruir o debilitar las instituciones. Y conste que su equipo de asesores y los que buscan el poder mediante Morena ganarán para hacer lo contrario. Esto sería natural, ya que argumentaran: ¿Cómo podrá dejar que se les escape el poder después de décadas de lucha por parte de la izquierda? Apostarle al futuro de la democracia no necesariamente será lo más popular entre sus seguidores.
Pero el estadista que pudiera ser Andrés Manuel tiene la capacidad de dejar huellas, que podrían definir la historia de México. El legado de un gobernante autoritario, incapaz o corrupto, literalmente puede desaparecer en cuestión de meses.
Son los pesos y contrapesos de la rama judicial, de los medios de comunicación, de los gobiernos estatales, municipales, de una rama legislativa o partidos políticos, la clase empresarial, las iglesias, la sociedad civil y ONG y una burocracia ferozmente fiel a los conceptos constitucionales AMLO hay que apostarle el futuro de la democracia.
AMLO no llegará al poder para tocar el violín, "que se toma con la izquierda y se toca con la derecha".
Parafraseando a Daniel Cosío Villegas en este retorno al siglo pasado, el estilo personal de gobernar de Andrés Manuel nos regresa a la necesidad de interpretar el lenguaje esotérico de los gobernantes del
priismo hegemónico, donde cada expresión del primer mandatario era motivo de discusión sobre lo que pretende expresar en realidad y hacia quién iban dirigidos los mensajes cifrados. Lo mismo en la relación entre los funcionarios cercanos a AMLO. Consultar y gobernar tiene un significado muy peculiar, la realización de una consulta o referéndum en un régimen democrático se produce cuando temas locales extremadamente específicos, o por el contrario de enorme trascendencia a nivel nacional, rebasan los límites de las atribuciones de gobernantes en sus respectivas jurisdicciones. Abusar de consultas carentes de sustento legal y fuera de una lógica política congruente con la materia a preguntar a la ciudadanía, sólo devaluara el propio ejercicio del poder que debe asumir con argumentos y decisión ante una sociedad que espera soluciones efectivas y prontas. Todos deseamos a AMLO con mucho éxito su conducción. México lo merece. Eso no impide cuestionar decisiones.
El pueblo sabio, frase que infunde temor por el contenido populista, no se corresponde con una vocación democrática que AMLO impulsa en torno a la participación social sobre políticas públicas. AMLO sin dar pormenores, sentenció que se derogará la reforma educativa, aquí no habrá consulta popular, ni siquiera entre los docentes, aunque se trate de un tema fundamental, la educación de millones de niños y jóvenes, y sobre todo el efecto de la misma en un país emergente que aspira tener mejores estadios de desarrollo. Desde luego la reforma educativa es perfectible, en algunos casos es punitiva y sin duda debe ser mejorada y adaptada a las nuevas circunstancias.
"El talento debe ser recompensado Francois Mitterrand, en estos tiempos de austeridad republicana no podría estar más de acuerdo, aunque sé que admitirlo es políticamente incorrecto". La moda en esta época de la Cuarta Transformación son los ingresos modestos. Es cierto que los abusos y excesos deben ser eliminados. Pero no hay que irse al extremo de tener que vivir al día para presumir dignidad. En las cámaras se necesitan a los mejores, los más preparados, los que pueden darnos las leyes y reformas que levanten a este país.
Mientras ustedes terminan de leer este texto, queridos lectores, hay para mí varios mensajes: La democracia mexicana vive una situación inédita un gobierno con amplios márgenes de control político. De ahí que se requieren que otros actores cumplen su función y, al hacerlo, constituyen mecanismos de contrapeso de las políticas y propuestas de la nueva administración. Destacan el Poder Judicial, en especial la Suprema Corte de Justicia, los órganos autónomos del Estado y los medios de comunicación. Es normal que en las democracias los medios causan molestia o irritación a los gobernantes, en especial a la cabeza de gobierno. Eso no será diferente; Lo esencial es que quienes gobiernan respondan conforme a las reglas de la democracia.
La obligación de todos quienes colaboramos en los medios es informar puntualmente, así como opinar sobre los hechos con plena libertad. Siguiendo una reflexión de José Woldenberg, habremos de continuar haciéndolo, al informar y opinar sobre lo bueno y lo malo de las acciones de la administración, reconociendo lo primero y señalando lo segundo. Esa es la misión de los medios de comunicación, que debe reafirmarse por el cambio de gobierno. |
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