No me lo contaron. Como reportero lo viví en la época del hoy nonagenario PRI. La gente no acudía a votar porque sabía de antemano quiénes ganarían las elecciones. Las casillas lucían vacías. Funcionarios y representantes de partidos se aburrían. Al concluir la jornada, transportaban las urnas semivacías a la oficina electoral donde las rellenaban, abultaban y asignaban a conveniencia determinado número de votos a cada uno de los candidatos, ¡y caso resuelto!
La hegemonía priista en su apogeo. Nadie le disputaba el poder. La incipiente y débil oposición apenas recibía migajas.
Han cambiado los actores. Distinto partido en el gobierno. Nuevos estilos y formas aunque el fondo permanece igual. Acarreos, actos masivos y cartas públicas de apoyo al presidente en turno. Antes el jefe del estado, del gobierno y del partido era infalible. Hoy también. Nunca se equivoca. Es perfecto, sabio e incorruptible. Quienes se atreven a cuestionarlo, son enemigos de la nación, traidores a la patria. Están con él o en su contra. No hay medias tintas.
El presidente es el pueblo, encarna a la patria, es México. ¡Ay de aquel que disienta! No sabe en qué se mete.
Viene la consulta de revocación el 10 de abril y acudirán a votar por voluntad propia, por convicción o por lo que sea, a favor de Andrés Manuel López Obrador continuar como presidente.
¿Y los inconformes? Estos ni siquiera se molestarán en votar. ¿Para qué? Presienten el resultado. Como en tiempos del PRI, cuando la gente no participaba en las elecciones.
El pronóstico es claro. Unos cuantos concurrirán a las urnas y votarán contra la revocación. La diferencia entre el pasado y el presente es que ahora sí sabremos cuántos son en contra y cuántos a favor. Antes nos mentían con los números. Hoy esperamos la verdad.
AMLO obtuvo más de 30 millones de votos en junio del 2018. Esta vez podría alcanzar menos de la mitad. ¿Por qué? Tal vez sus partidarios consideran innecesaria la ratificación de su mandato. O suponen que de todos modos, triunfará la no revocación y que no vale la pena perder el tiempo en ir a votar.
Esta consulta costará miles de millones de pesos y para nada servirá, como inútil fue la anterior cuando preguntaron si se debía enjuiciar a los expresidentes o no. Siguen libres y felices.
En sí, no habrá revocación de mandato presidencial de López Obrador. Yo no votaré. |
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