Voté por Andrés Manuel López Obrador junto con 30 millones de mexicanos en números redondos. Deseo y confío que disminuirán la corrupción, la inseguridad, la impunidad y la pobreza. Ojalá no me equivoque ni yo ni todos los que lo elegimos el primero de julio.
En lo que nunca estaremos de acuerdo, salvo que se nos explique a detalle en qué consiste la amnistía que ha ofrecido para delincuentes y nos convenza de sus bondades y de que esta medida coadyuvará para recuperar la paz pública.
Escuché por la televisión lo que dijo textual en Ciudad Juárez, Chihuahua, el martes de la semana pasada: “Olvido no. Perdón sí”.
¿Cómo pedir a una madre que perdone al o los asesinos de su hija o hijo? ¿Al violador? ¿Al secuestrador?
¿Cómo hacerle semejante petición a una viuda o a un huérfano? ¿Quiénes o cuántas personas estarán dispuestas a perdonar al que ha arrebatado la vida a un ser querido?
Con indignación y justa razón exigen castigo. El estado existe para garantizar la seguridad, para procurar e impartir justicia. El perdón es potestad de Dios.
Hemos conocido casos de maleantes irredentos que salen de prisión por fallas o errores al ser capturados o procesados, o por omisiones deliberadas de fiscales y jueces corruptos, ante la desesperación e impotencia de las víctimas y familiares. Estos criminales liberados vuelven a cometer delitos graves.
El presidente electo pide a los deudos de personas desaparecidas, asesinadas, torturadas, secuestradas y violadas que no olviden a sus familiares pero que perdonen a sus verdugos.
No queremos la ley del talión, el ojo por ojo y diente por diente, tampoco cortarles las manos a los ladrones como proponía el Bronco, ni castrar a los violadores, ni pena de muerte para los asesinos, pero sí demandamos justicia a secas.
No al perdón. Y si insiste AMLO, los mismos que lo eligieron podrían votar dentro de 3 años para revocarle el poder si no se reducen los altos índices de inseguridad y violencia… en caso de que cumpla la promesa de proponer y aprobarse una ley de revocación del mandato presidencial a la mitad del sexenio.
Andrés Manuel López Obrador está aún a tiempo de rectificar, de no ofrecer en bandeja de plata pretextos a sus adversarios para que exclamen a voz en cuello: ¡Se los dije! ¡Se los dijimos! ¡Nos irá mal con este presidente!
Señor presidente electo, no defraude la confianza de millones de mexicanos que lo apoyan. Demuestre que no se siente un mesías, gobierne para todos. De verdad haga historia y que sea una realidad la cuarta transformación de la república que usted propone.
Posee todo el poder, incluida la mayoría en las cámaras de diputados y senadores, para ser el gran presidente que México requiere.
Los que confiamos y votamos por usted se lo demandamos… también los que no le dieron su voto. |
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