A estas alturas no hay duda de quién ganará la elección presidencial el primero de julio. Hasta los que no simpatizan con el candidato puntero en las encuestas, opinan que arrasará en las urnas.
Algunos optimistas partidarios de José Antonio Meade abrigan la cada vez más remota esperanza de que Andrés Manuel López Obrador suelte una declaración desafortunada que le reste votos, como cuando en 2006 dijo “¡ya cállate chachalaca!”, en alusión al entonces presidente Vicente Fox.
Al parecer en esta ocasión le perdonarán todo a AMLO, hasta la posibilidad de otorgar amnistía a importantes criminales si ello contribuyera a disminuir los índices de inseguridad. Continúa arriba en las encuestas.
Acaso le buscarán algún o algunos pecados escondidos y exhibirlos durante la campaña que apenas va a empezar. O esperarán que cometa un error garrafal de esos en los que suele incurrir con suma facilidad.
Incluso en una acción pactada, desesperada y audaz, Meade puede simular que rompe con el presidente Enrique Peña Nieto e insinuar un juicio y eventual encarcelamiento. Muchos le creerían y votarían por él. Chance y así gana.
Lo cierto es que en este momento los momios están a favor de López Obrador en esta elección que es su último tren… la tercera sería la victoria.
Lo anterior es en cuanto a la elección presidencial. ¿Quién será el próximo gobernador de Veracruz?
Aunque a José Yunes Zorrilla miles de veracruzanos lo consideran experimentado y preparado, va en tercer lugar según las encuestas. La batalla se está cerrando entre Cuitláhuac García Jiménez y Miguel Ángel Yunes Márquez.
Así que de acuerdo a sondeos directos entre veracruzanos, allá por el mes de mayo les adelantaré quién de estos sucederá a Miguel Ángel Yunes Linares en la gubernatura del estado.
Volviendo a la elección presidencial, es importante precisar que si el vencedor es Andrés Manuel López Obrador, tal como se percibe, no necesariamente sería el próximo presidente de México.
No sería raro, ni la primera vez, que un triunfo en las urnas no es oficialmente reconocido.
Parece un contrasentido, pero no. Priistas importantes comentan sotto voce que se ha diseñado una sofisticada estrategia para primero bajar a Ricardo Anaya, subir a Meade al segundo lugar, luego empatarlo con AMLO y finalmente superarlo por uno o dos puntos de ventaja.
La pregunta que flota en el aire es si un desenlace así sería creíble para millones de mexicanos. |
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