El GRAN ASILO EN MEXICO
Ayer el presidente AMLO estaba muino (enojado), por la carta que le firmaron unos 190 periodistas de todo el país, desde los más picudos hasta los de medio pelo. Dijo que eran los de siempre, y se fue contra López Dóriga, Loret de Mola y otros, a Ciro no lo mencionó, porque la carta era una de apoyo a Ciro. También acusó que jamás le han escrito algo bonito, algo que le guste de la 4T, y en parte quizá tenga razón, y como Yo Mero era uno de los firmantes, ahora le voy a echar una porra en un acto que considero justo y legítimo, el Derecho de Asilo. Cuando dio la orden de que la familia del presidente sombrerudo de Perú, llegara asilada a México, donde ya están aquí y Ebrard les busca departamento y tenerlos con una pensión mensual, en eso no hay problema. Y digo que es justo, porque los errores que haya cometido el padre o esposo, son de él, la familia no tiene por qué ser encarcelada, y aplaudo, presidente, el que las haya traído.
AQUELLOS ASILADOS
Entonces me fui a la historia. México ha sido grande en los temas de asilo. Nos cubrimos de gloria cuando caía la República en España y mi general Lázaro Cárdenas se traía a los maestros, intelectuales y españoles que querían huir de la Guerra Civil. Gracias a ellos llegó gente grande como León Felipe, poeta de la Generación del 27, quedándose aquí hasta su muerte en 1968, gracias a ello se fundó en la capital El Colegio de México (Colmex), con todos esos maestros de las letras donde deambularon Alfonso Reyes y Daniel Cosío Villegas, venía a suplir a La Casa de España y Cárdenas autorizó realizarlo. Aquí asilamos también (1940) a León Trotsky, para que lo mandara a matar el criminal Stalin, a través de Ramón Mercader, un español contratado (léase El hombre que amaba a los perros, del cubano Leonardo Padura). Aquí también, y con eso cierro España, aunque podríamos escribir un libro de los asilos, llegaron en 1937 huyendo de la guerra, 454 niños que fueron llamados Los Niños de Morelia, porque a Morelia fue su destino final, todos entraban por Veracruz, llegaban al puerto en barcos y doña Amalia Solórzano de Cárdenas fue por estos niños, para darles refugio, techo, comida y educación. Muchos tenían padres, otros no. En esta Orizaba llegaron años después, dos de esos niños, uno fue Paco Ubeda, que aquí formó familia, del otro no tengo el dato.
EL ASILO EN SU GRANDEZA
Pero el asilo que engrandeció a México fue el del golpe salvaje a Salvador Allende. En Chile una mañana la CIA, los militares, Kissinger y el presidente americano ordenaron derrocar a Allende, que había ganado el gobierno con 30 por ciento de votos. Asaltaron el Palacio de la Moneda y lo bombardearon con aviones y pilotos americanos, pero Allende nunca se rindió. Murió allí en su oficina, unos dicen que se pegó un tiro él mismo, otras versiones que fue la gente del killer Pinochet. Entonces Echeverría, que era como su hermano, hizo la operación del siglo para asilar a la familia Allende, envió aviones de la Fuerza Aérea Mexicana y apostó uno allí mismo, porque no solo quería a la familia presidencial, quería al gran poeta Pablo Neruda, que ya había aceptado asilarse, pero en el hospital murió, unos dicen que del cáncer que padecía, otros, que lo asesinaron. Días antes los militares fueron a Isla Negra, la casa de campo de Neruda, al revolotear todo, Neruda preguntó: ¿Qué buscan? ¡Armas!, dijo el militar. “Aquí las únicas armas que encontrarán es la poesía”, respondió el poeta.
Tuvieron suerte los chilenos que, en la Embajada mexicana a cargo de ella estuviera el gran Gonzalo Martínez Corbalá, que abrió las puertas de par en par para que los chilenos pudieran entrar, antes que los milicos cerraran las puertas y no permitieran más asilados. México tuvo la suerte de tener en esos días al extraordinario reportero, Manuel Mejido, de Excélsior, cuando era el periódico de la vida nacional. El único diario mexicano que tuvo un periodista allí. Manuel Mejido era orgullosamente originario de mi pueblo, Tierra Blanca, algún día tomando un café en el VIPS de Veracruz, nos comentó a mi hermano Enrique y a mi mero, cómo enviaba las crónicas. Las comunicaciones las cortaron todas. Quedó olvidado un teléfono en la Embajada y desde ahí Manuel dictaba a un reportero de Argentina, que a su vez la enviaba a Excélsior y a otros medios en el mundo. El primer encabezado del tema informaba la negativa del presidente de dimitir, luego vendría su muerte, en aquel golpe del septiembre negro chileno. Un poquito después, 1974, Echeverría rompió relaciones con Chile y los mandó al carajo (palabra francesa). Esas eran historias del Asilo, como la de AMLO con la familia del presidente peruano. Vale.
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