Su estatura y complexión disminuida no reflejaba su edad, era evidencia inobjetable de una mala alimentación, testimonios de los vecinos donde vivía manifiestan, que por las ocupaciones de sus padres prácticamente estaba sola durante la mayor parte del día, sus compañeros eran sus dos perros, que en casa eran sus guardianes pero lamentablemente no podían acompañarla a la escuela.
Como todas las mañanas, la pequeña Fátima se levantó ese día con su tierna e imborrable sonrisa, a pesar de las condiciones de precariedad en las que vivía y a su corta edad se las ingeniaba para ser feliz, su inocencia y ánimo con que andaba por la vida era una luz entre tanta marginación que la rodeaba. Ese día no se sabe si se fue sola como en otras ocasiones o su madre la acompañaba, lo cierto es que partió rumbo a la escuela a estudiar y reunirse con sus compañeritos, quizás eran los mejores momentos de su día el convivir con seres inocentes como ella.
Alegre y platicadora paso su día en la escuela sin imaginar que estaba acechada por verdaderas bestias.
Pasado el mediodía llegaría la hora de salida de la escuela, mientras otros padres recogían a sus hijos, ella volteaba buscando que fueran por ella, lamentablemente ese día su mamá llegaría retrasada, lo que fue aprovechado por una infame mujer para llevársela.
Desde el día en que se la llevaron hasta el día en que la encontraron pasaron más de cuatro días, su cuerpo fue abandonado dentro de una bolsa de plástico desnuda y con huellas de una terrible infamia. Es en ese momento que el suceso se empieza a conocer ante la opinión pública y, si la tragedia de la pequeña es una terrible noticia, el comportamiento que tuvieron las autoridades y una gran parte de la clase política para justificarse y enlodarse mutuamente es aún peor, causan mayor repudio que juntas todas las tragedias que ocurren a diario en nuestro país.
En lugar de activar la búsqueda inmediata en el momento que las autoridades tuvieron conocimiento de la desaparición de la pequeña, actuaron con indolencia y franca irresponsabilidad, como lo hacen regularmente, dejando en total indefensión a la inocente víctima. De haber actuado con responsabilidad y prontitud difundiendo las imágenes de la presunta secuestradora llevándose a la pequeña, seguramente la hubieran identificado y ubicado a tiempo para rescatar a la frágil víctima.
Es probable que mientras las autoridades ignoraban a los familiares que demandaban su búsqueda e intentaban les aceptaran su denuncia, cada minuto que pasaba esa niña indefensa recibía bofetadas y golpes en todo su cuerpo, al acumularse los minutos para volverse horas, seguramente los insultos y bajezas en contra de la menor fueron en aumento hasta culminar en abuso de todo tipo, sin comprender porque le estaban ocurriendo cosas tan terribles, llena de miedo y llorando sin cesar, finalmente perdería la vida a manos de seres despreciables y abandonada por las autoridades obligadas a protegerle en todo sentido.
En México 20 millones de niños viven en pobreza, en general las condiciones de vulnerabilidad en que se encuentran los infantes son sumamente delicadas, lo que los expone a depredadores, como las bestias que victimaron a la pequeña Fátima, pero, también a los buitres de la política que lejos de discutir como revertir el daño que padecen, se enlodan entre ellos, en una vergonzosa e irresponsable lucha por el poder.
JORGE MARIN BARRAGAN
Orizaba, Ver. A 19 de febrero de 2020. |
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