Cuando en 1997 escuchaba los argumentos que Dante Delgado vertía con el propósito de crear un partido político distinto a los que ya existían, sus ideas me parecían demasiado revolucionadas y anticipadas a su tiempo, ahora puedo constatar que por lo menos dos décadas llevaba de ventaja a cualquiera de sus contemporáneos, manejaba con gran profundidad y destreza conceptos como: Revocación de Mandato; Reducción de Jornadas Electorales (dos, la principal y la intermedia); Reducción de Privilegios y Regulación de Salarios; Participación Ciudadana (para supervisar y fiscalizar, así como candidaturas); Cero Financiamiento a Partidos Políticos (mediante una Reforma del Estado para lograr Elecciones Justas y Equitativas), por mencionar una muestra del caudal de ideas y planteamientos que proponía desde hace más de 20 años y que actualmente quieren desde el gobierno ofrecer como novedosos.
Pensaban muchos que tiraba hacia la luna pensando llegar lo más lejos posible, pocos entendieron entonces que tenían bien clara la ruta que se requería para poder hacer de México un país más justo, prospero y competitivo en el concierto internacional, otros más se perdieron entre los procesos electorales suponiendo que en ese ejercicio se agotaba el naciente proyecto, hubo también quienes le siguieron con pleno convencimiento de que su movimiento era genuino y en beneficio de las mayorías, estos últimos no se equivocaron.
Con gran categoría, al ganarles todas las batallas legales, se impuso a los canallas que quisieron que claudicara, al mismo tiempo que los confrontaba con dignidad y firmeza, impulsaba con gran determinación el proyecto ciudadano, con su poderoso discurso que erizaba la piel contagiaba de optimismo a sus seguidores y reafirmaba la convicción de quienes ya lo secundaban para lograr Un Nuevo Rumbo Para La Nación.
Como estadista que es, Dante Delgado no se detiene, ni se distrae buscando reconocimientos o aplausos que son banalidades de los políticos tradicionales, pensando en lo que viene construye con las futuras generaciones para continuar el reto que significa hacer de México una gran nación. Con esa visión lograron en el Movimiento Ciudadano una amalgama de juventud y madurez, compuesta por hombres y mujeres de convicciones firmes y valor a toda prueba con quienes han formado, en el Senado y cámara de diputados, bancadas legislativas combativas y que se han distinguido por ser de las de mayor productividad, además de que con una actuación congruente y argumentada se han constituido como un bloque que ha sabido contener los excesos de una mayoría de MORENA, el nuevo partido en el poder, que acata a rajatabla las instrucciones irreflexivas del ejecutivo federal.
No es exagerado afirmar que, una oposición con estas características, guiada por la visión de un gran estadista, mucha falta le hace a la vida política del país en momentos de latente y peligrosa tentación autoritaria.
JORGE MARÍN BARRAGÁN
Orizaba, Ver. A 16 de junio de 2019. |
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