El trimestre enero/marzo es el más violento de la historia, según indican las estadisticas del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. El segundo trimestre del año ha iniciado aún más violento, no hay descanso ni limites para las actividades delictivas que ya amenazan la estabilidad nacional.
Dos sucesos trágicos marcaron la semana santa de este año, el sabado de gloria 14 personas murieron por un ataque armado en Minatitlan, Veracruz, entre las victimas había ancianos y un niño de apenas 1 año y meses de edad, este domingo de resurrección en Comalcalco, Tabasco, dos mujeres fueron ultimadas a balazos, en el ataque dos niños fueron heridos, uno de ellos de escasos 8 meses de nacido quedó tirado en el pavimento con lesiones graves, posteriormente murió en el hospital, el otro menor de 10 años aproximadamente, consternado esperaba sentado en la banqueta el auxilio de los paramédicos, se recupera de sus heridas pero el daño sicológico le será difícil de superar.
Previo a estos trágicos acontecimientos los delitos se multiplicaban en toda la República con asombrosa cotidianidad, por ejemplo, en San Luis Potosí un joven muralista de 27 años de edad, su padre y hermano habían sido acribillados en su casa. Así podríamos continuar enlistando acontecimientos lamentables suscitados en todas las entidades.
La Ciudad de México también a visto afectada su relativa tranquilidad con un aumento en delitos de alto impacto, más de 20% en homicidios dolosos, un caso reciente causó conmoción, un menor de 5 años fue abandonado a su suerte en las ahora más peligrosas calles de la capital, mientras su madre era secuestrada, una empleada del sistema de aguas de la ciudad, cuyo cuerpo sin vida apareció en la delegación Magdalena Contreras.
La violencia tiene por lo menos cuatro sexenios que se encuentra desbordada en todo el país, no es nuevo, como tampoco es extraño que cada gobierno entrante emita un diagnóstico idéntico: permisividad de sus antecesores. Sin embargo, ninguno de los ex gobernantes, del nivel federal y entidades, ha sido procesado por este supuesto, lo que convierte esta retórica acusatoria en una excusa para eludir su propia responsabilidad, teniendo como común denominador que al término de su encargo, la inseguridad no disminuyó como prometieron, por el contrario, el problema siguió creciendo dramáticamente.
Hasta ahora los resultados prueban que es bastante irresponsable tomar como bandera política la inseguridad, basta mirar los archivos de los periódicos, noticieros y redes sociales para contrastar lo contradictorio de los señalamientos y las promesas de los candidatos y su actuar como mandatarios, peor aún resulta ver como algunos, no pocos, se han regodeado con acontecimientos trágicos sucedidos durante administraciones de partidos distintos porque así les ha convenido electoralmente. López Obrador no ha sido excepción, ahora se encuentra del otro lado de los acontecimientos escribiendo su propia historia con serias dificultades.
Después de semejantes tragedias ocurridas en lo que va del presente sexenio, es indispensable que el titular del ejecutivo federal, para enfrentar con éxito el fenómeno de la violencia, convoque a la unidad y la reconciliación de verdad, no como pose, ni como estrategia de popularidad, mucho menos pensando en la rentabilidad electoral.
Para ese fin superior que significa pacificar al país y propiciar su desarrollo integral, es necesario que Amlo renuncie: a la descalificación a la ligera de sus adversarios, a poner adjetivos, a las frases hirientes, a las acusaciones sin actuaciones legales y, a todo aquello que genere un ambiente de odio, confrontación y resentimiento. Por otra parte debe tender puentes de entendimiento, diálogo entre poderes, disposición al consenso responsable y justo, respeto a las instituciones y apego a la Constitución y las leyes.
La oposición por su parte debe de actuar sin mezquindad, con profesionalismo, esgrimiendo argumentos y presentando propuestas ante la diferencia de criterios, dejar de lado la descalificación improductiva y el revanchismo.
Los recientes hechos de violencia obligan a una profunda reflexión de parte de todos, gobernantes, clase política, comunicadores y líderes de opinión que inciden en el criterio de la ciudadanía con su posicionamiento. Es importante se deje de sembrar la insidia y las calumnias en las redes sociales, se debe, eso sí, privilegiar el debate, tan duro como sea pero con sustento, respeto y objetividad, ni fanáticos aplaudidores, ni calumniadores vulgares le sirven a México.
JORGE MARÍN BARRAGÁN
Orizaba, Ver. A 22 de abril de 2019.
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