En los sondeos previos del 2017 para elegir candidato al Gobierno de la Ciudad de México, Ricardo Monreal Ávila tenía una preferencia significativa para poder aspirar con todo merito a esa candidatura, sin embargo, las tribus del PRD que se mudaron a MORENA se agruparon para con toda clase de artilugios arrebatarle esa oportunidad. Por supuesto que se inconformó y señaló con puntualidad las evidentes inconsistencias del proceso, aunque no lograría que se repusiera el procedimiento pues esto ocasionaría un daño severo a las aspiraciones de Andrés Manuel con quien le unía las mismas causas, razones por las cuales tuvo que soportar con aplomo el festín y la burla de los mezquinos, que por su parte le hostigaban para que claudicara y así pudieran justificar la vileza de su conducta.
Una vez manifestado su desacuerdo, su actitud posterior fue la de un hombre de Estado, al ponderar adecuadamente el interés del proyecto general en el cual militaba, por encima de su legítima aspiración, consistente y con lealtad se mantuvo sin titubeos al lado de López Obrador, quien, por su parte, dándole el justo valor que su participación aportaba, tuvo la deferencia de reunirse con él para agradecer su altura de miras y dejar zanjado ese agravio.
El Senador Ricardo Monreal Ávila, Presidente de la Junta de Coordinación Política, ha logrado construir con los coordinadores de las diferentes fracciones parlamentarias, a pesar de la crispación provocada por la soberbia de algunos legisladores faltos de oficio, un sinnúmero de acuerdos benéficos para la sociedad, particularmente para construir instrumentos de gobernabilidad útiles al titular del poder ejecutivo. Su capacidad conciliatoria se ve reflejada en la productividad de la presente legislatura, a diferencia de la anterior tienen muchas más horas de trabajo, mayor número de sesiones, iniciativas, puntos de acuerdo alcanzados, decretos publicados, dictámenes, nombramientos y ratificación de funcionarios, logrados sin polémicas innecesarias, mucho debate, pero también mucha conciliación, su conducción sin duda es producto del pulcro manejo del arte de la política, un apoyo fundamental y necesario para el gobierno federal y la garantía del consenso más amplio para sus interlocutores.
Durante más de 20 años Ricardo Monreal ha compartido proyecto con López Obrador, durante ese tiempo se ha distinguido por ser un hombre que destraba conflictos y tiende puentes de entendimiento, que privilegia la negociación y el acuerdo para sumar, evitando la ruptura mediante el diálogo y la consideración, es un político de peso completo, que ante un escenario complejo es la voz ecuánime que esgrime la verdad a pesar de lo adversa que pueda ser, a diferencia de los zalameros, que, teniendo a su líder como interlocutor, expresan lo que quiere escuchar, para agradarle y conseguir sus objetivos particulares aunque estos sean banales para la República.
El halago es la forma más despreciable de la traición, porque aun sabiendo las consecuencias que puede causar una decisión equivocada, quienes recurren a esa patraña aplauden el exceso o el error que puede trastocar un proyecto importante, pues bien, todo indica que Ricardo Monreal se ha convertido en la contraparte de esa conducta, el contrapeso de una nomenklatura trepadora.
JORGE MARÍN BARRAGÁN
Orizaba, Ver. A 22 de agosto de 2019. |
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