Por Naldy Rodríguez
Desde el siglo XIX e inicios del siglo XX, en medio de un clima de agitación social, las mujeres
han empujado los cambios más profundos en la sociedad, pero en México y en Veracruz
prácticamente han sido borradas de los libros de historia.
En nuestro país, la brecha educativa, laboral y salarial entre hombres y mujeres ha sido una
realidad latente, tanto en la esfera pública como privada.
Sin duda, uno de los mayores avances que hemos tenido es en el sector educativo; en las
aulas universitarias las estudiantes representan el 50 por ciento de la matrícula cuando en
1900 unas cuantas mujeres lograban acceder a la educación superior.
En lo laboral, para el segundo trimestre de este 2019, la población de 15 años y más
disponible para producir bienes y servicios en el país fue de 57 millones; mientras que 77
de cada 100 hombres en estas edades son económicamente activos, en el caso de las
mujeres solo son 45 de cada 100 en esa situación.
De la base trabajadora de mujeres, cerca del 50 por ciento gana unos dos mil pesos
mensuales, según la ENOE, y un 28 por ciento gana más de 10 mil pesos mensuales. Además,
la Encuesta Nacional de Género de la UNAM (2018) señala que 23 por ciento de féminas
aún pide permiso para ir a trabajar y 49.7 por ciento lo hace para salir sola.
Históricamente, las mujeres han estado rezagadas en el ámbito laboral, pocos espacios,
difícil el acceso y cuando consiguen ascender a los puestos directivos, a las altas esferas, la
paga es menor y el trabajo mayor.
Para garantizar la igualdad entre hombres y mujeres, se han implementando acciones
positivas en diferentes ámbitos: laboral, político, social, y muchas de ellas se implementan
a través de normas incluyentes para reducir la brecha, tal como ocurrió en Islandia. En 2018
se convirtió en el primer país en contar con una ley que obliga a las empresas a pagar a sus
trabajadores un salario igual por el mismo trabajo realizado.
Desde este jueves, Veracruz dio un paso para reducir esas brechas históricas. Con el Decreto
Número 300 se reformaron y adicionaron disposiciones que pretende garantizar una
igualdad salarial para hombres y mujeres, cuando desempeñen el mismo trabajo, en las
mismas condiciones, a través de estímulos y certificados que se concederán anualmente a
las empresas que apliquen estas políticas y prácticas.
Si bien no se aprobaron sanciones económicas para las empresas o instituciones que tengan
salarios desiguales por el mismo trabajo desempeñado como se establecieron en Islandia,
sí se dispuso que se deberá garantizar “el otorgamiento de salarios iguales a mujeres y
hombres por trabajos iguales, desempeñados en puestos, jornadas y condiciones de
eficiencia idénticas, dentro de la administración pública estatal y municipal, Poderes
Legislativo y Judicial, en los organismos autónomos, así como en los ámbitos social y
privado”.
En México, se estima que en general las mujeres ganan un 22.5 por ciento menos que los
varones; mientras que en la Administración Pública Federal, el 27 por ciento de los hombres
ganan más de 20 mil pesos, y la proporción de mujeres con ese salario es del 13 por ciento.
Ojalá la reforma a la Ley para la Igualdad entre Mujeres y Hombres para el Estado de
Veracruz aprobada por los diputados locales no quede en letra muerta como ha ocurrido
con otras tantas leyes y que contribuya realmente a reducir la desigualdad y acabar con los
rezagos, a generar mejores condiciones para todas las personas, sin discriminación de sexo,
género, raza o etnia.
No es un asunto menor esa brecha salarial, forma parte de una de tantas discriminaciones
hacia la mujer, impide que no puedan alcanzar un mejor nivel de vida, que junto con su
familia estén en condiciones de pobreza y marginación. Al final una forma de violencia
simbólica, esa que es aceptada en la sociedad.
“Sin feminismos, otro mundo no es posible”, afirma Alda Facio. Estoy totalmente de
acuerdo.
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