El 4 de enero es el Día del Periodista en México. Su origen conmemora la muerte de Manuel Caballero en 1926, iniciador del “reporterismo” y la “nota roja” en México. Él recorrió diversos géneros, incluyendo la policíaca (como hoy la conocemos), donde buscaba testimonios y acudía al lugar de los hechos para recrear las historias, señalan investigadores.
Noventa y dos años después, el escenario nacional y estatal para los medios de comunicación no es alentador. Pocas empresas logran mantenerse o resurgir como el ave Fénix; la mayoría agonizan afectadas por la crisis económica y los efectos de la revolución tecnológica.
En esa época los periodistas eran respetados, hoy no se valora el trabajo de los profesionales de la comunicación. Recuerdo a un padre de familia, afuera de una escuela, decir que los periodistas son “analfabetas y borrachos” cuando deberían percibirse como pilares de la democracia. Ese estigma, junto con las malas condiciones laborales y la impunidad, mantienen en jaque al periodismo en la última década.
En 2012, en un periodo de dos meses, cinco periodistas veracruzanos fueron asesinados en hechos distintos. En Xalapa, Regina Martínez (corresponsal de Proceso) y Víctor Manuel Báez (editor de la sección policiaca en Milenio Veracruz) los mataron con violencia, ambos daban cobertura a los hechos de inseguridad y a la nota policiaca
Un 28 de abril, en plena campaña de Peña Nieto, la violencia que vislumbraba la alcanzó en su casa de la colonia Felipe Carrillo Puerto de Xalapa. Su muerte formó parte de las estadísticas de crímenes en contra de comunicadores que abordaban temas relacionados con la seguridad pública y el narcotráfico. Cuando supimos de su muerte, nos sentimos un poco más indefensos.
Mes y medio después, Víctor Manuel Báez, mi amigo, corrió la misma suerte. Su recuerdo se mantiene vivo en quienes lo conocimos. Y por si fuera poco, Wikipedia hace una reseña en inglés de la labor que realizaba antes de que lo asesinaran. También recuerda la fecha fatídica: un 14 de junio de 2012.
Aún pienso en la llamada de un conocido –recibida en la madrugada- en la que informaba que El Gavilán había sido “llevado” por sujetos desconocidos cuando se encontraba en la pequeña oficina de la página web “Reporteros Policiacos”. Unas horas después, el cuerpo inerte del hombre de 46 años de edad fue encontrado, de manera salvaje le arrancaron la vida.
Fumábamos juntos Delicados, reporteabamos los días de guardia y reíamos con alguna simpleza. Báez tenía una radiografía exacta de los crímenes violentos, especialmente los que atentaban contra mujeres. Aún recuerdo cuando me ayudó a terminar un reportaje del Santuario de las Garzas en Xalapa, a darle contexto y mayor exactitud en los hechos.
Como Manuel Caballero, Regina y Víctor tenían una larga trayectoria en los medios de comunicación, con seriedad y mucho trabajo se habían forjado una carrera sólida en el periodismo. Su labor también se basaba en la “reportería”, en la entrevista con testigos, el
recuento de las evidencias y el seguimiento de las investigaciones, combinado con una buena redacción y retórica.
El mejor homenaje para los periodistas veracruzanos se llama justicia y derecho a la verdad, pero también es necesario que las nuevas generaciones conozcan quienes eran, el trabajo que realizaban y cómo ocurrieron sus muertes violentas. “Quien no conoce su historia está condenado a repetirla”, sin duda.
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“No hay que fabricar noticias falsas, con las verdaderas puede formar un periodista algo que asombre, encante o irrite…”: Manuel Caballero.
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