Vestigios de una crónica de la cuartaT: como ya no fue posible llegar a Dinamarca, adonde pretendíamos arribar en tren pero el ancho océano se interpuso, fue entonces cuando el guía mayor, al percatarse de su gran error a causa de lo improvisado de aquel viaje, imaginó un mejor remedio: para mantener viva la ilusión tenía que buscarse otra ruta, pero ya no para llegar a Dinamarca sino hacia un destino diferente, y mejjor. Entonces, cual inspiración de origen psicodélico, para concretar la idea de tener todas las medicinas del mundo en un solo lugar de México, se acondicionó un costosísimo bodegón donde se ubicó la farmaciatota, que todo lo tenía, menos medicinas. Pero, por muy explicable circunstancia esa ruta tampoco resolvió el desabasto sexenal de medicinas porque el tiempo ya no dio para más. Con esas frustrantes experiencias dio inicio un nuevo ciclo, el del denominado segundo piso. Ya aquí, poco original, el director del IMSS facturó la consigna de no enfermarse para no necesitar medicinas, una muy desatinada expresión, aunque de impecable lógica. En esas andaba la cuartaT cuando ¡Zas! de pronto el sol iluminó la penumbra, si es un gobierno cercano al pueblo, entonces ¿por qué no acercar la farmacia al pueblo? Siguiendo la lógica del fundador de la cuartaT relativa a la aplicación del eficiente método implementado por la Coca Cola y el Bimbo para distribuir sus productos, que llegan al último rincón del país, es mejor voltear hacia nuestro interior y no buscar más a Dinamarca. Entonces, basta con crear farmacias rodantes, muy cercanas al pueblo para que las medicinas lleguen de manera expedita a la población las 24 horas del día. ¿Estará aun en su puesto quien generó idea tan precaria? Porque también debieran informar a la presidenta que el programa “bachetón” quedó en simple ocurrencia y resultó un soberbio fracaso que resta lustre al promisorio discurso dice del segundo piso de la cuartat
Pero no solo, en esa oscura realidad resplandece el amargo testimonio de lo ofrecido y no cumplido, de cifras millonarias de fideicomisos que se esfumaron, de la reserva presupuestal ya de fantasmal existencia, de la corrupción potencialmente más elevada, quema lo de Segalmex, el gran desfalco a la nación sin culpables en la cárcel, y del sospechosamente silenciado huachicol fiscal. El caso de un senador con puntuales señalamientos en el manoseado asunto de La Barredora, incrustado en la cúpula del poder con destacado protagonismo, un expediente que resta valor a la cacareada honorabilidad del régimen. Si de todo esto se alimenta la “celebración histórica” de ayer en el Zócalo de la CDMX, entonces debemos concluir que en México tenemos un gran problema. |
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