La historia la vi en la tele nocturna. Tuvo al final un resultado bueno. Pero debemos entender que es todo gracias a que existen los medios de comunicación, que señalan las violaciones y abusos de los servidores públicos. En Azucena a las 10, uno de los dos noticieros que veo, el otro es el de Ciro, y al otro día en el diario Notiver, se expuso el caso de una enfermera veracruzana, de Perote, que la habían suspendido o no renovado su contrato, porque denunció que el macuarro director les había dado la orden de que inyectara a los pacientes con una misma jeringa, porque ya saben ustedes que no hay lana y la 4t anda de capa caída, (así no le hacen en Dinamarca), les habrá dicho la enfermera de Perote. Denunció ante la tele y la comunicadora se quiso entrevistar vía telefónica con el Cui gobernador, pero ese solo le levanta el teléfono a la Sheinbaum y su patrón. Imposible. Circuló una foto del góber donde anda haciendo fila en un súper y ni las moscas se le acercan a saludarlo. Final feliz, después de haber sido suspendida la reinstalaron. Eso por la fuerza de los medios, la tele, los periódicos, las redes sociales que sirven de equilibrio cuando llegan aprendices de dictadores a gobernar un estado. O una ciudad. Bien lo dijo un humorista español: “Gracias a la libertad de expresión hoy ya es posible decir que un gobernante es un inútil sin que nos pase nada. Al gobernante tampoco”.
TEMPORADA DE REYES
Coronan a un nuevo rey en Inglaterra, este sábado. Y cómo es temporada de monarquías, rememoro una columna de cuando llegó el Rey de España a Veracruz. Va:
‘Las mañanas eran frías. Un viento como el del Guadarrama, le recibía. Llegaba Su Majestad, el Rey de España a la XXIV Cumbre Iberoamericana. A estas tierras que un día recibieron a sus paisanos, a aquellos que, en la Guerra Civil, huían de los adversarios. Que no eran enemigos pequeños. Llega a Veracruz, a Boca del Río, en momentos que al gobierno se le aparecen los primeros fantasmas de Ayotzinapa, se vigilaban y atendían los Juegos Centroamericanos y del Caribe, y se impulsaba lo que vendría unos días después, la llegada de los jefes de Estado y un Rey que estrena su reinado. Felipe VI, hijo del abdicado Rey Juan Carlos, y bisnieto del derrocado Alfonso XIII. El Rey que conoció las deslealtades y las ingratitudes. Un pasaje histórico revela aquello. Cuando el rey de España, Alfonso XIII, la noche del 14 de abril de 1931 se disponía a partir al exilio, un ayudante de campo hizo saber al Monarca que, en el salón del duque de Génova, unas cincuenta personas le esperaban para decirle adiós. El rey se mostró sorprendido por esos leales, los consideró gente valiente, pues a las afueras una chusma lo abominaba y detestaba. Cuando los vio se impactó más; hombres de miradas crispadas, mujeres sollozando, incluso niños agarrando las faldas de sus madres, para despedir a don Alfonso. Eran los empleados de la casa del rey; lacayos, camareras, chóferes, cocineros, cocheros, y también algunos alabarderos que se habían vestido de uniforme de gala. El rey los vio. Desconcertado, preguntó a uno de los suyos: “¿No veo aquí a ninguno de mis grandes, a ninguno de los que jugaban al polo conmigo, a ninguno de los que me pedían cargos y honores. No los veo?”. “Los grandes, señor”, respondió el acompañante, “los que se jactaban de jugar polo y de cazar con el rey, los que habían obtenido favores y prebendas no eran sus amigos. No eran más que cortesanos, esa muestra bastante mediocre de la especie humana”.
La Monarquía española se pasea por Veracruz. El Rey llega al sitio donde, en los mismos muelles de otros años, en los buques Sinaia, Ipanema, Mexique y Flandra, llegaba el Exilio Republicano, el que engrandeció a nuestro país en aquellos funestos años del 39 al 42, donde llegó parte de la Generación del 27, entre ellos el poeta León Felipe, que moría el mismo año que el Rey Felipe nacía: 1968. |
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