Mientras el escándalo del huachicol financiero se eleva a alturas insospechadas y se girarán, dice la autoridad, 200 órdenes de aprehensión, entre ellas algunas de Veracruz, el mundo sigue girando, girando, como dice la canción. Sorprendió que, mientras Alito Moreno deambula por EEUU, acusando al gobierno de todo lo habido y por haber, varios gobernadores de oposición se han declarado ‘Claudistas’, no dicen ni morenistas ni nada, para que no haya traición, es solo ser ‘Claudistas’, cosa que hizo sonrojar a la presidenta Sheinbaum cuando uno de ellos en pleno escenario así se declaró.
Voy al diario El País, que lo sintetizó muy bien.
Elena San José: El País.
“Durango y Coahuila, los únicos bastiones del PRI, y Nuevo León, de MC, respaldan a la presidenta mexicana y se desmarcan de la estrategia de confrontación del dirigente priista”.
Mientras el termómetro de la política nacional en México no deja de subir, la vida en los Estados transcurre al margen del ruido, la confrontación y la tensión entre el oficialismo y la oposición. “Soy claudista, que no se les olvide”, dijo el gobernador de Durango, Esteban Villegas, este fin de semana durante la visita de la presidenta, Claudia Sheinbaum, para rendir cuentas por su primer informe de Gobierno. La declaración, que podría firmar cualquier morenista acérrimo, sorprende en boca de un dirigente del PRI, el mismo partido que día sí y día también encuentra un motivo, por minúsculo que sea, para confrontar con la mandataria y su formación. Nada es demasiado pequeño cuando la necesidad de sacar la cabeza por encima del agua es tan imperiosa, planea sobre la mente de Alejandro Alito Moreno, su presidente nacional. No así en la de los únicos gobernadores de la formación tricolor. Durango y Coahuila, los bastiones donde resiste el histórico partido, han dejado solo a su líder y se han subido a la popularidad de Sheinbaum, que goza de buena salud tras la visita cargada de halagos del secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, la semana pasada.
Si Villegas demostró que Durango era territorio amigo, un Estado donde “se la quiere y se la respeta”, el gobernador Manolo Jiménez colocó para la mandataria otra alfombra de bienvenida en la fronteriza Coahuila. “Esta es su casa. En usted hemos encontrado una gran aliada. Aquí siempre contará con nosotros”, aseguró el priista poco antes de vociferar un sonoro “¡que viva la presidenta!” ante un auditorio que se revolvía de entusiasmo. El mensaje, sin embargo, rebotaba en múltiples direcciones.
En una de ellas, llegaba como un dardo al dirigente del PRI, el todopoderoso Alito. “Es muy claro que hay un mensaje hacia él. Se están desmarcando de ese tono confrontacionista que ha tenido de una manera muy poco inteligente. Esto es parte de las consecuencias de la trifulca que tuvo con Noroña, que no es menor”, dice Alberto Espejel, politólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Tras la salida progresiva del partido de los excolaboradores del expresidente Enrique Peña Nieto, como Alfredo del Mazo o Manlio Fabio Beltrones, explica el analista, el único contrapeso que queda en el interior del PRI son los propios gobernadores. “Es un mensaje contra esa enorme concentración de poder en manos de Alito Moreno”, completa. Y la propia presidenta ironizaba sobre ello este lunes. “Quién sabe qué esté pasando ahí, ¿verdad?, dentro del PRI, o del PRIAN, porque también con las gobernadoras de Aguascalientes y de Guanajuato, y el de Querétaro, hay buena relación“, lanzó. En Nuevo León, el emecista Samuel García también cerraba filas días atrás con la mandataria: “Como mexicano, me siento orgulloso de tener una presidenta que ha estado firme contra esta guerra arancelaria [de Donald Trump]”.
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