El viernes, que es día de antro y de destrampes, partí temprano a Xalapa. Me acordé que yo escribo el nombre de la ciudad con ambas letras, la Equis y la Jota. En ambas está bien escrito y me gusta la X, porque, como dijera el poeta, algo tiene de Cruz y de Calvario. Persignado tomé la mugre autopista de Capufe, cruce Fortín sin problemas, el gobernador Cuitláhuac tuiteó esa noche que había entrado a acuerdo con el presidente AMLO y que la 045 caseta de Fortín se va para nunca más volver, como una pelota que vuela las bardas en los campos. Un tuitero le escribió que no se pare el cuello, porque él no hizo nada para quitarla. Pero no importa, que le haga la lucha. Una mañana intempestivamente, el secretario de la SIOP, anunció que ya se iba y que el precio del pago lo distribuirían entre Esperanza y Cuitláhuac. Pero no importa, si quiere que se pare el cuello solo que se apure, porque la gente está cansada. Más adelante, y debe ser caso de que algún secretario le diga al gobernador, o su jefe de Comunicación Social o el de la infraestructura carretera, que le digan la verdad que, si está a punto de devolver el dinero (1,600 millones de pesos, según Sergio Gil-MC) no lo haga porque hace falta un distribuidor vial en Paso del Toro, y ese es un asunto del gobierno no de Capufe. Allí los tráileres doblan hacia el Puerto Marítimo y se demora uno una media hora, cuando menos. Iba a ver al dentista de Hollywood, JavierFrancisco Zamudio y de allí me di la media vuelta y regresé a mi aldea. Hice mi tour de comprador de las cosas que nacen en Veracruz: café, papayas mangos de Actopan, aunque este cayó muy chico, guanábana y la fruta que se te ocurra, al pie de la carretera un campesino con su hijo vendía y vendían, todo lo contrario, a aquella canción de Mocedades: “En la plaza vacía, nada vendía, el vendedor”. Aquí si vendían
LAS GARNACHAS
Como soy gente de antojos me metí a Rinconada, la capital mundial de la garnacha, ese sitio donde unas 15 mil familias han vivido de este antojito, hay más garnacherias que habitantes. Llegué con las empleadas del Donaji. Compré las mías y me dejaron que echara la manteca al comal garnachero. Wikipedia: La palabra comal proviene del nahuatlismo de comalli, otros me dicen se llama Cazón. A 9 pesos cada una y con descuento si llevas más de 50, me embarqué y me marché, y a mi barco le llamé libertad. Cardel, el sitio donde mi gobernador Miguel Alemán Velasco, un día le hizo el paso a una autopista concesionada, y los del pueblo lloraban porque les bajó la clientela muchísimo y de ese trabajo muchas de ellas habían enviado a estudiar a sus hijos, algunos con carrera. Pasaron también la crisis de la Pandemia, donde estuvieron cerrados por un tiempo. Venia Yo Mero en el regreso y programado para comer en Cardel, en El Manantial, donde se preparan los mejores chocomiles del mundo (Ya hay una sucursal en Veracruz) pero vi en el menú una champola de guanábana, que el amigo Roque Flores Armida las pedía en La Parroquia, y se me antojó. Un panucho yucateco y unas enchiladas verdes y a seguirle, Cardel ya respira un poco, de ser nido de maleantes y malosos y secuestradores, comienza a limpiar su imagen. La próxima parada era Córdoba, donde traía el encargo de comprar unas tortas de jamón envinado de El Borrero, únicas en el mundo, y unos huesos para un cocido madrileño español, que mi cocinera, Rosalía, que es nacida en Tzoncolco, ya las prepara mejor que La Bola, en el madrileño callejón de La Bola. Córdoba de noche se ve bonita. Solo que la Catedral tenía sus luces apagadas. Hice mi compra de las tortas y el kilo de jamón y a seguir el periplo que ya alcanzaba las 12 horas, desde que, en la madrugada, hora de lechero, a las 7 ya me había trepado a la autopista. Al regresar, como siempre, un atasco en la 045 de Fortín, la que van a desaparecer, y entonces a aguantar porque no hay de otra, ya no teníamos salida a la carretera federal. Así son estas vivencias. Yo no sé muchas cosas, es verdad, digo tan solo lo que he visto, por parafrasear al poeta León Felipe, y eso que vi es lo que les conté, con una puesta de sol impresionante en el rio de La Antigua, donde entró la Conquista y Hernán Cortés habrá visto estas bellezas naturales, hace 500 años, porque estos días son como de canícula, de harto calor, diría Minga, una gente de mi pueblo, donde las vivencias tienen que narrarse aunque, como dijera Benedetti: “No vayas a creer lo que te cuentan del mundo (ni siquiera esto que te estoy contando), ya te dije que el mundo es incontable".
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