Por: Alejandro Bustos
En mi columna del pasado 19 de septiembre del año en curso, titulada: ‘El liberalismo en América Latina’, explicaba un poco cómo veo el estado actual entre las distintas corrientes ideológicas en el espectro político. En aquel entonces, establecía que hay muchísima confusión entre la gente, ya que mientras algunos piensan que son de izquierda liberal, tachan de “ultraderecha” a cualquiera que no comulgue con su forma de pensamiento. Problemática agravada y amplificada por la gran mayoría de los medios de comunicación, que de manera irresponsable y muy a la ligera, buscan etiquetar a todo aquel personaje que se salga del molde tradicional bien portado.
Para comprobarlo, no hace falta más que hacer un pequeño recorrido por los titulares de los principales portales informativos para ver cómo titulaban la noticia de que Javier Milei se había convertido en el presidente electo de la nación argentina.
A continuación, algunos ejemplos:
El País: “Javier Milei: el ultraderechista arrasa en Argentina”;
The New York Times: “Javier Milei gana la presidencia de Argentina, una victoria para la ultraderecha mundial”;
Proceso: “El Ultraderechista Javier Milei gana las elecciones presidenciales en Argentina por amplio margen”.
El Universal: “La ultraderecha gana en Argentina: Javier Milei será presidente”.
Al parecer, hay un patrón. Y es que la palabra “ultra” es muy impactante y genera miedo, por lo que es más sencillo asociarla con la derecha. Aunque me permitirá, estimado lector, que sea un poco sospechoso del por qué nunca vemos un titular en el que se describa a algún gobierno emanado de la izquierda, siendo etiquetado como “ultraizquierda” o “extrema izquierda”. Tal pareciera que se busca inclinar la balanza de un sólo lado.
Sumados a esta guerra sucia, los más distinguidos e intolerantes miembros de la comentocracia mexicana, estuvieron lamentando e incluso criticando a Xóchitl Gálvez por haber osado postear en X/Twitter una felicitación al presidente electo Milei, al que, en su fanatismo ideológico, consideran un “fascista” y un “ultraderechista”.
Como apuntaba el periodista Leo Zuckeman, coincido con él en que la actitud de varios de estos opinadores es bastante arrogante como para regañar a la gente por el sentido de su voto sólo porque no les agrada el ganador. Y yo agregaría bastante ignorante.
La excesiva corrección política, se ha convertido en un monstruo generador de personajes tibios y blandengues. La mayoría de ellos, son incapaces de realizar un análisis profundo más allá de las etiquetas que sus propios medios de comunicación le asignan a los disidentes del progresismo moderno. Dicho de otra forma, manipulan a la audiencia a través de una fuerte campaña de miedo y contando verdades a medias.
El futuro presidente de Argentina es un liberal-libertario, como él mismo se ha definido. De hecho, es el primer presidente de la historia del mundo de denominación política libertaria. ¿Y esto qué significa? Si bien es cierto que tiene algunas coincidencias con la derecha, de hecho, su proximidad es más bien a la izquierda liberal tradicional. Milei es un anarcocapitalista y un minarquista que cree en el libre mercado, en la reducción del estado, la propiedad privada y el derecho irrestricto a la defensa de la vida. En otras palabras, es un liberal en lo económico y liberal en lo social.
Pero yo creo que gran parte de esa campaña de miedo, de la que hablaba líneas atrás, se ha sembrado sobre él por su actitud rebelde, explosiva y radical. En todos los videos que circulan de él, hay extractos en los que se le puede escuchar declarando que terminará con la cultura del enriquecimiento a costillas de la burocracia gubernamental. Para hacerlo, reducirá algunos ministerios y el gasto público. ¿Quién en su sano juicio se podría oponer a que se reduzcan, o en su caso desaparezcan, oficinas gubernamentales que, en su mayoría, son inoperantes? ¡Exacto!, los que ven sus intereses afectados.
La realidad es que el día de ayer, Argentina dio un cambio de 180 grados, y esperemos que sea rumbo a la prosperidad. La historia nos ha enseñado que, en algún punto de la vida, el pueblo se cansa y decide sacar a patadas a los gobiernos corruptos y empobrecedores. Los datos indican que, actualmente, los rioplatenses padecen una inflación histórica del 140% y tienen una moneda que pasó de 60 a 1000 por dólar, convirtiéndose en un instrumento monetario completamente devaluado. Pero ayer, después de 40 años, pusieron un alto al causante: el peronismo descontrolado.
Como el propio Milei reconoció, no será una tarea fácil; de hecho, recibe una patata caliente, pero la expectativa que ha generado es tan grande que estoy seguro que estará a la altura de las circunstancias y será capaz de sacar adelante a su país.
Por lo que respecta al resto de la región, para mí es una excelente noticia. Lo veo como un bálsamo de esperanza para América Latina, puesto que quedó demostrado que sí se puede sacar a todos esos gobiernos izquierdistas que operan elecciones de estado y que piensan que se van a quedar enquistados en el poder para siempre. Pero, para ello, es necesario seguir el ejemplo del pueblo argentino: vencer el miedo y, sobre todo, salir a votar libremente.
Tal y como lo expresó el presidente electo de Argentina en su histórico discurso de victoria: “¡Viva la libertad, carajo!”
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