Por: Alejandro Bustos.
En un escenario político en el que nos acercamos a pasos agigantados al proceso electoral del año entrante, resulta desconcertante apreciar la aparente pasividad del Frente Amplio por Veracruz.
A estas alturas, uno se pregunta si esta coalición de partidos de oposición tiene alguna estrategia real para disputar la gubernatura del estado frente al aparato burocrático y militante de Morena.
La incertidumbre es tal que ni siquiera han definido el método de elección del que será el representante del FAV. Dicho de otra forma, me parece increíble que a estas alturas no haya un candidato firme.
Parece que, en lugar de prepararse para una contienda competitiva, han decidido adoptar una postura que sólo puede describirse como resignación anticipada. Y es que quizás ya se dieron por vencidos antes de siquiera comenzar la precampaña. ¿Acaso de verdad creen que Morena es invencible en Veracruz?
Mientras el partido gobernante trabaja en consolidar a su candidata (es ingenuo pensar que alguien distinto a Rocío Nahle la pueda disputar) y en planchar a los precandidatos (Zenyazen ayer se bajó de la contienda y le alzo el brazo a la exsecretaria de energía), el Frente Amplio parece debatirse entre indecisiones y divisiones internas. Dentro del PRI, hay quienes aseguran que es Pepe, otros que Héctor aún no se rinde y los que creen que Anilú es la carta bajo la manga. Decía Jesús Reyes Heroles que “en política lo importante es convencer, persuadir, no improvisar” pero lo que vemos es todo lo contrario: una oposición taciturna y sin un plan que parezca atractivo para el electorado.
La política es un juego de estrategia donde la suma de voluntades es crucial para ganar elecciones pero mientras se siga prolongando una decisión definitiva la ruptura parece inevitable. La democracia se beneficia de una oposición unida, vigorosa y propositiva que mantenga en observación y cuestionamiento al gobierno; sobre todo, cuando este es deficiente.
En lugar de permitir que la apatía prevalezca, el FAV debería despertar de su letargo y demostrar que está dispuesto a luchar con determinación por recuperar a Veracruz.
Si no lo hacen pronto, desafortunadamente veremos otro capítulo en la crónica de la política veracruzana donde la oposición se convierta en una mera figura decorativa, provocando que en el estado siga habiendo un gobierno sin contrapeso. ¿Es eso realmente lo que quieren los veracruzanos? La respuesta a esta pregunta sólo puede provenir de una oposición que finalmente decida estar presente y ser competitiva en la contienda electoral. Desgraciadamente, ahora mismo brilla por su ausencia.
El remate
En el PRI, hace apenas unos días, se dio el obligado cambio de dirigencia, con Ramírez Arana a la cabeza. Se desconoce si seguirá la línea y los acuerdos alcanzados por su antecesor, o si intentará cerrar una negociación de última hora con los demás partidos para posicionar al aspirante priista que sea de su preferencia. En cualquier caso, el tiempo lo tiene encima.
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