Las recientes elecciones internas de Morena han dejado una estela de incertidumbre en el horizonte político de México. El día de ayer, la noticia fue que Claudia Sheinbaum, la exjefa de gobierno de la Ciudad de México, se impuso como la ganadora de la contienda interna del partido gobernante, asegurando su posición como coordinadora de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación, como le llaman ellos. Desde un inicio, para nadie fue un secreto que partía como la gran favorita del presidente Andrés Manuel López Obrador para sucederlo en el cargo presidencial. Sin embargo, la controversia y las acusaciones de irregularidades que han marcado este proceso, plantean serias preguntas sobre la unidad de Morena de cara a las elecciones de 2024.
Uno de los aspectos más polémicos de estas elecciones internas ha sido el cuestionable método de encuestas utilizado para determinar al candidato. No obstante, el resto de “corcholatas”; Ricardo Monreal, Adán Augusto López, Fernández Noroña y Manuel Velasco aceptaron los resultados sin chistar, en un ejercicio que podría decirse impropio de ellos. Y es que estamos acostumbrados a que los integrantes del partido guinda suelen ser bastante indisciplinados al momento de aceptar resultados que no les favorezcan y, sólo por esta ocasión, a mí me recordaron al PRI más tradicional que suele caracterizarse por la institucionalidad disciplinaria. Con todo ello, y a pesar de las reservas que pudieran tener, los aspirantes descartados optaron por cerrar filas y brindar su total apoyo a Claudia Sheinbaum en un intento por mantener la cohesión interna del partido.
Excepto uno.
La salida de Marcelo Ebrard.
Ebrard, quien había sido el segundo contendiente más competitivo, desde muy temprana hora descalificó los resultados de las encuestas, alegando que había suficientes irregularidades como para reponer el proceso. Haciendo las rondas en diversos medios de comunicación, dejó entrever que no aceptaría ningún otro cargo que le pudieran ofrecer para plancharlo y que abandonar Morena era una posibilidad real, lo cual sólo le dejaría un obvio camino por recorrer: Movimiento Ciudadano.
Hoy, por la mañana, en el noticiero de Ciro Gómez Leyva, reconoció, de manera literal, que “en Morena ya no tenemos espacio”, oficializando de manera formal su salida. Ante la insistencia del reportero sobre la posibilidad unirse a las filas naranjas de MC, sólo se limitó a decir que tiene “muchas cosas que pensar”. El propio Ciro le recordó que, en ese momento, le quedaban 16 horas para decidirse porque hoy se cumplía el plazo para que se registren ante el INE como ciudadanos independientes todos aquellos que deseen participar en el proceso del año entrante. Ebrard simplemente emplazó su decisión. Se espera que más tarde haya un comunicado o una rueda de prensa en la que fije una postura definitiva con aparente invitación abierta de MC.
No son pocas personas las que habían especulado desde hace meses con esta posibilidad, incluso, hay quienes aseguran que en el fondo es una jugada a tres bandas entre AMLO, Dante y Ebrard para dividir aún más el voto opositor, lo cual sólo resultaría en beneficio de MORENA. De otra forma, no se explica la actitud testaruda del exgobernador de Veracruz, Dante Delgado, en formar parte de la alianza opositora, misma que le ha generado fuertes críticas. Y pues el propio López Obrador reconoció en su mañanera del día de hoy que una eventual candidatura de Ebrard por MC podría mandar a Xóchitl al tercer lugar. O sea, no le disgustaría.
El riesgo de un cisma interno en MORENA es un posibilidad que no puede subestimarse. La unidad de ese partido es crucial para mantener su ventaja en las preferencias de cara a los comicios del año entrante. Sin embargo, ante la ya anunciada salida de Ebrard y de sus seguidores gracias a las divisiones internas y a las acusaciones de falta de transparencia, el partido del gobierno podría ver debilitada su posición puntera, dándole a la oposición una oportunidad valiosa para recuperar terreno.
En última instancia, el destino de Morena en las elecciones del 2024 dependerá en gran parte de su capacidad para superar estas grietas internas y presentar una candidatura sólida y unificada a pesar de Ebrard.
El escenario político en México está en constante evolución, pero lo que parece ser más trascendente en este momento es que, por primera vez en la historia, el 2024 promete ser un enfrentamiento político apasionante entre dos mujeres: Claudia Sheinbaum, el delfín de López Obrador; y Xóchitl Gálvez, la candidata del Frente Amplio.
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