El día de mañana, martes 8 de noviembre del año en curso, según la mayoría de
encuestas y sondeos, los republicanos estarían a punto de conseguir una de sus
más grandes victorias en los tiempos modernos, y todo gracias a que Joe Biden ha
resultado ser el Presidente más divisivo en la historia reciente de Estados Unidos.
No, no fue Trump, como el gobierno Bidenista, en consonancia con la mayoría de
la comentocracia global y hasta la mexicana han intentado hacerle creer, el mismo
que curiosamente ya no está en el poder pero sigue siendo el aparente culpable
(según los medios de comunicación, redes sociales e influencers), de todo lo malo
que está pasando, hoy por hoy, en ese país vecino del norte. ¿No le da la impresión
de que ese caso se asemeja mucho con alguien que conocemos muy bien aquí en
México y que siempre se empeña en echarle la culpa a los demás (adversarios y
anteriores) de sus fracasos? Pareciera que los gobiernos de izquierda, aquí y en
todo el mundo, están calcados con carbón.
Pero vamos por partes.
Hace unas semanas, la excomediante (porque ya no da risa) actriz y activista social,
Kathy Griffin, la misma que publicó en Twitter una foto posando con una cabeza
prostética, degollada y ensangrentada de Donald Trump, tuiteó a sus más de 2
millones de seguidores básicamente que: “Si votas por los republicanos, quieres
una guerra civil”. Así, sin sonrojarse, y apelando al más puro radicalismo talibán.
Por cierto, ayer mismo ya fue suspendida de Twitter debido a las recientes políticas
implementas por el nuevo dueño de la plataforma, Elon Musk, en las cuales queda
estrictamente prohibido falsificar personalidades.
Lo anterior, me da la impresión que se debe a que los voceros mediáticos de la
Casa Blanca están detectando un patrón: ven venir una hecatombe y, en su
desesperación, están apelando a la retórica incendiaria. Las elecciones intermedias
que se darán el día de mañana, servirán para renovar gubernaturas y el poder
legislativo; o sea, la cámara de representantes y el senado. Actualmente, los
demócratas tienen la mayoría en ambas cámaras.
Situación actual.
Le voy a contar algunas evidencias: la crisis migratoria, la inflación, la inseguridad y
el desempleo, entre muchos otros factores, presentan sus cifras más altas en las
últimas décadas. Y la gente lo sabe y lo nota. Por ejemplo, cada vez que carga
gasolina, cuando va al super, cuando sufren repentinos ataques de violencia o
cuando son cancelados en redes sociales por tener una opinión distinta a la que la
corrección política de nuestros tiempos te obliga a tener. Y todo esto es
consecuencia de que esta administración no ha hecho nada por solucionarlo; al
contrario, le han subido el tono al radicalismo y, como si fueran un régimen
bananero, pretenden ocultar la información pública y cínicamente niegan la realidad.
Pero, por si todo lo anterior no fuera suficiente, el presidente Joe Biden se muestra
cada día más incapaz. Se ve desorientado, comete gafes públicos, uno tras otro,
que invita a pensar que no se encuentra bien de sus facultades cognitivas, por
decirlo amablemente. En menos de un mes, en dos mítines distintos, confundió la
muerte de su primogénito, Beau Biden, y afirmó que había muerto en combate
durante la ocupación norteamericana en Iraq, cuando la realidad es que falleció en
el año 2015 en una clínica de Maryland por complicaciones de cáncer en el cerebro.
Importancia del poder legislativo.
Y bueno, ¿cuál ha sido la estrategia de su gobierno?: estigmatizar a sus adversarios
y ofrecer algo significativo a sus votantes; sobre todo, a los más jóvenes, como fue
la cancelación de la deuda estudiantil. Sin duda, eso le garantiza el voto de los
universitarios consumidores de redes sociales, principalmente Tik Tok, pero yo no
creo que sea suficiente. Para mí, están claramente desesperados y es que, hasta
este momento, los sondeos muestran una amplia ventaja en los estados que deseen
reelegir sus gobiernos republicanos, y parece ser que puede haber un cambio de
mayoría en el legislativo; es decir, el partido Republicano podría retomar la mayoría
en ambas cámaras, lo que representaría un freno total a lo que resta del gobierno
de Biden y lo más temido para él: un inminente ‘impeachment’; o sea, un juicio
político, de la misma forma que ellos, los demócratas, hicieron en su día con Trump,
solo que con una diferencia muy significativa: al contar con la Cámara de
Senadores, el juicio político de destitución no habría quién pudiera frenarlo y sí corre
el alto riesgo de no solo ser removido del cargo, sino de enfrentar un proceso penal,
así como una investigación profunda hacia su polémico hijo, Hunter Biden.
Carrera por los Estados.
En Florida, el gobernador más popular de EUA, Ron DeSantis, y futuro
precandidato a la presidencia en 2024, se prevé gane por dobles dígitos. Lo mismo
para Texas, con Greg Abbott a la cabeza. Ambos estados, fuertes bastiones
republicanos. Pero por poner otro ejemplo inédito, en las últimas semanas, se ha
ido recortando la brecha en un estado tradicionalmente demócrata como es Nueva
York (20 años han gobernado los del partido azul) y el momento parece beneficiarle
al republicano Lee Zeldin. Y no es para menos, a diario podemos verificar, a través
de redes sociales y diversos testimonios, como su ciudad más emblemática, Nueva
York, se encuentra abandonada y hundida en el más absoluto caos, con el crimen
y la violencia al alza, como no pasaba desde aquellas épocas de los 70’s que bien
reflejaba, por ejemplo, la película ‘Taxi Driver’ de Martin Scorsese.
Está también el caso de Kari Lake, candidata a gobernadora de Arizona, que me
parece va a arrasar respecto a su competidora, Katie Hobbs, (misma que ni siquiera
se quiso presentar a debatir en ningún foro); por lo que, de ganar Lake, estaría a
punto de convertirse en una de las estrellas más mediáticas del partido republicano,
junto con la gobernadora de Dakota del Sur, Kristi Noem. Mucho ojo con ellas.
Como parte positiva para los demócratas es que, en su bastión número uno,
California, a pesar de la crisis sanitaria y de vagabundos desamparados que
abarrotan las calles, sigue inamovible su gobernador, Gavin Newsom, mismo que
se reelegirá fácilmente. No es para menos, del que se nota a todas luces va a ser
el candidato estrella a la presidencia por parte del partido del burrito en 2024.
Y, por último, me parece curioso el caso de Pensilvania. Sobre todo, porque los
demócratas eligieron ese estado, que consideran clave, para echar toda la carne en
el asador en este cierre de campaña. El fin de semana pasado, el propio presidente
Biden y su jefe, el expresidente Obama, se apersonaron para respaldar a los
candidatos a gobernador y senador, Josh Shapiro y John Fetterman,
respectivamente. Pero lo destacable es que, ni con todo ese trabuco, lograron llenar
un auditorio con capacidad para 15 mil personas; a duras penas, se calcula, llegaron
unas 5 mil. Cifras bastante alarmantes.
Esta se presenta como una carrera muy cerrada y que se ha visto envuelta en
polémica. Por una parte, el de sobra conocido como extremista, Shapiro; y por otra,
Fetterman, que ha fungido como vicegobernador de ese estado, pero que es muy
notorio por haber sufrido un desafortunado infarto cerebral, mismo que lo tuvo
alejado de la vida pública un largo periodo; sin embargo, desde que decidió competir
en la carrera por el senado, en sus diversas apariciones públicas se le ha notado
errático, lento, incoherente y con dificultades para entablar diálogo, debatir y leer.
Lo cual, de hecho, es entendible teniendo en cuenta la condición en la que estuvo;
no obstante, se le ha acusado a su equipo de campaña y, sobre todo, a su esposa
de forzarlo a competir. Su rival, que durante muchos años se consolidó como una
personalidad de la televisión, es el Dr. Mehmet Oz, republicano apadrinado por
Donald Trump, y que ha sido fuertemente cuestionado por no ser residente ni
originario de ese estado. Me parece que los demócratas, por los pelos, van a
terminar ganando ambas carreras; máxime, porque la gente suele otorgar su voto a
candidatos victimizados.
Posible resultado.
Veremos al final qué es lo que pasa, pero quizás, a lo que un resignado Biden le
hubiera apostado, hubiera sido por entablar una negociación que le permitiese evitar
los catastróficos escenarios para él -mencionados en un principio-, y que se ven
inminentes. Aunque hay algo en lo que sí ha tenido un éxito rotundo y es innegable:
su apuesta por dividir el país. La comunicación de su gobierno se ha enfocado en
replicar un mensaje de extrema izquierda, progresista-woke, que estigmatiza a
quienes difieren de esa forma de pensar, y que tiene como desafío la reducción de
las libertades de los ciudadanos. Han hecho todo lo posible por calentar el ambiente
social, incluso, promoviendo la cultura de la cancelación que automáticamente
termina con el estado de derecho de cualquier sociedad civilizada.
Las diferencias culturales e ideológicas en ese país están muy divididas y son
radicalmente opuestas por parte de ambos bandos; tanto, que un conflicto,
dependiendo de qué resultados se den en esta crucial elección de mañana, tal vez
resulte inevitable. Algunos nos prometieron que con Biden regresaría la decencia a
la casa Blanca, pero no estoy seguro que la mayoría de sus compatriotas opinen lo
mismo.
Según una encuesta publicada ayer domingo por la NBC, sus números son los
siguientes: 44% aprueba su gestión, mientras que un 54% lo desaprueba; con los
indecisos, se muestra un 28% de aprobación. Sin duda, son los números de
popularidad más bajos para un presidente en la era moderna; por lo que, si yo
tuviera que apostar, creo que los republicanos se llevan ambas cámaras y la
mayoría de gubernaturas.
Epilogo.
No todo es fiesta dentro del partido del elefante. Hay fuertes rumores de que el 14
de este mismo mes, Trump anunciará, de manera oficial, su intención de ser el
candidato para buscar, nuevamente, la presidencia. Y con razón, ya que, si las
previsiones se cumplen, él terminará fuertemente reforzado como la máxima figura
de oposición en ese país, debido a que la amplia mayoría de los candidatos
republicanos ganadores son trumpistas. No obstante, los ánimos ya se empiezan a
calentar en el interior de ese partido, debido a la fuerte corriente y simpatías que ya
genera el que se antoja será su principal rival en la elección interna, y otrora aliado,
el gobernador Ron DeSantis; mismo al que desde antier, en un rally, ya empezó a
atacar poniéndole apodos. A ver cuánto les dura la felicidad.
Por cierto, sería conveniente no perder de vista a la nueva aliada de los
republicanos: Tulsi Gabbard.
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