Andi Uriel Hernández Sánchez
Hace un par de semanas fueron publicados por el Coneval los resultados del Informe sobre Medición de la Pobreza 2022, en este se revela que de 2018 (año de inicio del gobierno del presidente López Obrador) y el reciente año 2022, el porcentaje de mexicanos en pobreza disminuyó, al pasar de 41.9% a 36.3%, lo que en números absolutos significa que 5 millones de personas han dejado de ser pobres. Sin embargo, según algunos expertos, estos datos no reflejan con exactitud la realidad del país ni de los trabajadores mexicanos.
A raíz de estos datos, se ha desatado un debate entre los defensores acérrimos del gobierno actual que ven en ellos una prueba de la eficacia de la política económica y social de la 4T y, particularmente, de lo beneficioso que han resultado las transferencias monetarias directas, es decir, los programas del Bienestar; por otro lado, la oposición, al tiempo que acepta las cifras, ha buscado encontrar la causa precisamente en el despilfarro de recursos para los programas sociales y ha optado por criticar parcialmente el crecimiento de algunas carencias sociales entre la población vulnerable, como el aumento de la falta de acceso a los servicios de salud, que también reconoce el informe del Coneval.
Sin embargo, el respetado economista por la UNAM y periodista Julio Boltvinik Kalinka, considera que una y otras opiniones son sesgadas, pues existe un problema de origen en cuanto a la metodología utilizada por el Coneval, que no mide exactamente la pobreza multifactorial como si lo hace, por ejemplo, el Método de Medición Integrada de la Pobreza (MMIP), desarrollado por el propio economista y un equipo de expertos y que es utilizado por organismos como México Evalúa. El texto completo de su análisis, “Coneval, cuento de hadas y minimización de la pobreza”, puede leerse en la siguiente liga: https://www.jornada.com.mx/2023/08/18/opinion/019o1eco
En palabras de Boltvinik, para medir la pobreza, el Coneval utiliza dos “neoconceptos”, pues por un lado cuantificó la cantidad de hogares/personas “que tienen un ingreso menor a la línea de pobreza”, lo que este organismo estima en menos de 13 mil 300 pesos mensuales, y por otro lado, de forma separada considera el de hogares/personas con una o más carencias sociales de un total de 6 indicadores: educación, servicios de salud, vivienda digna, servicios básicos en ésta, seguridad social y alimentación.
En realidad, la situación de pobreza en el país es mayor, Boltvinik apunta que en el informe del Coneval se dice que el porcentaje de mexicanos que presenta alguna de las 6 carencias sociales mencionadas anteriormente es del 65.7% de la población del país, mientras que el de familias con un ingreso mensual inferior a la línea de pobreza es del 43.5%.
Como se ve, ambos porcentajes se encuentran por arriba del 36.3% de la población considerada como pobre que reconoce el Coneval, incluso Boltvinik apunta que el promedio de la suma de ambos porcentajes da como resultado 54.6% de población en pobreza. Sin embargo, el Coneval sólo considera como pobres a la población que tiene ingresos por debajo de la línea de pobreza y que, además, tienen una o más carencias sociales, un 36%.
Pero resulta que existe un universo de 29% de la población del país, es decir, una tercera parte de los mexicanos (43 millones) que, aunque tienen ingresos por arriba de los 13 mil pesos mensuales padecen de una o más carencias sociales, como la falta de acceso a la salud pública o a una educación de calidad, a estos se les considera como “vulnerables por carencias sociales”. Y resulta también que existe una población de 7.2% de mexicanos (algo así como 9.3 millones) que curiosamente no tienen carencias sociales, pero registran ingresos muy por debajo de la línea de pobreza. La suma de ambos “sobrantes” es de poco más de 50 millones de mexicanos a los que no se les quiere reconocer como pobres, sino como “vulnerables”.
“En 2010… en un Seminario en la UNAM, pregunté a los autores del método [del Coneval] sí reconocen que la población vulnerable es carenciada, a lo que contestaron que sí. Mi siguiente pregunta fue ¿por qué, entonces, no la reconocen como pobre? a lo cual contestaron con evasivas, pues es obvio que la pregunta no tiene respuesta, dando a entender que fueron forzados a usar los dos apelativos (pobres y vulnerables) para que la pobreza resultante fuese menor a 50 por ciento. Reconocieron que México es un país dividido entre 75 a 80 por ciento de pobres y 20 a 25 por ciento de no pobres”, culmina su análisis el destacado economista.
Este sesgo de medición resuelve la paradoja de porque es posible que mientras que el número de pobres disminuyó en 5 millones en este sexenio, al mismo tiempo el Coneval reconoce que el número de mexicanos que se quedó sin acceso a los servicios de salud, fundamentalmente porque desapareció el Seguro Popular y por los constantes problemas de abasto de medicinas y médicos, se disparó de 20 a 50 millones de mexicanos. Varios de los cuales, sin embargo, no son considerados como pobres.
Pero esta forma de medir la pobreza conduce a escenarios verdaderamente absurdos como el hecho de suponer que una familia que ha visto un ligero aumento de sus ingresos debido a alguno de los programas del gobierno federal, dígase becas o apoyos a los adultos mayores, ya ha dejado de ser pobre aunque viva en una colonia popular sin calles pavimentadas, sin una vivienda con servicios como agua entubada, drenaje o electricidad y sin contar con una clínica cercana o con aulas dignas para que sus hijos tomen clases y hagan un uso efectivo de su beca. Y, en el peor de los escenarios, que incluso con el dinero de los programas sociales que reciben no puedan curar a sus enfermos de gravedad, porque ni siquiera les alcance el dinero o porque no existan los servicios médicos requeridos para hacerlo.
Este supuesto, no tan hipotético, se parece mucho a lo que los activistas de Antorcha diariamente vemos en las colonias populares y en los pueblos campesinos en donde hacemos nuestro trabajo de organización y concientización colectiva. Es, en efecto, el tétrico y desolador panorama al que se enfrentan la inmensa mayoría de las familias de clase trabajadora de este país.
Así que, suponiendo, sin conceder, que efectivamente los programas del gobierno federal hayan mejorado los ingresos de 5 millones de mexicanos, también es cierto que se han dejado de atender otro tipo de necesidades y de servicios que el Estado se encuentra obligado a proporcionar, según lo mandata la propia Constitución General de la República. Lo que en términos concretos y reales, implica un aumento de la pobreza en México, aunque el gobierno y sus apologistas nos intenten convencer de lo contrario
Como bien lo apuntó la doctora Viri Ríos, el jueves pasado en el programa Política y Otros Datos de http://xn--expansin-13a.com/, “Lo que Coneval nos muestra es que el problema de pobreza de este país, son los sueldos bajos y es la incapacidad del gobierno por dar servicios de calidad. No tiene que ver con que crezca la economía o que lo haga poco. El gran problema es que la riqueza que se genera en el país, está favoreciendo enormemente a los dueños de las empresas”.
El Movimiento Antorchista Nacional ha insistido reiteradamente en que hace falta más que solo aumentar simbólicamente el salario mínimo y repartir dinero a través de tarjetas para acabar con la pobreza, que eso ayuda ciertamente, pero no resuelve la necesidad de obras y servicios de beneficio colectivo para la población y cuya carencia, muchas veces, son la causa de que la gente no tenga una mejor calidad de vida.
Por eso mismo, vamos a continuar luchando para hacer efectivos los derechos sociales protegidos por la Constitución, porque no estamos de acuerdo con este aumento de la pobreza y la desigualdad en México, mismas que han sido provocadas por las erráticas e improvisadas políticas sociales del gobierno morenista. Por lo que a los antorchistas veracruzanos respecta, este 4 de septiembre saldremos a marchar por las calles de Xalapa, en contra del aumento de la pobreza y de la corrupción del gobierno morenista. Vale. |
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