El pasado martes 16 de agosto por la mañana, durante la conferencia presidencial, el polémico subsecretario de Promoción y Prevención de la Salud, Hugo López-Gatell, se lanzó en contra de los consultorios médicos que funcionan de manera adyacente a las farmacias corporativas (como las que utilizan una famosa botarga de doctor), a las que calificó de ser “un engaño” y previno a la población a no confiar en ellas pues representan un riesgo. “Lo mejor es que no existan”, sentenció el funcionario. Sin embargo, omitió decir que este modelo de atención médica ha proliferado en el país desde cuando menos hace 12 años como respuesta y complemento casi intencional al paupérrimo sistema de salud de nuestro país.
No es intención de este artículo defender a las farmacéuticas que, dicho sea de paso, seguramente obtienen jugosas ganancias con este modelo de atención médica ni tampoco demostrar que las medicinas que recomiendan los doctores que laboran en estos consultorios sirven o no para aliviar las enfermedades de la gente, dado que quien escribe no posee estudios especializados en el área. Aunque ciertamente los padecimientos que alivian son dolencias menores y no cuentan con lo necesario para atender enfermedades crónicas. Más bien, se pretende abordar algunos datos que demuestran que su origen, proliferación y actual existencia obedecen a un problema estructural de México, concretamente, de las políticas de total abandono al sistema de salud pública de parte de todos los gobiernos, incluyendo al actual de la Cuarta Transformación.
Baste decir que, según me he informado, la existencia de este tipo de consultorios está regulado por la norma mexicana NOM-005-SSA3-2010, es decir, que son totalmente legales, y que desde 2013 la Comisión Federal de Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) emitió una Guía de buenas prácticas para estos establecimientos, en la que se estipulan sanciones en caso de incumplimiento de la normativa, multas, y, en casos extremos, clausura temporal o definitiva del consultorio. Es decir, existen y operan con total permisividad del Estado mexicano, para el que trabaja el subsecretario Hugo López-Gatell.
Según los datos de una investigación realizada por un grupo de especialistas para la propia Secretaría de Salud Pública en el año 2018, titulada “Aumento en la oferta de consultorios adyacentes a farmacias y atención en servicios públicos en México entre 2012 y 2018”, entre el año 2000 y 2018, el número de Consultorios Adyacentes a Farmacias (CAF) aumentó de 239 a 6,518. Curiosamente, en el mismo lapso de tiempo, la cantidad de mexicanos afiliados a algún servicio de salud pública también se incrementó, debido a que, por ejemplo, entró en operación el Seguro Popular, “la afiliación creció 10.3 veces entre 2004 y 2010, pasó de 4.8 a 50.0 millones de personas.
Sin embargo, los especialistas en salud detallan lo siguiente: “Este crecimiento no se vio acompañado de un aumento equivalente de la oferta de servicios públicos en el mismo periodo. Mientras que el número de médicos y pasantes aumentó ligeramente de 19 a 23 por cada 100 000 habitantes, el número de unidades de medicina general se mantuvo prácticamente igual (10 por 100,000 habitantes).”, agregan que, como resultado de la poca cobertura del sistema de salud pública, el 46% de los beneficiarios del SP, declaró haber recurrido a los servicios de los CAF, por lo que “la oferta de éstos creció sostenidamente hasta llegar, en 2018, a prácticamente la mitad de la cobertura de las unidades de la Secretaría de Salud”.
Se pudiera pensar que este fue un problema de los gobiernos neoliberales del pasado, sin embargo, el gobierno morenista no canta mal las rancheras. Debido a que la promesa presidencial de que en el primer año de su gobierno tendríamos un servicio de calidad “como el de Dinamarca”, seis de cada 10 mexicanos prefieren atenderse en servicios de medicina privada, de los cuales el 70% lo hace en los consultorios adyacentes a farmacias, según datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2021.
Un dato revelador es que, durante lo que va de la pandemia de covid-19, cuando menos el 30% de la población ha reconocido haber acudido a alguno de estos establecimientos como primera opción para atenderse, debido a que no cuentan con ningún servicio de seguridad social, los bajos costos, poco tiempo de espera, accesibilidad y cercanía a sus hogares, entre otras cosas. Y lo que es más, el 54% de las personas afiliadas al IMSS o al ISSSTE, pese a contar con esos servicios médicos, se atendió en consultas privadas… en el caso de la población que se atiende en unidades de la Secretaría de Salud, el 66% acudió a servicios médicos privados.” (https://politica.expansion.mx/mexico/2022/08/18/mexicanos-prefieren-atenderse-en-consultorios-de-farmacia)
Esto en buena medida a los recortes presupuestales que el gobierno cuatrotero le ha infringido al sistema de salud y a los diversos problemas operativos que ha traído como consecuencia el desabasto de medicamentos, la falta de vacunas, el despido en masa de enfermeros y médicos y lo más grave, el golpe a las clases trabajadoras, que supuso la desaparición del Seguro Popular con la consiguiente desatención de más de 33 millones de mexicanos que no cuentan con servicios públicos ni privados de salud, según el Inegi. Tan solo en 2022, le fueron recortados al sistema de salud más de 16 mil millones de pesos, según los datos del Presupuesto de Egresos de la Federación.
En conclusión, la propagación de los consultorios adyacentes a farmacias es un reflejo del desinterés de los gobiernos mexicanos por brindar atención médica de calidad y a bajo costo a los mexicanos más humildes, a las clases trabajadoras, que ven en estos lugares su única vía de acceso. Una muestra de que los gobernantes del país han estado al servicio de los intereses económicos de las clases privilegiadas dejando en el olvido a los productores directos de la riqueza social, lo que incluye inevitablemente al actual gobierno del presidente López Obrador.
Los discursos adormecedores como el de López-Gatell son una falsa crítica, que elude el problema principal y, por lo tanto, del que no se desprenden soluciones reales. Lo óptimo no es que esos consultorios desaparezcan de tajo, porque eso dejaría en la indefensión a más gente de bajos recursos, lo que se requiere es poner en pie un sistema de salud realmente de primer nivel, al que puedan acceder todos los mexicanos. Esta tarea, sin embargo, solo podrá ser realizada por un gobierno emanado y defendido realmente por las clases populares de México, no por falsos redentores como los de la 4T, para lograrlo es preciso la organización y conscientización de estos mismos sectores. Que así sea. |
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