Andi Uriel Hernández Sánchez
Ante la falta de resultados reales en la atención de los problemas más sentidos del país, al gobierno morenista y al presidente López Obrador no les queda nada más que recurrir a la mentira y a la manipulación para sostener su popularidad y, sobre todo, los votos necesarios para continuar en el poder.
Tanto la consulta de revocación de mandato como el recién inaugurado aeropuerto internacional Felipe Ángeles, son verdaderas parodias de lo que deberían ser; el primero, un ejercicio democrático al servicio de los mexicanos y, el segundo, una obra de infraestructura para detonar el crecimiento y desarrollo económico del país. No son más que meros instrumentos propagandísticos del régimen, eso sí, bastante caros.
A estas alturas es una verdad, que no existe interés real de la mayoría de los mexicanos por participar en la consulta de revocación de mandato el próximo 10 de abril. El ejercicio nació viciado de origen. No fueron los ciudadanos organizados, como lo ordena la Constitución de la República, los que la solicitaron, sino el propio presidente López Obrador con la intención de movilizar a sus huestes y poder levantar su cada vez más baja popularidad.
Fueron legiones de morenistas y de funcionarios públicos, obligados o por convicción, los que se sumaron a la recolección de firmas para solicitar lo que ellos llamaron, violando la ley, “ratificación del mandato”. Con el uso evidente de recursos públicos se ha desplegado una intensa campaña publicitaria. “Que AMLO siga” se lee en espectaculares, pegoles y todo tipo de utilitarios, que se cuentan por millones.
Los Servidores de la Nación amenazan a la gente que recibe los programas sociales con quitárselos si se niegan a participar en las actividades de promoción y movilización. Los gobiernos estatales morenistas, como el de Cuitláhuac García en Veracruz, utilizan a las dependencias de su gobierno para obligar a empleados, maestros, concesionarios y contratistas a participar, a juntar firmas y a llevar a gente acarreada a votar el 10 de abril. Si a Jaime Rodríguez, “El Bronco”, lo encarcelaron por utilizar los recursos del gobierno de Nuevo León para promover su candidatura “independiente”, el mismo destino le espera, sin duda, a Cuitláhuac y a la pandilla morenista.
El presidente invita desesperadamente a la gente a participar en el bodrio desde sus conferencias mañaneras en plena veda electoral. Recientemente, los diputados federales morenistas y los senadores aprobaron un decreto para que, en palabras llanas, la propaganda gubernamental sobre la revocación de mandato, no sea considerada propaganda. No importa respetar las leyes que ellos mismos aprobaron, mucho menos la Constitución. Todo se trata de mantener el circo y sacar el show adelante.
Más aún, el presidente López Obrador ha preparado, desde el principio, el terreno para echarle la culpa al INE del ridículo del próximo 10 de abril. Primero lo obligó a realizar, lo que es en los hechos una elección de presidente de la República, con mucho menos recursos que los utilizados en la jornada de 2021, mil 500 millones de pesos frente a los 7 mil 800 millones de la elección intermedia. Por lo que habrá menos casillas, menos promoción del ejercicio, menos funcionarios capacitados para tan importante labor, etc.
Solo se me ocurre una forma en que la consulta de revocación de mandato reúna la participación de los 40 millones de mexicanos que exige la Constitución para que sea vinculante, para que sea exitosa: que el 10 de abril, los gobiernos morenistas se apliquen a fondo en el acarreo de personas, compra de votos, embarazo de urnas y todas esas prácticas antidemocráticas que tanto han denunciado. Lo que, sin duda, implicaría un desperdicio insultante de recursos.
El mismo fin, eminentemente propagandístico, tuvo la inauguración del aeropuerto de Santa Lucía – una base militar área ampliada, en realidad- este 21 de marzo. Aunque el presidente López Obrador dice que funciona al 100%. La realidad es que no.
“No están terminadas la pista central, la torre de control, la terminal de pasajeros, las plataformas, las vías de acceso, el área de aduanas, la zona de catering ni el hotel”: señaló en su columna del lunes el periodista Carlos Loret de Mola y nadie lo desmintió. Los noticieros nocturnos dieron cuenta de estas y otras deficiencias, imperfectos y trabajos inacabados.
El aeropuerto “internacional” no ha recibido las certificaciones de aviación para recibir vuelos de otras partes del mundo. Por ahora, no es más que un aeropuerto local. Las propias aerolíneas no quieren utilizarlo, porque no está en condiciones. El presidente confesó en una mañanera que ha tenido que llamar por teléfono a los dueños para obligarlos (“convencerlos”, dijo) a usarlo. Apenas se realizaron 20 vuelos el día de su inauguración, frente a los 893 del Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la CDMX, al que espera reemplazar a corto plazo.
En su construcción ya se han gastado 113.5 mil millones de pesos (53% más de lo estimado inicialmente) y se esperan otros miles de millones para concluirlo. El 100% de los contratos se dio por adjudicación directa a las constructoras, más de 966 fueron entregados a empresas fantasma, según Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad. La Auditoría Superior de la Federación denunció que no se justificaron en qué o cómo se gastaron 12 mil millones de pesos. La corrupción pulula a todo lo que da en el gobierno de la honestidad valiente.
Entre la construcción del Felipe Ángeles y el costo por cancelar los trabajos del aeropuerto de Texcoco, se han gastado casi 500 mil millones de pesos, según una investigación del diario El País. Lo mismo que si se hubiesen construido 3 aeropuertos iguales a Santa Lucía. Lo peor es que, así como van las cosas, no se espera que el AIFA sea pronto un negocio rentable. El propio director del aeropuerto, Isidro Pastor, afirmó al periódico La Jornada que empezará a serlo, si las cosas marchan bien, hasta 2026.
A pesar de todos estos desperfectos, el presidente y la plana mayor del morenismo lo inauguraron con bombo y platillo, acaso porque es, como dijo Loret de Mola, un retrato de cuerpo entero de su administración: una obra chafa de un gobierno chafa.
Y mientras el presidente de la República utiliza estos temas como distractores y se gastan miles de millones de pesos con la mayor frivolidad, los problemas más sentidos de los mexicanos se quedan sin solución. Crece el número de pobres, porque los salarios cada vez son menores, no hay empleos y los precios de los productos básicos están por las nubes; no hay inversión en hospitales, servicios básicos, carreteras y caminos dignos; los índices delincuenciales y la ola de violencia que esto acarrea se elevan como espuma; se desaparecen las Escuelas de Tiempo Completo, es decir, se desampara a más de 3.6 millones de niños y jóvenes, con la mano en la cintura, entre muchas penurias más que la gente conoce bien.
La 4T es un fracaso, es como la revocación de mandato y el aeropuerto Felipe Ángeles, una parodia de sí misma, de lo que tanto prometió ser, pero no pudo. |
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