Andi Uriel Hernández Sánchez
La actitud prepotente, intolerante, “sarcástica”, en ocasiones claramente furibunda, del gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez, se ha venido agudizando en las últimas semanas, particularmente en los últimos días, en los que ha arremetido con encono contra los que considera sus adversarios políticos y contra quienes se atreven a criticar las malas acciones de su gobierno. Una situación verdaderamente preocupante y que debe llevar a los veracruzanos a realizar diversas reflexiones.
El último desafortunado acontecimiento, ocurrió el pasado miércoles 9 de febrero en rueda de prensa desde Palacio de Gobierno, cuando el gobernador Cuitláhuac García, en un tono bastante intolerante, arremetió contra la periodista Sarah Landa, del canal de televisión Meganoticias, por cuestionarle cuál era su opinión sobre que diversas barras de abogados en la entidad denunciaban que su gobierno utiliza el delito de ultrajes a la autoridad para cometer violaciones de derechos humanos contra los ciudadanos.
Evidentemente molesto, el gobernador le respondió que era falso que veracruzanos inocentes estuvieran encarcelados por este delito pues dijo que la mayoría pertenecían al crimen organizado. “En caso de que haya una situación injusta, los liberamos inmediatamente”: aseguró Cuitláhuac García. “¿Cuántos se han liberado por una situación injusta?”, preguntó la periodista. “Ah no, no sabemos, eso lo determina el juez”, contestó el gobernador, bastante irritado por el cuestionamiento.
Acto seguido, el mandatario le exigió a la reportera que diera los nombres de los veracruzanos encarcelados injustamente, por lo que Sarah Landa le respondió que eran muchos casos documentados por barras de abogados y que en toda la entidad eran muy frecuentes las manifestaciones de familiares de personas encarceladas en esta situación. El gobernador pidió los nombres de los abogados críticos y la reportera le respondió que, en realidad se trataba de muchas barras con prestigio.
“Ve qué papel estás jugando como medio”, le increpó. Y, para no dejarla volver a hablar más, arriesgándose a que la periodista enumerará los casos conocidos públicamente, el gobernador arremetió: “¿defiendes tu a los delincuentes?, ¿tú le informas a la sociedad o no?, ¿es tu derecho mal informar a la sociedad?”, fueron algunas de las acusaciones disfrazadas de preguntas que le espetó Cuitláhuac García. Cada que la reportera intentaba aclararle el sentido de su intervención original, así como responder las interrogantes que le hacía el propio gobernador, éste le arrebataba la palabra de manera violenta y grosera. Finalmente, la llamó mentirosa y aseguró que la gran mayoría de la sociedad veracruzana está pidiendo a gritos que NO SE DEROGUE el delito de ultrajes a la autoridad del Código Penal, que data, según aclaró, del año 1896. Así es, leyó bien, una ley vigente que proviene del siglo antepasado.
El video en el que se observa al gobernador casi fuera de sí mismo agrediendo a la periodista, recorrió muy rápido el país y se volvió noticia nacional. Provocando la indignación, por decir lo menos, de todo el gremio periodístico y de la opinión pública en general. Es una cátedra de intolerancia y una exhibición del esfuerzo del gobernador por parecerse mucho al presidente López Obrador, quien un día sí y el otro también, insulta verbalmente a la prensa crítica hacia su gobierno.
Sorprende y preocupa la actitud del gobernador Cuitláhuac García, porque se trata de un hombre que, hasta hace algunos años, se desempeñaba como docente en la máxima casa de estudios de la entidad y presume de sus estudios en el extranjero, Alemania e Inglaterra, para ser precisos. Una actitud impropia de un jefe de Estado y de un representante popular.
Si el gobernador se muestra intolerante y soberbio ante las cámaras y arremete sin freno contra una periodista, sin importarle las críticas a su comportamiento, no debe extrañar la actitud que tiene hacía los campesinos, colonos, obreros, estudiantes, profesionistas, en fin, la clase trabajadora, que busca acercarse a él para plantearle las demandas más apremiantes de sus comunidades y a quienes no quiere escuchar y pretende no ver desde hace 3 años.
Hasta hace unas semanas, muchos opinadores referían que el causante del despeñadero hacía el que avanza sin freno el gobierno morenista de Veracruz, es el secretario de Gobierno, Eric Cisneros Burgos, la mente maestra tras los actos de represión y agresiones contra la oposición y los críticos y que el gobernador Cuitláhuac García era víctima de su manipulación y engaño.
Sin embargo, luego de que estallara el escándalo de los supuestos vínculos con la delincuencia organizada, al secretario de Gobierno se le ha visto un bajo perfil, en los eventos públicos y en presencia ante los medios de comunicación y, a pesar de ello, la actitud del gobernador no ha cambiado, al menos no para bien, al contrario, en las últimas semanas ha insultado a los políticos de oposición agrupados en el “Movimiento por la Justicia”, que exigen el excarcelamiento de 1,300 presos políticos o personas inocentes tras las rejas; los llamó “cínicos, hipócritas y corruptos”. Luego, a las barras de abogados que denuncian los abusos del sistema judicial las acusó de “defender a criminales”, de que “quieren hacer un gran negocio con la derogación del delito de ultrajes a la autoridad” y, sobre las madres que se duelen del encarcelamiento de sus hijos, expresó: “no porque protestan madres de criminales, vamos a dejarlos en libertad”.
Una soberbia que brota o bien de los malos consejos de sus asesores, si es que los tiene, o de sentirse intocable bajo la protección del presidente López Obrador, o bien de ambas. Ciertamente no importa tanto su origen, pues en todos los casos, su actitud provoca pesares al pueblo veracruzano, víctima de la indiferencia y los atropellos del poder, del gobierno que encabeza Cuitláhuac García. Por ello, sus arrebatos hasta el momento solo le han servido para ponerse en ridículo más de una vez y para ganarse el repudio de la mayoría de los veracruzanos.
La soberbia siempre es mala consejera. Ojalá el gobernador Cuitláhuac García pudiera rectificar su actitud, porque en ese camino, al final, en 3 años cuando acabe su mandato, para él solo habrá repudio y, quizá, una celda en donde pueda pasar el resto de sus días. Claro, la última palabra la tenemos los veracruzanos, ojalá también el pueblo trabajador piense mejor su voto en las elecciones de 2024. |
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