Ángel Lara Platas
El supuesto atentado al candidato presidencial Donald Trump, exhibe que la gente no somete a riguroso análisis los eventos de alcance masivo. Se deja llevar por las escenografías sin entrar en la rigurosa búsqueda de la verdad; y asume como propios los comentarios de los medios de comunicación.
Millones de personas de todo el mundo vieron los videos del intento de asesinato contra el ex presidente Donald Trump. La gente se quedó con la idea que un francotirador disparó varias veces a la cabeza del señor Trump, con tan mal tino que solo una bala fue la que rozó el pabellón de la oreja derecha; mientras presidía un mitin.
Los periódicos de todo el mundo y las redes sociales, se dieron vuelo destacando el valor y la suerte del ex mandatario. La imagen que le dio vueltas al mundo fue la de un valiente Donald Trump que con el puño en alto y el pecho henchido de patriotismo, se enfrentó al asesino que lo tenía en la mirilla del rifle de alto poder.
Los periodistas no escatimaron en frases llenas de elogios.
Los fotógrafos, colocados cuidadosamente en el ángulo preciso, capturaron las mejores imágenes de esas que cualquier empresa de márquetin político desearía para venderlas caro a sus clientes.
Los seguidores del candidato presidencial agradecían al Cielo por haber evitado que el atentado se consumara.
El festejo mundial porque Donald Trump no tan solo continúa vivo sino lleno de enjundia y arrojo, dejó en el silencio las voces de testigos que advirtieron al servicio Secreto que resguardaba a Trump, de la presencia de una persona con un rifle de largo alcance, acomodado sobre un tejado en posición de disparar.
Los señores de la seguridad se voltearon para otro lado desoyendo las voces de alerta de los asistentes al evento.
Otros detalles que llaman la atención de los que ven las escenas con ojos escrutadores se describen a continuación.
Cuando el candidato escucha las detonaciones se lleva la mano derecha a la oreja presionándola con un ligero golpe, como avisando que la bala había rozado el pabellón auricular.
En momentos de confusión no se sabe con certeza qué partes del cuerpo han sido impactados las balas.
Cuando va hacia el suelo lo hace con la cara mirando al piso. Esta posición facilita que la escasa sangre que brota de la parte superior de la oreja, escurra hacia la nariz y la boca en forma de delgados hilos.
Resulta asombroso que a pesar que una cortada en la oreja provoca escandaloso derramamiento de sangre; el nivel de cicatrización de la oreja fue tan veloz que ya no alcanzó a pintar de rojo el blanco cuello de la camisa de la víctima. Es más, ni siquiera llegó al cuello.
Para ser más claros, la escasa cantidad de sangre que corrió por el rostro, equivaldría a la tinta roja que le cabe a una de esas cápsulas que usaban los luchadores, precisamente en las orejas que, a la menor presión, explotaban derramando el líquido sobre la cara del fulano dando el toque dramático al espectáculo.
Cuando los agentes del Servicio Secreto acuden a levantar del suelo al candidato, lo hacen sin cumplir los protocolos básicos de cubrir con sus cuerpos al personaje agredido, cubriéndolo con sus cuerpos y moverlo del lugar así sea a rastras. Pero no fue así. Una vez de pie, agentes y candidato permanecen cruciales segundos sobre el estrado como posando para la foto. Donal Trump se da el tiempo necesario para levantar el puño, decir algunas breves palabras y acomodarse para que él y la bandera se fundieran en una sola imagen. Hasta este momento, el agresor supuestamente seguía vivo y en posición de ataque.
Hay más dudas. Si el joven tirador estaba sobre el tejado de una granja o casa, debió haber utilizado una escalera. Quién se la facilitó, de dónde la tomó, quién le abrió la puerta para que entrara a pesar que llevaba un arma. O en su caso, de dónde sacó la información que le asegurara que los habitantes del inmueble no se darían cuenta de su intrusión a esa propiedad que era privada.
Por la altura desde donde el asesino disparó, las balas debieron impactar en algunas de las personas que se encontraban en la parte posterior del presídium. Durante las detonaciones algunos de los asistentes se agacharon, pero no se vio pánico ni estampida. Tampoco se observaron personas heridas o muertas; salvo nuevos videos que demuestren locontrario.
En acercamientos fotográficos no se veía daño alguno en la oreja. Estaba pintada de rojo, pero intacta.
No hay que olvidar que el empresario Donald Trump si en algo tiene experiencia es en armar shows.
No se supo nada de los funerales del francotirador ni del bombero, muertos. El primero bajo el fuego de los agentes del Servicio Secreto, y el segundo por las balas asesinas.
Enfermeros dicen que la forma y colocación del parche, con el que Trump aparece al siguiente día, no es el que se hubiera colocado a cualquier persona con una lesión en el mismo lugar.
Bueno, sea lo que sea, el atentado abrió los corazones de los votantes que no se habían decidido aún. Al que sí le pegó la bala en la merita cabeza fue a Joe Biden, que logró derrumbarlo de la candidatura.
Aclaro que lo anteriormente escrito no tiene el menor rigor científico. |
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