Ángel Lara Platas
Desde cualquier punto de vista que se le vea, el debate celebrado el pasado sábado 27, entre los candidatos al gobierno de Veracruz, Pepe Yunes, Rocío Nahle y Polo Deschamps, estuvo a la altura de las circunstancias. El formato fue del agrado de los espectadores.
El debate, así llamado por el órgano electoral, tiene la intención de que cada uno de los candidatos exponga, en pocas palabras, las propuestas que en su gobierno convertirían en proyectos a desarrollar. Sin embargo, paralelamente a las confrontaciones y a la exposición de sus ideas de gobierno, lo más importante para los potenciales votantes es analizar si tienen el perfil que se requiera para ocupar el cargo de gobernador.
Frente a la pantalla, el elector observa el aplomo de cada uno de los participantes. Se fija en la acentuación de las palabras, la construcción de las frases y el tono que usa. Están atentos a sus gesticulaciones y el autocontrol que mantenga ante preguntas incómodas y su capacidad de respuesta. Todo esto observa el potencial votante. Quiere ver, en el debate, cómo serían como gobernantes. La cortesía y respeto entre los participantes es altamente calificado. Cómo se saludan, cómo se miran. Nada pasa desapercibido.
Los debates son una suerte de exámenes que tendrán una calificación final.
Queda en la memoria del ciudadano algunos detalles que hayan sucedido durante la disertación. Pueden no recordar de manera nítida lo que hayan propuesto, pero sí podrán recordar incidentes, palabras, frases o gestos.
En el debate en cuestión, una imagen que tuvo una difusión copiosa en las redes sociales, fue el momento en el que Rocío Nahle evita la cortesía de saludo de Pepe Yunes. El hecho fue considerado como un error de la candidata porque se imaginan actitudes de esa naturaleza en su ejercicio como gobernadora ante un eventual triunfo.
La cortesía es obligada regla en un evento tan trascendental como el debate mismo. El control de las emociones y las pasiones deben controlarse ante la mirada de miles o millones de ojos que atentos están a todo lo que ocurra.
Otro detalle que calificaron los atentos espectadores, fue que la candidata Nahle inicia leyendo su participación.
Polo Deschamps, candidato de Movimiento ciudadano, decidió asumir un papel protagónico. Sin embargo, pretender ser el réferi de la candidata oficial y el opositor, le restó importancia a su figura de candidato al gobierno de Veracruz. Debe recordar que la gente quiere ver cómo se comportarán cuando asuman el cargo para el cuál compiten.
Pepe Yunes se condujo con aplomo y mesura. Refrendó ante los espectadores su fama de ser un político caballeroso. No se enganchó en los señalamientos de sus opositores.
Cuidó que sus propuestas no fueran meros deseos de campaña. Su experiencia como legislador y gestor de apoyos para las diversas regiones del Estado, lo inclinó a proponer aquello cuya factibilidad de realización fuera alta.
En resumen, Pepe se mostró enfático, preciso, contundente, y conocedor de la problemática de Veracruz. |
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