Nadie entiende la alcahuetería de la comisión permanente de Gobernación del Congreso Local, con la actitud beligerante e irracional de las síndicas de Agua Dulce y Coatzacoalcos, Sandra López Amador y Jazmín Martínez Irigoyen, la primera a los pies de Manuel Huerta Ladrón de Guevara y la segunda al servicio de aviesos e inconfesables intereses.
En reiteradas ocasiones la diputada Adriana Paola Linares Capitanachi, una abogada egresada de la mejor universidad privada del puerto de Veracruz y conocedora de la Ley Orgánica del Municipio Libre, ha sido informada por el alcalde de Coatzacoalcos Víctor Carranza, acerca de los actos “desestabilizadores” en que ha incurrido Martínez Irigoyen y la legisladora morenista con el cuento chino que no se debe ejercer violencia de género, ha permitido que el conflicto interno en el cabildo del viejo Puerto México, se encuentre ya en un punto ciego. En un callejón sin salida. Hasta este momento los presuntos actos de corrupción que esta dama ha difundido en su prensa a modo, por insustanciales, no han causado interés en los órganos jurisdiccionales.
En Agua Dulce, la pomposa “representante legal” que no es otra cosa que una marioneta al servicio de Manuel Huerta, empeñado en poner tantas piedras, como sea posible al gobierno de Cuitláhuac García, es la principal enemiga del progreso de aquél pueblo limítrofe con Tabasco.
Para muestra dos botones: 1. Hace algunos meses –derivado del clamor popular de contar con una ambulancia- el alcalde Sergio Guzmán hizo las gestiones ante el Gobernador Cuitláhuac García, logrando a la velocidad de la luz que le entregaran a aquel ayuntamiento en comodato, una unidad totalmente equipada. Cumplía así Sergio Guzmán, un compromiso de campaña, que no lo suscribió a título personal, sino en representación de quienes en aquél entonces formaban parte de la planilla, incluida la entonces candidata a síndica.
El protocolo establece que la representante legal debe estampar su firma aceptando el referido comodato, en la inteligencia que, de no hacerlo, el gobierno estatal se verá en la penosa necesidad de requisar la ambulancia.
López Amador que ya ha dado muestras de estar en contra de todo y a favor de nada, simple y llanamente no ha firmado la documentación por sus “pistolas”, a sabiendas que una vez que la Secretaría de Salud exija la devolución del vehículo, el pueblo –azuzado vía redes sociales por los perversos a su servicio- se le irán a la yugular, no a ella sino al Presidente Municipal, porque en el fondo, ese, es el móvil, por el que López Amador se resiste a cumplir con ese y otros deberes atribuibles a su comisión.
Amén del cargo de conciencia, tendrá idea Sandra López, ¿Qué podría pasar si como consecuencia de su negativa actitud, finalmente la Secretaría de Salud les retirara la ambulancia y ese mismo día se requiriera para una urgencia? ¿Qué acontecería si por su actitud, el Ayuntamiento se quedara sin ese útil vehículo y ocurriera algo fatal? ¿Quién pagaría los platos rotos?
Se le recuerda a la morenista que en Veracruz el gobernador se llama Cuitláhuac García, no Manuel Ladrón, más aún, si el jefe del ejecutivo ordenó la entrega de una ambulancia a Agua Dulce es porque también está cumpliendo un compromiso con la salud de los hidrómilos, entonces –independientemente que este tema haya pasado por el tamiz de Sergio Guzmán- doña Sandra tiene que entender que su negativo proceder se toma como un literal NO al jefe del ejecutivo estatal. Que conste.
Otro botoncito: La dirección de Telecomunicaciones de México (Telecom) por gestiones del alcalde Guzmán Ricárdez, accedió dar cobertura con su amplia gama de servicios a la ciudadanía de Agua Dulce.
Para esto, el área jurídica de Telecom exige un acuerdo de cabildo en el que, mediante comodato, por un tiempo determinado, se le asigne un espacio dentro de alguno de los inmuebles propiedad del Ayuntamiento, de tal suerte que el primer paso es proceder a la firma un convenio.
Y nuevamente, como acuñó Miguel de Cervantes en su magna obra El Gran Quijote de la Mancha: “Con la iglesia hemos topado Sancho”, bueno, en este caso, con la síndica, que importándole un bledo el progreso de su pueblo, está empeñada en mantener una confrontación permanente con el alcalde, desconociendo quizás, que existen herramientas jurídicas para que, incluso un tercero interesado y no necesariamente algún integrante del cabildo, le pudiera fincar responsabilidades por el incumplimiento de un deber legal.
Así que si Agua Dulce se queda sin ambulancia, ya sabrán a quien solicitar ayuda para trasladar a Coatzacoalcos, Xalapa, Orizaba, Ciudad de México o Villahermosa a sus enfermitos.
Coatzacoalcos y su cena de negros
Recapitulando, el cabildo del viejo Puerto México pareciera estar gitanamente maldito, al confundir Jazmín Martínez la “gimnasia con la magnesia” y es precisamente cuando enfatizamos que la presidenta de la Comisión de Gobernación del Congreso del Estado, debería ser menos laxa y proponer al pleno el desafuero que viene exigiendo el cabildo de Coatzacoalcos, porque caray, cómo ayuda el que no estorba.
Si Martínez Irigoyen hubiera consignado en sus denuncias ante las autoridades jurisdiccionales cuando menos el 10 por ciento de todo lo que ha pregonado en medios de comunicación, a estas alturas no solo estaríamos ante el escenario de un alcalde desaforado, sino también frente a un expresidente procesado por la inobservancia de la ley.
Que quizás por inexperiencia a Víctor Carranza Rosaldo le falte oficio político para sobrellevar a la beligerante “representante legal”, es muy cierto; empero insistimos, si Martínez Irigoyen no sustenta sus denuncias y sólo litiga su diferendo ante algunos medios de comunicación, su tema no es jurídico, es político y por lo tanto Adriana Paola Linares, debería reconvenir a las síndicas sureñas, en la inteligencia que más allá de la bandera de Género, en las urnas estas damas también adquirieron un compromiso que no están cumpliendo, en su nefasto afán de hacer creer a la sociedad que ellas son las “capitanas” de la verdad y las “generalas” de la honestidad.
Gisela Pérez, el reverso de la moneda…
Contrario a lo que ocurre en Agua Dulce y Coatzacoalcos, la síndica minatitleca, Gisela Pineda Pérez finalmente comprendió que la confrontación estéril con el alcalde Nicolás Reyes solo abonaba al debilitamiento del cabildo y no porque el ex líder azufrero sea un dotado de virtudes para operar políticamente entre los integrantes del ayuntamiento, sino porque al final de la jornada la joven ingeniero, sabe que más allá de los yerros de su presidente municipal que los comete a diario, el compromiso principal fue con la ciudadanía, que ya estaba acatarrada de administraciones corruptas, donde construían puentes imaginarios y pavimentaban calles inexistentes. Bien por Gisela. |
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