Durante el “boom” petrolero, el municipio de Nanchital llegó a considerarse una isla de poder económico, no solo por el control que llegó a ejercer el sindicato petrolero, sino por la capacidad adquisitiva de los trabajadores de Pemex y sus familias. En ese reducto, se decidía el futuro político de Coatzacoalcos y no hubo gobernador que no pasara por la “bendición” de Francisco “Chico” Balderas.
Eso fue en el pasado, el presente pinta otra realidad.
Ahora Nanchital enfrenta el más cruel de los abandonos.
Al menos eso refleja la encuesta que con el apoyo de un experto ordenó la Fundación “Chico Balderas”, cuyos resultados avalados por una notaría pública, serán presentados a la Cámara de Diputados para exigir al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) actualice su base de datos exigiendo con ello, que el municipio deje de considerarse por éste organismo y el Consejo Nacional de Evaluación, como de escasa o nula marginación.
¿Qué se persigue con ello? Pregunta éste reportero al presidente de la fundación, Miguel Ángel Piña Balderas (hijo de la alcaldesa Zoila Balderas y nieto del bien recordado líder de la sección 11 del STPRM).
“Exigir al INEGI que modifique sus criterios y haga llegar a la Cámara de Diputados la información correcta para incrementar el presupuesto a Nanchital”.
Y explica:
“Aparecemos –según el INEGI- como un municipio con escasa marginación, cuando las colonias y ejidos pintan otra realidad: pobreza, desempleo e inseguridad”.
No falsea el INEGI cuando de acuerdo al último censo de población y vivienda 2015, estableció que el 80 por ciento de jefes de familia en Nanchital son petroleros. Lo que no consignó fue que son eventuales o jubilados con salarios de hambre.
“Miente cuando sostiene que del 100 por ciento de petroleros, un 80 por ciento es de planta y el resto es eventual, la realidad es cruel, porque anualmente la paraestatal va jubilando a cientos de trabajadores, sin basificar a los eventuales”, fustiga.
La encuesta reveló datos muy precisos: 70 por ciento de los casi 35 mil habitantes enfrentan algún tipo de rezago en su vivienda.
El petrolero que hace cinco años era de planta, hoy es un jubilado enfermo, olvidado, con limitaciones económicas y sin poder acceder a los programas federales de Sedesol, porque según el INEGI Nanchital es un municipio rico.
¿Y es cierto?
“Si es cierto, pero en problemas sociales, con hombres y mujeres de avanzada edad con graves problemas de salud, con viviendas con piso de tierra, con techos de vinil (lonas de campañas políticas), sin energía eléctrica y deficiente servicio de agua potable. Con familias que hacen dos comidas al día. En eso somos ricos”, ilustra irónicamente Piña Balderas.
La plática se desarrolla en tanto su equipo procesa el estudio, con datos escalofriantes: 70 por ciento de la población vive en pobreza extrema.
Las familias con mayor rezago se encuentran asentadas en las colonias San Regino San Miguel, San Regino Río, Oasis, Los Coquitos, Los Mangos, Tanque 12, Manuel Ramírez, ejidos Nahualapa, Lázaro Cárdenas y Pollo de Oro.
Otro de los objetivos, agrega Piña Balderas, es contar con un diagnóstico que permita a la autoridad municipal hacer llegar los apoyos básicos, médicos y educativos, a quienes realmente lo requieran, evitando prácticas clientelares o favoritismos involuntarios.
Una pregunta queda en suspenso: ¿Lograrán los Balderas que el INEGI rectifique su información para que la Cámara de Diputados apruebe mayores recursos a Nanchital (sede de una obsoleta API municipal y un complejo productor de etileno, que no aporta más que contaminación a la población?
Ya veremos.
La fundación “Chico Balderas”, constituida hace tres años y medio, cuando la actual alcaldesa e hija del legendario líder petrolero, ni soñaba con la presidencia municipal, está integrada por Oscar, Mayela, Ramón, Rocío, Alberto y Miguel Piña Balderas, hermanos y primos y surgió con la idea de dar continuidad al legado de su abuelo, que como el Cid al destierro, aun cabalga. |
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