Aquella tarde de 19 de septiembre de 2017, un sismo magnitud 7.1 volvió a demostrar que frágiles e indefensos somos ante eventos naturales, como también demostrándonos que tan cínicos podemos ser. Prácticamente fue la sociedad civil otra vez organizada como en 1985, quien literalmente salió a la calle de manera solidaria regalando tiempo, dinero, herramientas, donaciones, horas trabajo sin importar más que una sola cosa, rescatar vivos al mayor número de personas quienes atrapadas estaban entre los edificios colapsados.
Fueron oficialmente casi 400 muertos los que aprendimos a contar uno a uno en este sismo, que a diferencia de 1985 que fueron más de diez mil no lo hicimos. Eran otros tiempos sin redes sociales, más que la verdad oficial de un sistema caduco y partido en el poder hegemónico lo que nos impidió hacerlo, pero hoy sabemos que hay aun campamentos de hace 30 años que no han sido atendidos.
El sismo del año pasado nos dejó una gran experiencia de solidaridad social, pero también nos dejó conocer un gran hilo conductor hacia la corrupción, la opacidad, la indiferencia y la negligencia. El Estado en sus tres niveles de gobierno no estuvo –como en 85- ni actualmente ha estado a la altura que los tiempos del dolor y la desesperación que “su pueblo” requería.
Se hablaba inicialmente de que existían donaciones en efectivo por personas morales y físicas, nacionales y extranjeras, alrededor de 4 mil millones de pesos. Y en herramienta donada físicamente cerca de 100 millones, sin que se sepa a la fecha que paso con ese dinero y herramienta. De lo anterior existe un análisis del Senado de la Republica, más bien de su ala académica como el Cetro Belisario Domínguez, donde existen datos de donantes, retos y deudas por venir.
Se ha creado una especia de fideicomiso llamado Fuerza México, que poco se sabe de su integración, si cobran por esos cargos, quienes los desempeñan, cuanto ha ingresado, qué función tienen y qué se ha hecho al respecto con los miles de damnificados o qué tipo de sanciones se aplicarán a quienes fueron omisos en construcciones, al igual que en el desempeño de sus funciones como servidores públicos cuando el sismo ocurrió. Podrían decirnos dicho Fideicomiso que muchas de las antes interrogantes no son parte de su trabajo, pero tampoco sabemos cuál es. Y aunque hay una página Web de ellos no basta.
También a seis meses la necesidad de atención a damnificados sigue latente y ellos en su lucha siguen buscando soluciones que nadie les da. La Asamblea
Legislativa está entrampada en saber cómo repartir los dineros públicos a los damnificados. Con una mano los lanza de manera pública y con la otra se dice los utiliza con fines electorales, agua para sus molinos.
También a seis meses de este sismo, nadie da la cara ni nadie sabe qué porcentaje de damnificados han sido atendidos y sobre qué condiciones de financiamiento pagarán sus casas o el sistema adoptado para obtenerlas.
Prácticamente en el gobierno federal, como del Gobierno de la Ciudad de México los principales actores políticos se han ido o están por irse en busca de un nuevo hueso político en el poder legislativo, por la vía mas fácil y cínica que podamos imaginar; la plurinominal. Nombres? Para qué. Los reconoceremos pronto y sabremos que lejos de castigar su omisión o indiferencia el gobierno, los partidos y el sistema putrefacto en el que seguimos viviendo los premia con un puesto que ni siquiera jugarán.
Y como los damnificados son atendidos a paso tortuga, seguramente ya y mejor organizados para ese entonces, el día de las elecciones, cobrarán facturas al igual que México a los omisos. Independientemente que su lucha social y legítima por respuestas y vivienda la trasladen al próximo gobierno de la Republica, el de la Ciudad de México y el Congreso lleno de pluris, quienes en los momentos difíciles abandonaron a los suyos.
Hoy la red de damnificados por los sismos de 2017 se hace más grande y más sólida. Participan no solo damnificados y familiares de ellos, sino sociedad civil, voluntarios de aquellos sismos, y seguramente poco a poco irán ganando el respeto y la solidaridad de todo México en la medida que utilice una planeación estratégica para colocarse en ese escenario.
El gobierno y los partidos políticos así como sus candidatos presidenciales voltearon sus ojos al proceso electoral y los damnificados quedaron huérfanos, pero seguramente será por poco tiempo, puesto que su lucha es una justa, y en una lucha justa nadie da un paso atrás. Actuemos. rafaelmarinmarin@hotmail.com
El autor es Presidente del Colegio de Profesionales y Técnicos de Veracruz. COLPROTVER. |
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