Durante muchos años he sido un viajero frecuente recorriendo por carretera gran parte del país, por lo que he sido testigo de la afortunada evolución de la infraestructura carretera en la mayoría de los lugares del país. Ahí están los ejemplos del Bajío, el norte y las Bajas Californias, el sureste de México, Tlaxcala y puebla.
Por eso da grima recorrer la entidad y ver el estado actual de nuestras vías de comunicación. Durante mis recorridos por las carreteras del estado, he visto a más de 50 automovilistas con las llantas reventadas por los baches que por miles hay a lo largo y ancho de nuestra entidad.
Veracruz, un estado que se enorgullece de ser punto estratégico en el mapa comercial de México, enfrenta un grave desafío que amenaza no solo su desarrollo económico, sino también la seguridad de sus ciudadanos: el deplorable estado de sus carreteras. Desde el sur hasta el norte de la entidad, empresarios, transportistas y habitantes luchan contra la deficiencia en la infraestructura vial, un problema que se ve reflejado en la pérdida de competitividad, el aumento de costos logísticos, y la creciente inseguridad que afecta a las rutas más transitadas.
Una de las situaciones críticas se vive en la zona sur, un área clave para la industria petroquímica y la exportación de productos. El mal estado de las vías que conectan Minatitlán con Coatzacoalcos, así como la carretera hacia el sureste, son un reflejo palpable de la falta de mantenimiento y la escasa inversión en infraestructura que ha marcado el gobierno estatal en los últimos años.
Las condiciones de estas carreteras no solo afectan la competitividad de la región, sino que también generan sobrecostos logísticos. Las mercancías tardan el doble en llegar a su destino y eso pone en riesgo tanto a los conductores como a la economía de la región.
Las carreteras de esta parte del estado no solo están dañadas, sino que también se ven desbordadas por el incremento del tráfico vehicular, en especial el transporte de productos petroquímicos, que se traslada mayoritariamente por carretera.
A la ya complicada situación de las carreteras deterioradas se suma la creciente inseguridad. Las vías de comunicación en Veracruz se han convertido en objetivos fáciles para grupos delictivos que, aprovechando el mal estado de las mismas, cometen asaltos y secuestros. Los empresarios han reportado pérdidas millonarias debido a los robos de mercancías en rutas clave como las Cumbres de Maltrata, un tramo particularmente peligroso que conecta Veracruz con Puebla.
Este problema de inseguridad ha afectado a transportistas, comerciantes y habitantes por igual. No solo son los camiones de carga los que sufren, sino también los vehículos particulares, como ocurrió el 3 de noviembre cuando un grupo armado secuestró a un sacerdote y a varios jóvenes en la carretera Ciudad Mendoza-Tehuacán. Este incidente resalta la vulnerabilidad de todos los que circulan por estas rutas.
Si bien las condiciones de las carreteras en el sur de Veracruz ocupan titulares, que decir de las supuestas autopistas de peaje entre Xalapa y el Puerto de Veracruz o del Puerto a Coatzacoalcos, que son una verdadera ruina.
Y el norte del estado no se queda atrás. En la región huasteca, las carreteras siguen deteriorándose sin que se vislumbre una solución en el horizonte. La carretera que conecta Corral Falso con Ciudad Cardel, por ejemplo, ha sido calificada como una "carretera de cuarta", una vía con baches y sin el mantenimiento adecuado, lo que provoca daños constantes en los vehículos y retrasa las entregas comerciales.
Las quejas de los habitantes de la zona norte no se limitan a la falta de infraestructura, sino que también denuncian el desinterés del gobierno estatal y federal. La situación ha afectado gravemente a la economía de miles de familias que dependen de estas rutas para comercializar sus productos.
Tanto empresarios como ciudadanos coinciden en que las promesas de mejorar las condiciones viales en Veracruz se han quedado solo en palabras. En el caso específico del norte del estado, la falta de inversión y la nula respuesta por parte de las autoridades han creado una sensación de abandono.
En el sur, la urgencia es igual. Velasco Martell señala que, aunque la ampliación de la red de carreteras sería ideal, lo más urgente es la rehabilitación de las existentes. "Lo que necesitamos no son promesas de nuevas autopistas, sino que se rehabiliten las que ya tenemos", concluye.
La mejora de la infraestructura vial es un asunto de vital importancia no solo para la competitividad económica, sino también para garantizar la seguridad en los caminos. La construcción de nuevas vías y el mantenimiento de las ya existentes deben ser una prioridad para las autoridades que inician diciembre. De lo contrario, la región continuará rezagada, con carreteras intransitables, plagas de robos y, lo peor de todo, una economía que sigue pagando el precio de la desidia.
Es inadmisible que se destinen cientos de millones de pesos del presupuesto estatal a la construcción de estadios deportivos que serán concesionados a particulares y no al mantenimiento de nuestras carreteras.
Es hora de que las autoridades, tanto locales como federales, se comprometan realmente con la modernización de las carreteras de Veracruz, garantizando no solo mejores tiempos de entrega y mayor competitividad, sino también un entorno más seguro para quienes transitamos por estas vías.
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