por Raúl Caraveo @raulcaraveo
¿Cómo explicar algo que no caiga en uno de los dos extremos? El desaire o indiferencia, falta de cortesía, educación o ignorancia que fue aplicada a la presidenta Claudia Sheinbaum en el Zócalo el domingo en el muy importante evento convocado semanas antes refleja varias cosas muy importantes de nuestra clase política nacional; siempre serán los mismos, iguales, repitiendo estribillos, muletillas, y conductas aberrantes de siglos pasados, es la genética política que nos va a costar varias generaciones desterrar. Quienes hemos acudido a ese tipo de eventos a lo largo de los años, sabemos que la atención, las miradas, el punto crucial del acto es precisamente en éste caso la presidenta, a eso fue toda la clase política nacional a ver, saludar y respaldar a la presidenta, a escuchar su mensaje y respaldarlo. El epicentro es la presidenta. No requiere defensa, su popularidad y empatía la cubren de una protección similar a la que gozó y goza Andrés Manuel López Obrador. Este tipo de eventos de desaire solo pintan de cuerpo entero a quienes lo protagonizan; Ricardo Monreal dice que fue un “error involuntario”. Adán Augusto López y Manuel Velasco, (el par que alteró los plazos de la reforma antinepotismo de Sheinbaum) abrazados disfrutando el momento; Andy un poco sobre actuado trató de enmendar el error, insuficiente, la presidenta al darse cuenta apretó el paso y se deslindó para continuar su recorrido. La presidenta todo lo considera un hecho menor, si efectivamente, no tiene gran importancia pues solo acentúa la percepción que se tiene desde hace muchos meses de que en las alturas de la construcción del segundo piso de la cuarta transformación hay algunos personajes que están muy mareados al grado de no respetar las formas, protocolos y niveles de autoridad incluso dentro de el mismo partido.
Monreal, Adán y Velasco son una gran calamidad en medio de la construcción, en primera fila por sus funciones y en el protagonismo de su investidura no entienden que la falta de oposición seria no es un beneficio perpetuo, que solo a ellos les reporte beneficios. No es el caso de Luisa María Alcalde y Andrés Manuel López quienes reaccionen sorprendidos sin capacidad de reacción inmediata, pero tampoco justificable. Son la nomenclatura hoy del sistema, se esperaba mucho de ellos, sin embargo son desechables, sustituibles. El desaire que no es menor para los que andamos en la terracería refleja muchas cosas, se presta a muchas interpetaciones; lograron desenfocar la atención de los importante, del mensaje, de la capacidad de convocatoria en éste momento. Hicieron muy mal su trabajo en parte importante y aunque quisieron soslayarlo, quedó ahí. En algún momento de sus intrincadas carreras profesionales el efecto que quisieron causar con ese descuido se les revertirá.
En estos eventos desde muy temprano todos los asistentes y todas las miradas confluyen hacia el personaje principal, cosa que para estos señores los tenía sin ninguna preocupación; todos sabemos que en esos eventos infinidad de reporteros andan a la cacería de imágenes, declaraciones, desaires en fin, las disculpas y explicaciones vertidas no son suficientes. ¡350 mil asistentes en el zócalo de la CDMX y los que la cagaron fueron la nomenclatura! Para Ripley
@raulcaraveo
*Raúl Caraveo Toledo es licenciado en ciencia política por la UAM, ex catedrático de las Facultades de Psicología y de la Facultad Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana, ha sido analista de estudios económicos de PEMEX y Consejero electoral del IFE-INE de Quintana Roo de 2005 a 2015, ex asesor de la XIII legislatura de Quintana Roo, Corresponsal en México de La Prensa de Chicago, EEUU, escribe para Chicago, Illinois en y www.vocesmigrantes.us y en México para www.insurgentepress.com.mx www.gobernantes.com www.quintanaroohoy.com www.revistadigitalqr.com.mx www.diarionoticias.mx www.sinlineamx.com
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