@pablojair
La primera mandataria estatal en la historia de Veracruz encabezó los días del Festival de Mar en Coatzacoalcos, un evento cultural y artístico que fue olvidado por muchos años y estaba condenado a extinguirse porque su creador, el ex alcalde Iván Hillman Chapoy, no era del grupo hegemónico del poder que dominó Coatza en casi las dos primeras décadas del 2000: los marcelistas.
Va contexto histórico para entender lo anterior: Coatza por años fue el puerto del sur de Veracruz referente y obligado, no sólo por la industria petroquímica, sino porque sus playas y su malecón eran punto turístico regional, con hoteles, restaurantes, palapas y varios antros a orilla del mar. Por las noches, los fines de semana, estaba a reventar.
Y no todo era tragadera o bebedera: a veces sólo era ir a caminar o a hacer ejercicio; si bien no es mar turquesa con arena blanca del Caribe, hay días donde el agua se ve relajada, con poco oleaje; luce hermosa y tranquila, que incita, aunque sea, a remojar las patas.
Muchos de mi generación (y anteriores) tenemos recuerdos muy chidos de Coatza; aquí vivimos por temporadas, aquí trabajamos, tuvimos amores; conocimos grandes amigos con quienes dábamos vueltas al malecón en Atos o vocho; o agarrabas la bicicleta con los primos.
El problema fue la entrada del crimen organizado, que se aprovechó de manera muy gandalla de la nobleza y gentileza de Coatza, haciendo trizas a la ciudad.
Si no mal recuerdo, fue por ahí del 2005 cuando comenzaron las “medidas” en las cuales se veía la mano de la “maña”.
De entrada, prohibieron que la gente fuera al malecón a tomar (por años siempre hubo civilidad, tolerancia y vigilancia; eran raros los desfiguros), con el pretexto de que los antros eran más seguros; los “ganones”, obviamente, fueron los dueños de estos lugares, que a la vez se convirtieron en centros de distribución de drogas, o para reclutar de potenciales clientes u operadores, además del vistoso lavado de dinero.
Con la llegada de los “dueños de la plaza” también se establecieron alianzas con grupos políticos que vieron la oportunidad para convertirse en algo así como “kingpines” región 4, villanos de caricatura que amasaron mucho dinero ilícito.
Era público, por ejemplo, que una conocida familia de Coatza ligada al ex gobernador Fidel Herrera Beltrán también eran socia de un jefe de plaza llamado “El Comandante H” en algunos negocios; y así también le entraron empresarios del transporte regional, llegando al grado de “reuniones de alto nivel” entre jefes de “Los Zetas” con altos funcionarios del gobierno.
Luego entonces, Coatzacoalcos cayó en picada dentro de una espiral vertiginosa, más cuando la estructura paramilitar de “Los Zetas” comenzó a ser abatida.
Los que quedan (la “delincuencia pelusa”, les decía mi patrón Chagoya) son resabios: pandillas callejeras que dicen ser de tal o cual cártel —dependiendo la moda— pero que no dejan de ser peligrosos, pues al no tener control de un “jefe”, cualquier “alucín” o “buchón” podía ir a cometer delitos graves que llegaban a homicidios por el simple hecho de mirarlos.
Coatza fue muy golpeada por estas células (lo sigue estando, pero ya en mucho menor intensidad), que obligaron a muchos comerciantes a cerrar sus puertas e irse tristemente a vivir a otro lado, dejando atrás décadas de vida hecha, despidiéndose para siempre.
No es ni será fácil recuperar todo lo arrebatado por la delincuencia: todo lo que se fue y no regresará. Pero Coatza ya desde hace unos años ha comenzado a sanar.
Quien tiene interés particular por esta ciudad y puerto es la gobernadora, quien ha hecho la mayor parte de su vida aquí. Aunque es nacida en Zacatecas, Rocío Nahle adoptó este lugar como su terruño.
Ella sabe que Coatza no sólo está en el mapa nacional como polo de desarrollo y parte de los planes para la industria por venir; sabe que también necesita recuperar mucho de lo que perdió la gente: la tranquilidad y el ambiente familiar.
Es visible que su apuesta, como plan estatal, es el turismo. Que cada mes haya un evento de este tipo para promocionar las regiones de Veracruz como el estado diverso que es: con playas, montañas, ríos, ciudades coloniales, pueblos originarios, fiestas patronales, gastronomía local, etc.
Y a Coatzacoalcos le toca el Festival del Mar, que se había guardado en un cajón de la historia.
Esa es la importancia de rescatarlo, promoverlo y volver a poner a Coatza por encima de quienes se empeñan en difundir una mala imagen como si esa fuese la única realidad de una ciudad-puerto tan grande.
Este fin de semana, a la gobernadora se le vio bien arropada, rodeada de funcionarios e invitados especiales, pero sobre todo de su gente, de sus paisanos; llegando artistas internacionales como Lila Downs para promover la cara amable de ese Coatza que se extrañaba.
ANIMOOOOOOINK
Por otro lado, en la capital del estado, el senador Manuel Huerta presentó su primer informe de actividades legislativas... pero no lució.
No estuvieron invitados de peso: ni Noroña, ni Adán Augusto (de wey viene), ni la “Chica Danesa”; tampoco estuvieron sus cuatísimos los Yunes, que pudieron haberle ayudado a llevar más gente para mostrar músculo.
A duras penas logró que viniera el ex gobernador panista de Chihuahua, Javier Corral, pero nadie de presencia ni peso de Morena para arroparlo.
Para meterle dramatismo al asunto, Huerta mandó a decir que “no lo van a callar”, pero nadie lo estaba callando. Más bien nadie lo estaba escuchando porque la gente estaba aburrida, ya que no tiene dotes de gran orador. Para colmo, le cayó un grupo de manifestantes a los que quisieron bloquear sus “guachomas”.
Al día siguiente, se fue a la zona conurbada de Veracruz-Boca del Río a presentar su informe en un salón donde ni siquiera llenó, no tuvo eco y lo único relevante es que fueron simpatizantes de Movimiento Ciudadano vestidos de naranja a reiterarle su apoyo.
Pero no lo distraigan, ahí que siga “luchando”… ¿contra qué o contra quién? Sólo él lo sabe. |
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