Fue el reciente anuncio de la instalación de la planta cervecera de la multinacional Constellation Brands, lo que finalmente hizo que el Gobierno del Estado y el Ayuntamiento de Veracruz pactaran una tregua como grupos políticos antagónicos.
A saber: Patricia Lobeira y Juan Manuel Unanue, presidentes municipales de Veracruz y Boca del Río, pertenecen al grupo del exgobernador Miguel Ángel Yunes Linares, uno de los enemigos políticos del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Los Yunes tuvieron que tragar sapos cuando supieron que AMLO y Morena habían arrasado en el país y en el estado en las elecciones de 2018, por lo que decidieron exiliarse en los primeros dos años del morenismo. Miguel y Miguelito han hecho reapariciones espontáneas y pareciera que todo bien. Sin “dope”. No atacan al presidente, no hacen declaraciones y sólo posan para la foto.
Sin duda, todavía tienen interés en revivir esa dinastía para volverse apoderar del Palacio de Gobierno, pero saben que no son los tiempos para los catorrazos; eso será quizás dentro de un año.
Pero mientras llega eso, se comenta que finalmente los dos grupos tuvieron que sentarse y actuar bien portaditos porque llegaba la inversión esperada de Constellation Brands a Veracruz… y ni modo que les dijeras a los gringos millonetas: “¡Ayñ, yo no me llevó con el gober!”, o “¡Ayñ, yo no me llevo con la alcaldesa!”.
De hecho, los rumores de que la empresa cervecera se iba a construir en Coatzacoalcos, o en Texistepec o la Cuenca del Papaloapan, parece que sólo fueron simples distractores porque la empresa (y esto fue confirmado) había pedido a los gobernantes que se guardaran hasta el último minuto la ubicación real de dónde iba a ser construida la planta.
Lo anterior también tendría una simple lógica: Texistepec, por ejemplo, no tiene la infraestructura para la logística que requiere una planta de esta magnitud, además que ahí se puede sumar el factor seguridad (es región donde abundan los malandros). Coatzacoalcos al parecer tampoco fue atractivo para la empresa chelera, y puede ser también por el factor de seguridad o porque el puerto no tiene la capacidad de manejar los volúmenes que exportación que se tienen contemplados, los que sí tiene el Puerto de Veracruz.
Quizás para el Gobierno del Estado hubiese estado de pelos que Constellation Brands se hubiese decidido por un lugar con bandera de Morena, pero el asunto iba más allá de partidos y colores políticos, algo que sencillamente le importa un pepino a la empresa.
La verdad es que no sabemos qué haya motivado a Constellation Brands a que finalmente se decidiera por Veracruz, cuando se han visto recientes protestas de colonos que se quejan por la falta de agua. Según lo declarado por el presidente Andrés Manuel López Obrador en su conferencia mañanera del 22 de abril, no faltará agua para la empresa ni para los habitantes de la región.
Una empresa de tal magnitud tiene bien calculado y estudiado el tema de la perforación de pozos; puede incluso que quizás tenga plantas desalinizadoras que serían algo muy moderno e inédito en suelo veracruzano, pero todavía va para largo este rollo y ya se verá que sorpresas tecnológicas trae para arrancar en 2024, despidiendo los sexenios de AMLO y Cuitláhuac.
Lo que sí se debe destacar es que finalmente llegó una empresa extranjera con los millones de dólares a invertir en Veracruz, en una planta industrial que no se había anunciado en años (la última fue la de Braskem-Idesa, en Nanchital) que da esperanza no sólo por la cantidad de empleos que pueda generar, sino por lo que puede aportarle a Veracruz hasta en consumo de cerveza.
KEN SALAZAR SE ROBÓ LOS REFLECTORES
La gira del presidente López Obrador este fin de semana por el Puerto de Veracruz también fue vistosa por su reunión con el embajador de Estados Unidos, Ken Salazar, así como con gobernadores del sureste y representantes de empresas estadounidenses para presentarles el proyecto Interoceánico del istmo de Tehuantepec.
Cabe resaltar que el embajador gringo fue quien se robó los reflectores de la reunión incluso desde unas horas antes, cuando paseaba por las calles del centro histórico, la zona del puerto y la Macroplaza con una discreta seguridad. Ahí mismo se encontró al gobernador Cuitláhuac García Jiménez, quien salió —sin guaruras— a caminar para saludar a los jarochos y tomarse fotos con ellos.
Pero el mensaje del estadounidense en la cumbre que se realizó en San Juan de Ulúa fue muy contundente:
“Miren, siempre va a haber diferencias, pero el respeto de la soberanía eso lo vamos siempre a tener, siempre lo vamos a tener. Y algunos nos quieren dividir, nos dicen que hay tanta división, pero yo les propongo que hay mucho más en común. El presidente Ted Kennedy, que fue tan buen amigo mío, hablando con él de los días de la alianza, del progreso del presidente Kennedy, hablábamos de la relación que teníamos nosotros en los Estados Unidos, los demócratas y los republicanos. El senador Kennedy todavía es el más famoso senador en la época moderna de los Estados Unidos, trabajaba con un republicano muy conservador, Mike Enzi, tú lo conoces, de Wyoming, muy, muy conservador. ¿Qué es lo me dijo Ted Kennedy cuando llegó al Senado, yo con Obama en el 2004? Me dijo: ‘Mira, si se pone uno a enfocarse en las cosas donde hay desacuerdo, no se hace nada’ y actualmente lo puedo decir de los Estados Unidos, eso pasa bastante, la migración, nada más para como un ejemplo”.
Prosiguió: “Decía Ted Kennedy: ‘Yo con este senador republicano, muy de la derecha, decidimos que estamos bien en acuerdo de 80 por ciento de la agenda; entonces, del 20 por ciento donde estamos en desacuerdo lo ponemos al lado. Trabajamos muy bien para las escuelas, para los niños, para la gente con disabilities, con todo eso’, así me hablaba Ted Kennedy… Así estamos nosotros ¿no? que México y los Estados Unidos sí somos para siempre. Va a haber algunas diferencias, pero con el respeto se hace mucho”.
Pero sin duda la parte que más resaltó fue cuando los de Presidencia ya daban por terminado el evento sin haber dejado participar a los empresarios que llegaron desde varias partes del mundo y casi quedaban sólo para la foto. Ken Salazar, con todo el colmillo largo de un viejo lobo de mar, pidió la palabra, interrumpió la ceremonia protocolaria y tomó el micrófono para pedir que también se escucharan las impresiones de los representantes de las empresas.
Incluso hasta les pidió dos minutos nada más, por aquello de que ya todo mundo tenía hambre y nada más estábamos pensando en un chilpachole o unos camarones a la parrilla.
El evento fue más socialité que de definiciones, pero finalmente son los inicios de lo que viene como el real proyecto magno de este sexenio: el Corredor Interoceánico que unirá a los océanos Atlántico y Pacífico sin llegar hasta el Canal de Panamá.
Y dicen que eso viene con todo, sin tanto ruido. Habrá qué ver. |
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