Samuel Aguirre Ochoa
El próximo 20 de enero, Donald Trump de nuevo asumirá el cargo de presidente de los Estados Unidos y retomará su plan de fortalecer económicamente al corazón del imperialismo mundial para alargar la vida del capitalismo en decadencia y así intentar derrotar a los países del BRICS que buscan un mundo multipolar, en el cual la riqueza entre las naciones y al interior de éstas se distribuya de manera más equitativa.
Vale la pena recordar lo dicho por el Ing. Aquiles Córdova Morán, en un artículo publicado en enero de 2021, en el que señaló que tanto el Partido Republicano de Trump, como el Demócrata de Joe Biden representan los mismos intereses de la pequeña élite de multimillonarios, dueños de los bancos, industrias, comercios y fábricas de armas que se han fijado como objetivo apoderarse de todos los recursos del planeta y explotar sin piedad a los trabajadores del mundo entero. Ambos son partidos imperialistas que persiguen la dominación mundial y solo difieren en cuanto a la táctica empleada para tal objetivo.
Los oligarcas detrás de Biden y los demócratas son partidarios de la aplicación más dura del neoliberalismo, de la subyugación de los países a través de la deuda pública con los grandes bancos, de la especulación en el mercado de valores y del uso indiscriminado de las armas y la provocación de guerras por todo el mundo para intimidar y derrocar gobiernos contrarios a sus intereses.
Mientras que Trump y sus partidarios sostienen que la crisis interna y externa que enfrenta Estados Unidos es resultado de la política neoliberal instrumentada desde la década de los años 80, por lo que proponen cambiarla por otra, renunciar a la globalización de la economía mundial, cesar el apoyo a las guerras injerencistas en territorios lejanos e incluso dejar de financiar a la OTAN.
Las más recientes declaraciones de Donald Trump las interpreto de la siguiente manera: en el terreno interno, él pretende fortalecer la economía productiva de Estados Unidos, pues teme con razón que el crecimiento de la desigualdad social y el empobrecimiento cada vez mayor de los trabajadores norteamericanos provoque una grave crisis social que ponga en peligro la dominación de los grandes oligarcas y multimillonarios que controlan este país.
En el terreno internacional, para Trump y sus partidarios el enemigo a vencer es China y no Rusia a quien los demócratas no dejaron de asediar durante los últimos 4 años, pues actualmente el gigante asiático se ha convertido en la mayor potencia económica del mundo, tomando en cuenta el poder adquisitivo de sus habitantes, es el líder mundial en la producción de 57 de las 64 tecnologías críticas para el siglo XXI y desde hace más de 10 años viene construyendo fuertes lazos económicos con países de todo el mundo a través de la Nueva Ruta de la Seda. Trump y los suyos saben que China le lleva ventaja a Estados Unidos en muchas áreas estratégicas y temen perder la competencia en los mercados mundiales.
De ahí que una cuestión vital para el imperialismo estadounidense es asegurarse el control económico, político y militar del continente americano, cerrándole el paso al imponente avance de China, a esto obedece el golpeteo hacia México y Canadá, la amenaza de reconquistar el Canal de Panamá y de anexarse Groenlandia, que actualmente pertenece a Dinamarca.
Groenlandia es la isla más grande el mundo y está ubicada en el Océano Ártico, por el cual podrían abrirse nuevas rutas marítimas comerciales que conectarían más rápidamente a Estados Unidos con Europa y el resto del mundo, además es un codicioso botín de recursos minerales sin explotar, razón por la cual hace unos días el hijo de Trump y el magnate Elon Musk visitaron la isla, al mismo tiempo en que Donald Trump anunciaba sus intenciones de comprar o invadir militarmente este territorio.
Trump amenazó con reconquistar el Canal de Panamá, que perteneció a Estados Unidos hasta 1999, alegando que en la actualidad esta importante ruta del comercio mundial es utilizada ventajosamente por China, pues según él, el gobierno panameño cobra mayores aranceles a las mercancías norteamericanas que a las chinas.
Pero en realidad, es una acción en respuesta a las millonarias inversiones que China ha hecho y hará en infraestructura comercial en diversos países de Centro y Sudamérica: el mega puerto de Chancay en Perú, inaugurado el 14 de noviembre pasado que conecta con Bolivia, el mayor productor de litio del mundo; la construcción del Aeropuerto Internacional de Ecuador, el metro de Bogotá, Colombia; la inversión de 430 mil millones de dólares para construir un moderno aeropuerto en Managua, Nicaragua y la futura construcción de un Canal interoceánico en Nicaragua.
Como vemos es una lucha del gobierno imperialista de Estados Unidos por frenar a China y los países del BRICS que luchan por un mejor mundo para los pueblos.
Sin embargo, el gobierno mexicano está haciendo el ridículo mundial,pues ha entrado en un intercambio de frases con Trump, al mismo tiempo que en los hechos ya está obedeciendo las políticas de este señor y su grupo de magnates, frenando violentamente las caravanas de migrantes, imponiendo nuevos aranceles a los productos chinos y decomisando mercancías chinas en varios estados del país.
De esto último se concluye, que el gobierno de México ya tomó partido en favor de la política imperialista de Donald Trump y se ha puesto totalmente en contra de China y de los BRICS.
Necesitamos distinguir la esencia del fenómeno, lo puramente superficial de lo que está en el fondo de las cosas, pues a estas alturas el gobierno mexicano ya tomó partido por el imperialismo norteamericano y pretende engañar al pueblo mexicano con palabrerías en defensa de la soberanía, utilizando para ello “las mañaneras del pueblo” y a la prensa que le hace apología. Totalmente contrario a su eslogan, tomó el camino equivocado de la historia. El capitalismo está en su crisis final, en agonía. |
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