Samuel Aguirre Ochoa
Como cada inicio de año, la organización no gubernamental Oxfam Internacional, ha dado a conocer su informe anual sobre el crecimiento de la desigualdad económica en el mundo entero, que en esta ocasión se titula Desigualdad S.A. el poder empresarial y la fractura global: la urgencia de una acción pública transformadora, informe que fue publicado el pasado 15 de enero coincidiendo con el inicio de la asamblea anual del Foro Económico Mundial en la ciudad de Davos, Suiza.
La Oxfam es una confederación internacional formada por 19 organizaciones no gubernamentales, que realizan labores humanitarias en 90 países. Su lema es "trabajar con otros para combatir la pobreza y el sufrimiento". Fue fundada en 1942 en plena Segunda Guerra Mundial por académicos e intelectuales de la Universidad de Oxford, Inglaterra, así como por activistas sociales de la Sociedad Religiosa de Amigos, para luchar contra la hambruna que por entonces asolaba a Grecia. Tras finalizar la guerra, este Comité local continúo realizando labores de activismo social y extendió su presencia a más países.
En la actualidad Oxfam es uno de los principales organismos internacionales que denuncia la creciente desigualdad económica mundial y los peligros de la concentración de la riqueza así con su consecuente aumento de la pobreza. A pesar de ello, no es una ONG que pueda ser acusada de “izquierdista” y mucho menos de socialista.
Por otro lado, el Foro Económico Mundial también es una organización internacional en cuya asamblea anual participan los principales multimillonarios del planeta, los ejecutivos de las empresas trasnacionales más importantes, algunos líderes políticos de distintos países, así como periodistas y académicos selectos, que conforman la crema y nata de la intelectualidad global. Es decir, es una reunión de la élite capitalista mundial.
El Foro de Davos fue fundado en 1971 por el economista suizo Klaus Schwab y aunque al principio el evento comenzó siendo privado, en los últimos años ha venido siendo reconocido incluso por diversos gobiernos como “la brújula del mundo”, es decir, este Foro se ha convertido en un poder mundial cuyas opiniones y puntos de vista afectan a la humanidad entera; de ahí la importancia de enterarnos de sus actividades.
Este año se está llevando a cabo la edición 54 de la asamblea anual del Foro de Davos entre el 15 y 19 de enero, bajo el lema “Reconstruir la confianza”. El ciclo de conferencias y reuniones reúne a más de 2 mil 800 líderes de 120 países para analizar cuestiones globales como el crecimiento económico, la acción climática, la seguridad energética, la gobernanza tecnológica y el desarrollo humano, así como la situación geopolítica.
Entre las personalidades más destacadas que acuden al Foro de este año se encuentran el presidente francés Emanuel Macron; el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken; el presidente ucraniano Vladimir Zelenski, el primer ministro chino Li Qiang y también el presidente argentino Javier Milei. En cuanto a las empresas, estarán presentes en Davos el director ejecutivo del Banco de América, Brian Moynihan; el líder de JP Morgan, Jamie Dimon; el director ejecutivo de Microsoft, Satya Nadella; entre otros. Además, estarán presentes el secretario general de la ONU, Antonio Guterres y el director gerente del Fondo Monetario Internacional, Ajay S. Banga.
Desde hace varios años Oxfam publica su informe sobre desigualdad haciéndolo coincidir con el Foro Económico Mundial con la intención de llamar la atención de esta poderosa élite y proporcionar datos para ser abordados en las discusiones que tienen lugar en Davos, Suiza. Sin embargo, la élite mundial no parece estar tomando medidas serias y eficaces para mitigar la brutal concentración de la riqueza en unas cuantas manos ni tampoco para frenar el empobrecimiento de millones de personas.
En esta ocasión, los datos del informe citado anteriormente, Desigualdad S.A, son verdaderamente alarmantes, pues en éste se afirma que mientras que 5 mil millones de seres humanos en el planeta se han vuelto más pobres en los últimos tres años tras la crisis global, al mismo tiempo la fortuna de los 5 hombres más ricos del mundo se duplicó escandalosamente.
Oxfam sostiene que desde 2020, tan solo la riqueza de los cinco más grandes mil millonarios del planeta, que según la lista anual elaborada por la revista Forbes son Elon Musk, Bernard Arnault, Jeff Bezos, Larry Ellison y Mark Zuckerberg, 4 estadounidenses y un francés, aumentó de 405 mil millones a 869 mil millones de dólares, con un ritmo de crecimiento de 14 millones de dólares por hora.
El estudio reseña igualmente que los trabajadores del mundo trabajan más tiempo y con mayor intensidad como consecuencia del uso de las máquinas, muchas veces por salarios de miseria en empleos precarios e inseguros. Así, los salarios de casi 800 millones de trabajadores no crecieron al mismo ritmo que la inflación que trae como consecuencia el encarecimiento de los alimentos, las medicinas y otros productos básicos e indispensables para el hogar, por lo que el salario de las clases trabajadoras ha perdido poder adquisitivo, agravando su situación de pobreza.
Oxfam concluye, por tanto, que, si la situación se mantiene como hasta ahora, en los próximos 10 años veremos aparecer al primer billonario del planeta, es decir, a una persona cuya fortuna sea mayor a un millón de millones de dólares, una barbaridad; mientras que estima que tomaría hasta 230 años poder combatir la pobreza.
Pero aunque parezca un error del sistema económico, la realidad es que la concentración de la riqueza en unas cuantas manos, de un lado, y el empobrecimiento de las grandes masas, de otro lado, es un fenómeno que obedece a las leyes inmanentes del sistema capitalista de producción; resultado del proceso de concentración y centralización de capitales que lo condujo a su fase imperialista y que en la actualidad es encabezado por el imperio norteamericano y sus aliados de los viejos imperialismos europeos avasallados tras las dos guerras mundiales del siglo XX.
En el afán de mantener y acrecentar esta desigualdad económica, el gobierno de Estados Unidos, representante y defensor de los intereses de los grandes monopolios internacionales, lleva a cabo toda clase de acciones para someter al resto de naciones del planeta con la intención de conquistar nuevos mercados, exportar capitales a los países menos desarrollados, y para apoderarse de los recursos naturales y explotar la mano de obra barata de todo el mundo, recurriendo muchas veces a las invasiones y a las guerras para conseguir estos propósitos.
Para hacer frente a esta desmedida ambición, desde 2010 surgió el BRICS, una organización económica integrada por diversas naciones, encabezadas por Rusia y China, que han decidido resistir las embestidas del imperialismo occidental, principalmente en el terreno económico y geopolítico, para encontrar otras vías de desarrollo que favorezcan una verdadera cooperación económica entre naciones, el combate a la desigualdad y la pobreza y el respeto a la soberanía de todos los países.
El surgimiento de esta tendencia ha despertado la furia del imperialismo, que por todas las vías está intentando, primero, controlar los gobiernos de estos países, para después apoderarse de sus inmensas riquezas.
Así se explica la guerra que Estados Unidos y sus aliados desataron en Ucrania de manera disfrazada en contra de Rusia, y que a estas fechas todo mundo sostiene que ya perdieron Ucrania, Estados Unidos y la OTAN; así se explica también el genocidio que Israel está cometiendo contra el pueblo palestino que vive en la Franja de Gaza y que hasta el momento ha provocado la muerte de 21 mil 110 palestinos y al menos 55 mil 243 heridos, y también se explica así las provocaciones militares de Estados Unidos en contra de China, al promover las intenciones separatistas de un pequeño grupo de personas en Taiwán.
Otras formas de enriqueciendo de los grandes monopolios norteamericanos son el generarle deudas a los países subdesarrollados, la especulación financiera, es decir, ya no se invierte en la producción para incrementar las riquezas, sino que se recurre a los mercados de valores; el saqueo de las finanzas públicas y el gran incremento de la inversión en la industria armamentista.
Así vemos, como cada conflicto armado en el mundo es una forma de obtención de ganancias por parte de los imperialistas norteamericanos, conflictos armados que al mismo tiempo provocan el empobrecimiento de la inmensa mayoría de la población.
En un mundo así no existe ninguna posibilidad de prosperidad para la humanidad en su conjunto, por lo que es urgente hacer cambios profundos en la estructura económica y social del mundo, de ahí la importancia de los BRICS que pugnan por un mundo multipolar. La OXFAM y el Foro Económico Mundial pueden proporcionarnos datos sobre la situación global, pero los únicos capaces de transformar esta penosa realidad son las clases trabajadoras de todos los países, organizadas y conscientes de su papel social, mismas que deben sacudirse a los falsos mesías y curanderos sociales, y, encontrar vías verdaderamente científicas para, primero, mejorar la situación de sus naciones y, después, contribuir a la construcción de un mundo distinto en donde se ponga un freno a la extrema riqueza y a la pobreza cada vez más lacerante. |
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