Jesús J. Castañeda Nevárez – jjcastaneda55@gmail.com
La violencia invadió el proceso electoral y ya sacó a más de 34 candidatos de toda posibilidad de alcanzar su meta el próximo 6 de junio.
Esas personas fueron asesinadas por grupos delincuenciales, mezclando la nota roja con la nota política que, lejos de tranquilizar los ánimos en los demás contendientes se han calentado más, pero ahora afectados por el miedo, no sólo de los candidatos, sino también de los votantes.
Este problema no es nuevo, pues en la historia de los procesos electorales siempre han ocurrido “accidentes” que han eliminado candidatos, pero antes eran contados los casos y hoy alcanzan cifras escandalosas, pues si bien son muchos los asesinatos, los actos violentos asociados al proceso electoral se suman por centenas.
Nunca como ahora se había sufrido éste flagelo, como tampoco se había vivido un enfrentamiento tan fuerte de la sociedad, más allá de los colores partidistas, para tomar tintes verdaderamente preocupantes por el nivel de afectación del conflicto, que ha llegado a terminar con viejas amistades, dividir familias y hasta enfrentar a padres contra hijos, por colocar absurdamente a un personaje en el altar central de sus vidas.
Mientras que la razón de unos está apoyada en los errores de la 4t y el impacto que han tenido en la sociedad, medido en muertos por la pandemia, muertos por la inseguridad que se combate con abrazos y no balazos, muertos por la falta de medicamentos, por los feminicidios, por los periodistas muertos y muchos otros eventos que han derivado en más muertos ocurridos en el tiempo de la 4t y no necesariamente por culpa de la 4t.
Los defensores señalan que los anteriores robaron más, mintieron más y fueron más corruptos, pero no hay mayores argumentos, como tampoco se sabe de acciones de la justicia que tenga a delincuentes del pasado tras las rejas.
No hay muchos argumentos, no hay datos duros que permitan un análisis más sólido y objetivo; sólo hay frases que se repiten como un dogma de fe; frases enseñadas desde el púlpito matutino y repetidas fielmente por los seguidores del presidente.
Desayunar odio y división todos los días, ha ocasionado fuertes enfrentamientos sociales y éstos han ido subiendo hasta llegar a niveles fuera de control, que, combinados con la desesperación por la pandemia, el riesgo de contagio y muerte, además del desplome de la economía, representan una muy mala mezcla que puede detonar en cualquier momento.
Es urgente que la sociedad reaccione y descubra que si seguimos alimentándonos de odio terminaremos siendo víctimas de violencia y muerte.
Es tiempo de buscar la paz y la reconciliación entre hermanos, para que juntos encontremos la ruta de solución de los grandes problemas por los que hoy pasa nuestro país. Sin dogmatismos, sin falsas ideologías, sin fanatismo.
Empezando por salir el próximo 6 de junio a emitir un voto razonado, un voto libre, un voto que abone a la conservación de la democracia y de la estabilidad de nuestra patria. Un voto que construya paz y nunca más un voto que resulte en más odio y división. Es mi pienso. |
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