Como buenos mexicanos, los veracruzanos estamos más que curtidos a vivir en medio de las peores dificultades siempre sonriendo y dispuestos a hacer una breve pausa para contar un chiste o hacer una broma.
Fuimos 4 veces invadidos por fuerzas extranjeras y a pesar de las derrotas nos dimos el premio de ser llamados la 4 veces Heroica Veracruz y le pusimos nombre a nuestros héroes y lo celebramos año con año.
“Canto a la raza, raza de bronce, raza jarocha que el sol quemó. A los que sufren, a los que lloran, a los que esperan, les canto yo”.
Llegó la invasión de la fidelidad con su extensión al duartismo y el daño rebasó por mucho a lo que las 4 invasiones extranjeras juntas no lograron. Veracruz quedó devastado y sumido en una terrible deuda que tendrán que pagar los veracruzanos que todavía no nacen.
Era la oportunidad inmejorable de agregar una nueva “H” a nuestro sufrido pueblo, pero preferimos aplicarla a los “jijoesu” que nos saquearon y mediante una cruz sobre la boleta electoral descargamos el coraje y la frustración que pretendimos se convirtiera en la expectativa de un nuevo horizonte; y en parte lo logramos.
“Alma de jarocha que nació valiente para sufrir todas sus desventuras”.
Pareciera una sentencia, premonición o simplemente una afirmación de lo que somos los veracruzanos: aguantadores, sufridos, humillados y pisoteados por el conquistador y aún así no decimos nada, dejando que se lleve el oro, la plata y nos deje sólo espejitos.
Poco a poco el encanto del cambio se fue apagando y los efectos del saqueo se fueron agigantando, ante la mirada incrédula del pueblo que sigue sin entender totalmente la dimensión de lo que esos pillos que se fueron se llevaron consigo.
Ya veníamos en una inercia de desaceleración económica que muy pronto se convirtió en una parálisis que golpeó a los sectores más vulnerables ante la pérdida de cientos de empleos como resultado de las bajas ventas por el poco circulante.
Luego se fueron sumando los empleos que también se perdieron por la disminución de la plantilla laboral de las empresas proveedoras del gobierno del estado a quienes Duarte y sus cómplices no les pagaron, pero que tampoco el nuevo gobierno les respondió con el pago y adicional al daño, tampoco les volvió a contratar porque les vió cara de duarte, lo que se traduce en términos infantiles “ya los besó el diablo”.
Y quedamos como el perro de rancho: “cuando hay pleito los sueltan y cuando hay fiesta los amarran”. Pero que triste cuadro el representar el perro más flaco, por todas las circunstancias y situaciones que se agregan; y no precisamente positivas, sino todo lo contrario.
Las empresas que han logrado sobrevivir a ésta crisis de falta de pago lo han hecho por la venta de sus activos y de sus bienes patrimoniales, con el ánimo de que “ya pronto pagarán” conforme lo declarado por el propio gobernador, que aseguró que en febrero comenzarían a pagar a las empresas que ya justificaron plenamente los bienes y servicios que prestaron al gobierno y que son motivo del reclamo de pago.
Otras empresas ya no están ni estarán porque la quiebra llegó irremediablemente; los bancos embargaron lo poco que les quedaba y difícilmente se volverán a levantar.
Nuestra raza hoy sufre sus desventuras y no se queja; por eso nos han saqueado desde la conquista y hasta hoy que hemos perdido lo poco que nos quedaba: la alegría de vivir y sonreír que hizo del territorio veracruzano una tierra deseable, pero ya no. Porka Miseria.
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