Dice en la Biblia, en el Libro de Eclesiastés, que “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; . . . . tiempo de destruir, y tiempo de edificar; tiempo de llorar, y tiempo de reír; . . . . tiempo de callar, y tiempo de hablar; . . . . tiempo de guerra, y tiempo de paz”. ¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en que se afana?
Como resulta lógico, a nadie le gusta la idea de pensar que sus circunstancias exitosas de hoy pudieran cambiar completamente para mañana. Pero tal y como lo dice el Libro de Libros, así es y así lo creo. Nada es para siempre y para todo hay y habrá tiempo.
Por eso hay que estar preparado y considerar seriamente nuestra vida de hoy, lo que hacemos, porqué lo hacemos y cómo lo hacemos; sabiendo que mañana todo puede cambiar y seguramente tendremos que pagar la factura, aquí o allá.
No hace mucho (1996) conocí a José Luis Santiago, a quien cariñosamente le decíamos “El Negro”; era Presidente de la CANACO Xalapa y junto con otros amigos presidentes de otras Cámaras fuimos fundadores del Consejo Coordinador Empresarial de Xalapa.
Aguerrido, polémico, contestatario, protagonista siempre, le hizo hacerse de amigos y enemigos con mucha facilidad, principalmente porque en muchas ocasiones no respetaba las “reglas” y rebasaba por la derecha o por la izquierda, en un afán de lograr lo que quería.
Cual peleador nato nunca se quedó quieto y por eso intentó triunfar en varios momentos político electorales, pero el sistema, la grilla, los adversarios o el destino no le dieron chance.
Impulsó a pequeños grupos de empresarios y emprendedores en un esfuerzo por abrirles nuevos mercados y prácticamente los hizo recorrer el estado y conocer nuevas oportunidades de comercializar sus productos.
Esos empresarios lo van a extrañar seguramente, porque hoy el Gran Jefe lo convocó y José Luis acudió puntual a la cita. El ayer quedó para la historia frente a un nuevo tiempo en la eternidad. Terminó el tiempo de guerra y llegó el tiempo de paz.
Quedan las reflexiones en la mente y el corazón de quienes lo conocimos y convivimos con él. Quedan los recuerdos y anécdotas de tantas vivencias de encuentros y desencuentros en la actividad gremial y empresarial. Quedan las victorias y derrotas que todos los días enfrentamos y que nunca nos dejaron postrados, pues sirvieron de nuevas experiencias para el día siguiente.
El Negro se suma al grupo de inquietos líderes empresariales de nuestro tiempo que seguramente estarán organizando algo para hacer mejor esa que para nosotros es ya una mejor vida. David Bouchéz, Pepe Morán, Venancio y Nicanor Moreira, Enrique Díaz, Jorge Jamed y otros más que igualmente pusieron su huella en el campo de batalla.
Mi abrazo fraterno a toda la familia Santiago López y a toda la familia empresarial.
La batalla sigue aquí y ahora para los que todavía estamos en pié de lucha y que daremos la pelea hasta el último día, porque el espíritu de lucha y trabajo lo llevamos en nuestra sangre. Es mi pienso. |
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