Jesús J. Castañeda Nevárez – jjcastaneda55@gmail.com
30 millones de pasajeros se pusieron de pié con una gran sonrisa dibujada en el rostro. Estaban a punto de dejar atrás un sexenio de torpezas y de saqueo desproporcionado que propició un sobre endeudamiento sin precedente.
Escándalos como La Casa Blanca que de forma torpe y absurda se pretendió maquillar como si fuera una burda telenovela; sexenio de excesos y abusos de corrupción con actores brasileños que significaron la nueva versión de la conquista.
Un poco más atrás quedaba una historia de violencia y muerte envuelta en drogas, donde los daños colaterales significaron miles de inocentes abatidos, en un baño de sangre que hizo llorar al país.
Antes ya había pasado un personaje botudo y mandilón que nada hizo y sí derrochó un gran capital político que los electores pusieron en sus manos y con el que derrotó al partido eterno, empoderado y anquilosado que ya vivía extraviado.
Poco a poco los pasajeros fueron tomando sus asientos. Con sonrisas nerviosas todos se daban palmadas en el hombro y se felicitaban por la fortuna de estar a punto de iniciar una fantástica aventura, en un viaje hacia el país de ensueño. Ahora todo sería mejor.
De pronto se escuchó una voz “Señores pasajeros les habla su Capitán”, todos voltearon hacia adelante, donde no había nadie, pero atentos fijaron su mirada en la puerta de la cabina del piloto. “Vamos a iniciar un viaje de 6 años o más”, todos aplaudieron emocionados; “No habrá más turbulencias” (aplausos), “habrá durante el viaje alimentos calientes para todos” (aplausos), “no habrá injusticias”, “no más corrupción”, “dinero para todos”, “Subirán los salarios y bajará el precio del gas, electricidad y gasolina” (aplausos, aplausos y más aplausos). Algunos lloraban, se abrazaban riendo; todo era como un sueño increíble.
El avión se movía para situarse en el inicio de la pista y poder iniciar la carrera de despegue. Los pasajeros se colocaban los cinturones de seguridad, más por costumbre que por instrucciones del personal de cargo, los cuales mostraban su novatez e inexperiencia, mientras que otros servidores que si mostraban saber de qué se trataba la tarea, se ocupaban de ponerse el nuevo uniforme encima del uniforme del viejo modelo.
Todo parecía estar listo; pasaron los minutos y se volvieron horas, pero el avión no se movía nada; entonces se abrió la puerta de la cabina del piloto y vinieron las explicaciones del porqué no despegaba el avión: La anterior línea, el penúltimo piloto, los de la torre de control, los de tráfico aéreo, los, los, los y más los. Muchos resultaron responsables de que el avión tenga un avance de “0” crecimiento.
Dentro del avión, comienzan a escasear los alimentos; algunos pasajeros han enfermado y no hay medicamentos; pero el piloto todas las mañanas “informa” sobre las dificultades del despegue porque los anteriores pilotos lo dejaron muuuuuuy mal. Algunos pasajeros de la primera fila le hacen “elogios” y otros le hacen “preguntas a modo”, mientras muchos pasajeros continúan aplaudiendo seguros de que en breve tiempo el avión estará en las nubes volando hacia el paraíso.
Pero también hay algunos pasajeros que ya no sonríen y desesperados comienzan a desabrocharse el cinturón con intenciones de abandonar la nave. Ya no están tan seguros de que ese avión vaya a volar y si lo hace, así como van las cosas pudiera estrellarse y aplastar junto con ellos a todos los que nunca creyeron ni confiaron, pero que en su momento tampoco votaron. Porka Miseria. |
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