Después de aquel día en el que la violencia oficial se atrevió a pasar por encima de los empresarios que previamente se habían atrevido a solicitar audiencia y a esperar las horas o días que fueran necesarios, sucedió algo inesperado, pues lo normal era que los empresarios se retiraran avergonzados por su atrevimiento, o espantados por el uso de la fuerza pública, pero no fue así.
El día siguiente ocurrió alrededor de las 11 am las instalaciones de la Secretaría de Finanzas fueron tomadas por los mismos proveedores adheridos a Empresas SOS, AC., pero ya no eran los mismos, ni en número ni en carácter; a la toma de Sefiplan fueron más de 40.
Los empresarios habían despertado y estaban dispuestos a luchar con todo para recuperar el pago que el gobierno les adeudaba.
El plan del gobierno para frenar el avance de los empresarios tuvo como estrategia el viejo dicho popular “Para que la cuña apriete tiene que ser del mismo palo”, utilizando voces del mismo sector para descalificar al grupo de Empresas SOS y deslegitimar las causas de su lucha.
Pero ya no hubo éxito ni en los ataques o descalificaciones del mismo gobernante y mucho menos de quienes se prestaron para su juego.
Días después se instaló un reloj en la Plaza Lerdo, frente al Palacio de Gobierno, señalando los días, horas, minutos y segundos que faltaban para el final de esa pesadilla azul. Una verbena popular fue el festejo de las últimas horas y con el coro popular que gritó a todo pulmón los últimos segundos.
Terminó el bienio y comenzó la 4ª., que curiosamente para los empresarios proveedores del gobierno coincide con la oportunidad de un pago que previamente reclamaron a 3 gobernadores: Duarte, Flavino y Yunes, listos para la 4ª acción de cobranza que se espera sea la definitiva.
Los errores y omisiones en el ejercicio de gobierno representan fuertes daños y agravios a la sociedad y si bien en el pasado no tenían mayor repercusión en lo electoral, ahora es más que evidente que sí ocurre algo, pues el pueblo bueno ya se dio cuenta de que su voto sí cuenta y que nuevamente pudo cambiar de color.
Inició el turno del gobierno morenista, con un escenario complicado por una desaceleración económica que se viene arrastrando en los últimos 4 años; una pesada deuda pública y para completar el escenario, la deuda con los proveedores, lo que en total es una muy mala suma, la cual, si se quiere resolver se tendrá que instrumentar un buen plan de acción en el que se tome en cuenta los errores de los que le antecedieron y cuyo costo final fue su derrota en las urnas.
Porque la economía de Veracruz no se reactivará con discursos, ni con señalamiento de culpas hacia el pasado; se tienen que instrumentar acciones claras y bien dirigidas, en las que se tomen decisiones fuertes y valientes de cara a los veracruzanos.
Se tuvo un buen inicio con la disposición del Secretario de Finanzas y se establecieron compromisos de revisión con criterios ágiles, considerando que son casos que ya han pasado muchas revisiones y más revisiones y vueltas a revisar, pero, siempre hay alguien que agrega algún ingrediente que justifica volver a revisar y ese vino de la Tesorería con el Artículo 182 del Código Financiero.
Eso motivó que todos los expedientes entraran en un túnel obscuro bajo el dominio de las Unidades Administrativas de las Dependencias y sus Órganos Internos de Control, que se dicen responsables de revisar y emitir “dictámenes” negativos o positivos según sus propios criterios.
El tiempo se detuvo; el drama personal de los afectados creció; los activos de las empresas siguieron desfilando, unos embargados por las instituciones financieras, otros perdidos en las casas de empeño y otros hacia el remate para poder comer y seguir viviendo; los empleos continuaron cayendo y el daño siguió creciendo.
Y mientras unos lloran desesperados al ver el esfuerzo de toda una vida extinguirse como agua entre los dedos, allá, en las dependencias de gobierno, en la comodidad de un sueldo seguro que llega cada quincena y les resuelve sobradamente las necesidades de sus familias, hay hombres y mujeres que con indiferencia y molestia observan la tarea de “revisión” y sin importarles nada deciden que esa revisión puede seguir esperando hasta que les de la gana. Porka Miseria.
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