Pepe Yunes puso al descubierto el pasado fin de semana lo que ya se sabía, que el gobierno de Cuitláhuac García está preparando una “Elección de Estado”.
Con apoyo de un millonario presupuesto para la compra de votos; la maquinaria OPLE dispuesta a inclinar la tendencia del sufragio el 4 de junio del 2024; una burocracia obligada a ir a las urnas con sus familias para evitar la pérdida del empleo y, como parte sustantiva de la operación electoral, el apoyo del crimen organizado, el gobernador va por el arrebato.
La punta del iceberg no fue lo descubierto en Seguridad Pública producto de un audio filtrado, en donde el jefe de la Unidad Administrativa, Ulises Rodríguez, llama a los colaboradores a trabajar en favor de Morena para el 2024.
No, eso es tan solo una parte del entramado.
Es todo el gobierno.
Es la Secretaría del Bienestar vía programas sociales, la chairiza becaria, los viejitos, los poderes Legislativo y Judicial, los ayuntamientos.
Habrá que regresar a la memoria que la elección intermedia del 2021, fue el laboratorio para replicarlo en 2024, en donde sin que la gente saliera a votar, se alcanzaron 1.7 millones de votos, más de los que históricamente ganó Cuitláhuac con el efecto Peje en 2018.
Es decir, previendo el crecimiento de padrón electoral en más de 6 millones de votantes, se requería superar la media.
Ganar por aplastante mayoría aunque -dicha mayoría- no salga a votar.
Esa es, una elección de estado.
Una elección en donde con auxilio de la Guardia Nacional, el ejército, los Siervos de la Nación y el apretón de huevos del secretario de Gobierno, Eric Cisneros a los 212 municipios bajo su control político, se consume el fraude, una elección de Estado.
En 2021, no pocos recuerdan la operación electoral que llevó a la cárcel y muerte a opositores.
Presente en el imaginario colectivo el tiradero de papeletas electorales -fotocopiadas- que no fueron utilizadas porque ya habían votado los muertos y personas inexistentes
Ello, al igual que los alcaldes y diputados ganadores de partidos opositores, ya en el poder, a quienes les ordenaron migrar a Morena o sus partidos satélites.
Esa fue la historia que hoy busca replicar el equipo de Cuitláhuac en favor de Rocío Nahle, hoy tan disminuida, desacreditada por sus corruptelas y repudiada, no porque sea mujer, sino porque 4.2 millones de mujeres de origen veracruzano se sienten ofendidas porque una de Zacatecas llegue a gobernar.
El robo electoral, la elección de Estado que valientemente advierte Pepe Yunes, no es el robo por el robo mismo, sino porque queda al descubierto, cual Caja de Pandora, el terrible miedo que deja ver una disminuida la preferencia ciudadana.
Una elección de Estado no es más que la resultante del repudio que les ha provocado su mal gobierno que cree que la ineptitud es una virtud.
La gente, hoy despierta, bien sabe de las rapacerías, los cuantiosos desvíos vía empresas fantasma, los subejercicios para engordar causas electorales y las alianzas con los Carteles que tienen bajo su férula la tercera parte de la entidad.
La gente ya no quiere a Morena.
No habría Elección de Estado si los morenos confiaran en que la ciudadanía se volcaría en su favor el 4 de junio del año próximo.
Es por ello que en el 2021, todo se hizo a espaldas de la ciudadanía que no salió a votar, aunque en las sábanas de los resultados electorales se registrara que sí acudió.
Hoy que estamos en las puertas de la Convocatoria para que el pueblo veracruzano sepa quien será su candidato, les aterra que la oposición postule a un honesto.
Les saca de quicio que Dante Delgado haga una excepción con Veracruz y apoye una presunta alianza “Va por Veracruz”.
No digieren que eventualmente se sumen Héctor, Julen, Juan Manuel Diaz y los Yunes del Estero.
Y no entienden por qué si Alito no tuvo en su momento, el voto de Pepe cuando se apostó por el ejército en las calles, no le queda más que aceptar la voluntad de un PRI veracruzano que en las siguientes semanas habrá de renovar su dirigencia y consultar a la base a quien postula.
En efecto, en el PRI las encuestas serán las que decidan y, en la Alianza, los partidos -PRI-PAN-PRD-MC, van en cónclave por uno, por el mejor, a sabiendas de que, si se equivocan, se pierde la plaza.
Los días y semanas por venir serán cruciales.
Lo serán porque la coalición “Va por México” ve con una enorme simpatía que la cuarta reserva electoral de Veracruz, la encabece un hombre probo, institucional y con amplia experiencia.
Sin prisas, pero sin pausas, se trabaja en el proyecto para que en siete meses más, se dé a conocer a quien representará a la alianza, quien será su candidato de unidad.
Tiempo a tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo
|
|